El desencanto de un votante: ‘Voté a Bullrich y me decepcionó’ y es el padre de un gendarme

El relato crudo de un padre de gendarme expone la crisis en las fuerzas de seguridad y la desilusión con el gobierno de Milei.

En una entrevista con Jorge Rial, el padre de un gendarme reveló la dura realidad que enfrentan los uniformados: salarios insuficientes, falta de recursos y una desesperación que los lleva a cruzar a Bolivia para comprar uniformes y útiles escolares. Una crítica directa a las políticas de Patricia Bullrich y el gobierno de Javier Milei.


La voz de Rubén, un padre de gendarme retirado, resonó con crudeza en el programa de Jorge Rial. Su testimonio no solo expuso la desesperación de las fuerzas de seguridad, sino que también dejó al descubierto la desilusión de un votante que confió en Patricia Bullrich y hoy se siente traicionado. «Yo voté a Bullrich y me decepcionó», afirmó con amargura, mientras describía una realidad que parece sacada de un relato distópico: gendarmes que cruzan a Bolivia para comprar uniformes, útiles escolares y hasta ropa para sus hijos, porque en Argentina los precios son inalcanzables.

La situación de los gendarmes, según Rubén, es insostenible. «Una mochila en Orán cuesta entre 40 y 45 mil pesos, pero en Bolivia la conseguís por 10 o 15 mil», explicó. Este desesperado éxodo hacia el país vecino no es solo una anécdota, sino un síntoma de una crisis profunda que afecta a las fuerzas de seguridad y, por extensión, a toda la sociedad. Los uniformados, quienes deberían estar dedicados a proteger las fronteras y combatir el narcotráfico, están ocupados en resolver cómo llegar a fin de mes.

El relato de Rubén no se detiene en lo económico. Habla de una desesperación que va más allá de los números. «Los chicos sufren, las madres sufren», dijo, refiriéndose a los jóvenes oficiales que no pueden mantener a sus familias. «No les alcanza para el pasaje, no pueden ver a sus hijos, no pueden vivir dignamente». La situación es tan extrema que algunos gendarmes han optado por pedir la baja y buscar empleo en empresas de seguridad privada o incluso como conductores de Uber. «Se cansaron de todo esto», afirmó Rubén, con una mezcla de rabia y tristeza.

Pero la crítica no se limita a la falta de recursos. Rubén también cuestionó el uso político de las fuerzas de seguridad. «No están para hacer seguridad interna», dijo, refiriéndose a los operativos en Rosario y otras ciudades. «La gendarmería está para cuidar las fronteras, no para ser usada como fuerza de choque en conflictos internos». Esta desviación de funciones, sumada a la falta de apoyo económico, ha generado un clima de descontento y desesperanza entre los uniformados.

El gobierno de Javier Milei, que prometió un cambio radical, parece haber olvidado a quienes están en la primera línea de defensa del país. La política de ajuste y recortes, lejos de solucionar los problemas, ha exacerbado la crisis. Los gendarmes, quienes deberían ser un pilar del Estado, están siendo abandonados a su suerte. «No les pedimos que sean millonarios, pero que les paguen lo que les corresponde», exigió Rubén, con una lógica impecable que contrasta con la indiferencia de las autoridades.

La entrevista también tocó un tema doloroso: el suicidio de un gendarme que no pudo soportar la presión económica y emocional. «Uno se ahorcó porque no daba más», relató Rubén, con un tono que mezclaba rabia y desesperación. Este caso no es aislado, sino parte de un patrón que refleja la desesperación de quienes están al servicio del país pero no reciben el apoyo necesario.

En un momento de la conversación, Rubén mencionó que muchos gendarmes tienen miedo de hablar. «Nadie puede expresarse porque pueden sufrir consecuencias», dijo, refiriéndose a la represión y las represalias que enfrentan quienes se atreven a denunciar la situación. Este clima de temor y silencio es, quizás, el síntoma más preocupante de todos. Cuando quienes deben proteger a la sociedad tienen miedo de hablar, es evidente que algo está profundamente mal.

El testimonio de Rubén no es solo una denuncia, sino también un llamado de atención. La crisis de las fuerzas de seguridad no es un problema aislado, sino un reflejo de una sociedad que está al borde del colapso. Si los gendarmes, quienes tienen «vocación de servicio» y «amor por su trabajo», están siendo abandonados, ¿qué esperanza queda para el resto de los argentinos?

El gobierno de Milei, que llegó al poder con promesas de cambio y renovación, parece haber perdido el rumbo. La desilusión de Rubén es compartida por muchos argentinos que votaron con esperanza y hoy se sienten traicionados. «Yo voté a Bullrich y me decepcionó», repitió, como si esas palabras resumieran el sentimiento de una nación entera.

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