Fuga silenciosa en los Bancos: No se detiene el retiro constante de dólares

El drenaje de depósitos en dólares ya supera el 11,5% desde fines de octubre. La constante salida de divisas, lejos de ser una anécdota financiera, expone el frágil andamiaje económico del gobierno de Javier Milei.

(Por Walter Onorato) Los depósitos privados en dólares siguen en caída libre. Desde el pico alcanzado con el blanqueo, el drenaje sistemático ya se llevó casi 4.000 millones de dólares. La administración Milei insiste en su discurso de estabilidad, pero la realidad muestra que la confianza en el sistema bancario y en la política económica está resquebrajándose.

El relato oficial del gobierno de Javier Milei se sostiene en una supuesta estabilidad financiera que los números desmienten día tras día. Mientras los funcionarios se esfuerzan en pintar un cuadro de recuperación económica, los depósitos en dólares se evaporan de las arcas bancarias en un goteo constante que ya supera el 11,5% desde fines de octubre. La pregunta es inevitable: ¿de qué estabilidad hablan cuando la salida de divisas es incesante y amenaza con convertirse en un verdadero éxodo financiero?

Según los datos del Banco Central (BCRA), al 10 de febrero, el stock de depósitos privados en moneda extranjera se ubicaba en 30.655 millones de dólares. En lo que va del año, se han fugado casi 900 millones de dólares. El 31 de octubre, el sistema bancario alcanzó su punto máximo con 34.626 millones de dólares, impulsado por el blanqueo de capitales. Sin embargo, desde que concluyó la primera fase de esta maniobra, el drenaje ha sido imparable, perdiendo casi 4.000 millones de dólares en menos de cuatro meses.

El gobierno libertario celebró el blanqueo como un éxito rotundo, argumentando que la mayor parte del dinero regularizado permanecía en los bancos. Pero la realidad es que, apenas pasada la ventana inicial del programa, los dólares comenzaron a salir en una estampida disimulada. ¿Por qué? Porque los inversores, empresarios y ahorristas tienen un instinto básico de supervivencia: no confían en un modelo económico basado en promesas de ajuste eterno, alta inflación y un riesgo latente de colapso financiero.

El drenaje no es solo un problema estadístico, sino un síntoma de una enfermedad mayor: el debilitamiento del sistema bancario y la desconfianza en la capacidad del gobierno para sostener la economía. En este contexto, la apreciación cambiaria que Milei presenta como un logro es, en realidad, una ilusión frágil. La estabilidad del peso se sostiene artificialmente gracias a un endeudamiento agresivo y al carry trade, pero mientras tanto, los dólares genuinos siguen huyendo de los bancos.

El Banco Central ha acumulado compras de divisas por más de 4.500 millones de dólares desde fines de octubre. Sin embargo, las reservas brutas apenas se han movido. Eran 28.618 millones de dólares al cierre de octubre y al 10 de febrero se ubicaban en 28.938 millones. ¿Qué pasó con los dólares que entraron? Una parte significativa se esfumó en la fuga de depósitos y otra fue utilizada para intervenir en el mercado financiero y contener la brecha cambiaria.

Desde mediados de diciembre hasta el 16 de enero, el BCRA utilizó cerca de 1.000 millones de dólares de sus reservas para intervenir en los mercados financieros y contener la escalada de los dólares paralelos, en un intento de evitar una corrida cambiaria. A esto se suman los pagos de deuda al FMI y a los bonistas, que han exacerbado la fragilidad del balance del Banco Central. Según la metodología del FMI, las reservas netas ya son negativas en casi 10.000 millones de dólares, reflejando una situación crítica que pone en duda la sostenibilidad del esquema financiero actual.


Crédito en la cuerda floja

El vaciamiento de los depósitos en dólares no solo golpea las reservas, sino que también pone en jaque la capacidad de los bancos para ofrecer financiamiento a las empresas. Durante los últimos meses, el equipo económico de Milei apostó fuerte al crédito en moneda extranjera como mecanismo para sostener el esquema cambiario. Pero con la reducción de los depósitos, la capacidad prestable se achica y el margen para mantener este modelo se desvanece.

El plan libertario, basado en el ajuste feroz y la ficción de la confianza inversora, enfrenta un desafío estructural: el capital no se queda donde no hay certezas. Los dólares que ingresaron con el blanqueo fueron un alivio pasajero, pero la persistente sangría demuestra que el espejismo duró poco. Con reservas en estado crítico y un sistema financiero cada vez más frágil, el futuro del modelo Milei se tambalea sobre un terreno minado.

La estabilidad que prometen desde la Casa Rosada es una narrativa vacía que choca de frente con la fuga silenciosa de capitales. En un país donde los inversores votan con los pies, la evidencia es irrefutable: la confianza no se impone con discursos, se construye con hechos. Y los hechos indican que los dólares se están yendo, dejando al descubierto la vulnerabilidad de un gobierno que sigue vendiendo ilusiones mientras la economía real se desmorona.

Fuentes:

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