La automotriz ajusta su producción en Argentina mientras el sindicato Smata negocia para evitar despidos masivos. ¿Un reflejo de las políticas económicas fallidas?
Nissan confirmó la reducción de turnos y suspensiones en su planta de Santa Isabel, Córdoba, en un contexto de baja demanda y desinversión. Aunque el sindicato Smata asegura que se mantendrá un turno de producción, las medidas evidencian los desafíos de la industria automotriz bajo el gobierno de Javier Milei.
La noticia de que Nissan reducirá turnos y aplicará suspensiones en su planta de Santa Isabel, Córdoba, no solo es un golpe para los trabajadores, sino también un síntoma de la crisis que atraviesa la industria automotriz argentina bajo el gobierno de Javier Milei. La automotriz, que llegó al país en 2018 con una inversión de 600 millones de dólares, ahora enfrenta un panorama desalentador: baja demanda interna, escasas exportaciones y un clima económico que no inspira confianza.
Según Maximiliano Ponce, secretario general de la delegación Córdoba de Smata, la empresa confirmó que mantendrá un turno de producción este año, con la fabricación de entre 12.000 y 15.000 unidades de la pick-up Frontier. Sin embargo, este número dista mucho de las expectativas iniciales y deja en evidencia la fragilidad del sector. «El panorama es más positivo del que teníamos hace una semana», admitió Ponce, aunque las cifras no son alentadoras. ¿Más positivo? ¿O simplemente menos desastroso?
La decisión de Nissan no es un hecho aislado. Hace dos semanas, la automotriz canceló el proyecto H60E, que incluía la fabricación de la nueva generación de la Frontier en Argentina. En su lugar, el modelo será importado desde México. Esta decisión no solo afecta a Nissan, sino también a sus proveedores, como Maxion Montich, fabricante de chasis, que ya inició un procedimiento preventivo de crisis. ¿Es este el «crecimiento» que prometió el gobierno de Milei?
Guy Rodríguez, presidente de Nissan Latinoamérica, fue claro en una entrevista con Bloomberg: «Redujimos de dos turnos a uno en función de la demanda tanto interna como de exportación». Y añadió: «Si la demanda sigue creciendo, uno siempre está abierto a subir la producción». Pero, ¿cómo puede crecer la demanda en un país donde las políticas económicas ahuyentan la inversión y desestabilizan el mercado?
El gobierno de Milei, con su discurso de «ajustar el gasto» y «liberar la economía», parece ignorar que la industria automotriz necesita estabilidad y confianza para operar. Las suspensiones y reducciones de turnos en Nissan no son solo un problema de la empresa, sino un reflejo de un modelo económico que no está funcionando. Mientras Milei insiste en recortar el Estado y desregular el mercado, las empresas reducen inversiones y los trabajadores pierden empleos.
La planta de Santa Isabel, que en su momento fue símbolo de crecimiento y desarrollo, hoy es un recordatorio de lo que puede perderse cuando las políticas económicas no priorizan la producción nacional. Nissan no es la única automotriz en ajustar su producción en Argentina, pero su caso es emblemático: una inversión millonaria que se ve amenazada por la falta de una estrategia clara y sostenible.
El sindicato Smata ha logrado, al menos, garantizar un turno de producción y evitar despidos masivos. Pero, ¿cuánto tiempo podrán sostenerse estas medidas si la demanda no mejora? Y, lo más importante, ¿qué está haciendo el gobierno de Milei para revertir esta situación? Hasta ahora, parece más interesado en culpar a los gobiernos anteriores que en proponer soluciones concretas.
Fuente:
Deja una respuesta