El Senado y la farsa de la transparencia: traiciones, presiones y sobornos en la era Milei

El Senado fue escenario de un bochorno político que evidenció las contradicciones y las presiones del gobierno de Javier Milei. La oposición intentó impulsar una comisión investigadora sobre los gravísimos casos de corrupción que sacuden al oficialismo, pero el PRO y otros sectores decidieron blindar al presidente. El radical Martín Lousteau denunció aprietes, cambios de voto inexplicables y la sombra de los sobornos.

La jornada en el Senado fue una radiografía descarnada del estado de la política argentina bajo la presidencia de Javier Milei. Lo que debió ser una sesión clave para arrojar luz sobre los escándalos de corrupción del gobierno, terminó siendo un espectáculo patético de traiciones, presiones y complicidades que sepultó cualquier intento de investigación. La oposición intentó avanzar con la creación de una comisión investigadora, pero el oficialismo y sus aliados se aseguraron de dinamitarla desde adentro.

El senador radical Martín Lousteau fue uno de los protagonistas de la jornada y denunció con crudeza lo que ocurrió. «Fue una jornada lamentable. No solo por lo que pasó dentro de mi bloque, sino por lo que vimos en todo el Senado. Algunos decidieron cambiar su postura de manera inexplicable. Primero firmaron el proyecto, luego votaron para que se trate ese mismo día, y después terminaron rechazándolo. Lo mataron deliberadamente», sentenció.

La gravedad del episodio no es menor. Lousteau explicó que al rechazarse el proyecto en el recinto, se impide que vuelva a ser tratado. «Ese proyecto ya no existe más. Se lo llevaron puesto en una maniobra política descarada», advirtió. Pero el problema va mucho más allá: la negativa a investigar los oscuros manejos del gobierno pone en evidencia hasta qué punto el PRO y otros sectores han decidido garantizar la impunidad presidencial.

La hipocresía de la «transparencia»

Uno de los aspectos más escandalosos del debate fue la postura de los senadores que hasta hace poco clamaban por la «ficha limpia» y la «lucha contra la corrupción», pero que ahora se niegan a investigar las acusaciones que golpean de lleno al gobierno libertario. «En Diputados insisten con la ficha limpia, pero muchos de los que la defienden no pueden explicar su propio patrimonio. Y cuando se les pregunta, los medios afines los protegen», disparó Lousteau.

La estrategia del oficialismo no es nueva: presiones, aprietes y el uso del aparato digital para disciplinar a los propios. «No me cabe ninguna duda de que el gobierno ejerce presión vía dádivas, como vimos en el caso de Kueider, o vía amenazas con ejércitos de trolls. Lo intentaron hacer conmigo ayer mismo», denunció el senador radical.

La mención a Edgardo Kueider, senador que en su momento fue clave en votaciones favorables al oficialismo, no es casual. Su repentino cambio de postura generó todo tipo de sospechas y rumores sobre la manera en que el gobierno consigue «torcer» voluntades en el Congreso. «Si Kueider no hubiera sido fiscal infraganti, estaría votando ficha limpia sin dudarlo», aseguró Lousteau, dejando entrever que las decisiones de algunos legisladores dependen más de las presiones que de las convicciones.

El Congreso bajo la sombra del soborno

La discusión también dejó en evidencia un problema estructural en el Senado: el uso del poder para doblegar voluntades. Lousteau no se guardó nada y aseguró que hay tres motivos por los cuales algunos senadores votan en contra de lo que dicen creer. «Primero, porque el gobierno aprieta a las provincias y asfixia a los gobernadores. Segundo, porque temen ser atacados por los trolls y los medios afines al oficialismo. Y tercero, porque hay dádivas. Que alguien me explique lo de Kueider o Crexell. Los rumores sobre la magnitud del dinero que circula en el Senado son gravísimos», afirmó.

En ese sentido, el senador expuso una de las grandes hipocresías de la política argentina: la indignación selectiva. «Cuando era Cristina, pedían juicio político por cambiar la composición del Consejo de la Magistratura. Ahora, bloquean una comisión investigadora para que el propio Milei se investigue a sí mismo. Y sabemos que es un presidente que echa funcionarios por opinar diferente. ¿De verdad creen que va a nombrar a alguien para investigarlo y que la investigación será real?», preguntó, dejando al descubierto la farsa.

Una república de cartón

El escándalo en el Senado dejó un mensaje claro: la república y la transparencia son solo slogans para ciertos sectores políticos cuando no están en el poder. «Se llenan la boca hablando de institucionalidad, pero cuando les toca demostrarlo, se esconden», criticó Lousteau.

El caso es un síntoma más del deterioro de las instituciones bajo el gobierno de Milei. La práctica del apriete, el uso del miedo y la compra de voluntades se ha convertido en moneda corriente. La sesión en el Senado fue un nuevo capítulo de esta historia, dejando en claro que el oficialismo y sus aliados están dispuestos a todo para evitar que la verdad salga a la luz.

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