En un contexto donde la inseguridad vuelve a instalarse en la agenda mediática con la ferocidad de un huracán en año electoral, la exministra de Seguridad, Sabina Frederic, desenmascara la estrategia de Patricia Bullrich: manipular el miedo ciudadano mientras precariza a las fuerzas de seguridad y desinforma a la opinión pública. En una entrevista con Delta – Wake Up Team, Frederic expuso las falacias que sostienen el discurso de la funcionaria libertaria y las consecuencias directas de su política.
«Es una historia repetida», sentencia Frederic. «Cada vez que hay elecciones legislativas, la inseguridad se vuelve el tema central. Se dice que no tiene impacto electoral, pero lo que sí genera es un clima de paranoia, donde los medios repiten en loop hechos de violencia». La exministra desmiente el supuesto crecimiento del delito, recordando que la tasa de homicidios en Argentina viene bajando desde 2014, con un leve repunte en pandemia y una caída sostenida desde entonces, salvo en Rosario, donde el año pasado también disminuyó.
El problema, dice Frederic, es que la ministra Bullrich es una «mentirosa crónica» que «no le importa la verdad». «Los datos de seguridad los proveen las provincias, no la Nación. Bullrich no tiene estadísticas propias y, aun así, los datos que ella difunde no coinciden con los de los distritos», explica. «La tasa de homicidios en la Provincia de Buenos Aires está bajando, pero ella sigue vendiendo un país en llamas».
La ecuación es simple: cuanto más miedo, más justificación para el endurecimiento represivo y más poder para quienes lo administran. «Bullrich abusa de su control sobre los medios para imponer su versión», denuncia Frederic, recordando que hasta el propio Waldo Wolff, secretario de Seguridad de la Ciudad y miembro de su espacio político, la acusó de mentirosa.
La farsa de la seguridad: bajos sueldos y precarización extrema
Mientras Bullrich se envuelve en la bandera de la autoridad, las fuerzas de seguridad están siendo destruidas desde adentro. «Hay efectivos ganando menos de 700 mil pesos», advierte Frederic. «Mujeres gendarmes con hijos a cargo cobran 600 mil. Un agente recién salido de la formación, entre 550 y 600 mil. Ayer hubo una protesta frente al Centinela porque el 5% de aumento que les dieron es un chiste».
Esa precariedad, sumada a las condiciones laborales extremas, genera un impacto brutal. «La Gendarmería y la Policía Federal están peor que nunca. No es solo un tema salarial: los desplazan constantemente. Hoy los mandan a Rosario, mañana a Aguas Blancas, pasado a la Patagonia y después a Buenos Aires. Esa rotación brutal lleva a muchos al límite. Algunos terminan suicidándose».
Un informe reciente revela que la cantidad de suicidios con arma reglamentaria es casi igual a la de muertes de civiles en enfrentamientos con la Policía. «Esto no es casual», dice Frederic. «Es el resultado de una política de disciplinamiento brutal y de una estructura que los explota y los necesita sometidos».
El guion de la represión: el ajuste con pistola en mano
El modelo de seguridad que propone Bullrich no es nuevo, pero esta vez se ajusta como un guante al plan económico de Javier Milei. «Los gobiernos de derecha fogonean el discurso de la mano dura cuando están en oposición, pero cuando gobiernan ajustan brutalmente a las fuerzas que dicen defender», explica Frederic.
El abandono de las fuerzas de seguridad no es un error, sino una estrategia. «Les conviene maltratar al personal porque eso genera una violencia funcional a sus intereses. Cuanto peor estén, más fácil es que repriman sin cuestionar», denuncia. La proliferación de casos de gatillo fácil y la brutalidad policial no son accidentes: son la consecuencia directa de una estructura que necesita de la represión para sostenerse.
«Espert y Bullrich dicen abiertamente que a los delincuentes hay que colgarlos en la plaza pública. Ese discurso legitimador de la violencia se traduce en una Policía descontrolada, sin garantías para la ciudadanía, y en un país donde la muerte es parte de la política de Estado», advierte.
Una contradicción en llamas
Frederic se detiene en una paradoja alarmante: «La gente vota en contra de sus propios intereses». Recuerda el testimonio de un bombero patagónico que admitía que muchos de sus colegas votaron a Milei. «Este gobierno está desfinanciando absolutamente todo lo que tiene que ver con fortalecer la seguridad ante desastres. Pero igual lo votaron».
Las razones son muchas: «El caranchismo mediático, el discurso de la meritocracia, la idea del sacrificio como virtud, todo eso cala en sectores que terminan siendo funcionales a su propia explotación».
Mientras tanto, la agenda de la «libertad» sigue su curso: desregulación, ajuste y represion. Un trío que, bajo la conducción de Bullrich, encuentra su versión más brutal. «Estamos ante una situación grave», concluye Frederic.
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