Informe del CEPA
La gestión de Javier Milei cierra su primer año con una caída alarmante en empleadores y trabajadores registrados, evidenciando un retroceso histórico en el mercado laboral argentino. Un análisis exhaustivo del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) sobre los datos oficiales revela que, entre noviembre de 2023 y noviembre de 2024, se perdieron 12.638 empresas y 242.896 puestos de trabajo. Sectores clave como la construcción, el transporte y la administración pública lideran la debacle, mientras las pequeñas y medianas empresas son las más afectadas. ¿Es este el costo del ajuste prometido?
El primer año de gobierno de Javier Milei ha dejado una huella profunda en el tejido laboral y empresarial de Argentina. Los datos publicados por la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT) hasta noviembre de 2024 no dejan lugar a dudas: el país enfrenta una crisis sin precedentes en su mercado laboral. Con una pérdida de 12.638 empleadores y 242.896 trabajadores registrados, el balance es desolador. Pero más allá de las cifras frías, lo que subyace es un modelo económico que, lejos de dinamizar la economía, ha acelerado la desindustrialización y el desempleo.
El derrumbe de las empresas: ¿ajuste o desmantelamiento?
Entre noviembre de 2023 y noviembre de 2024, el número de empleadores que declararon trabajadores cayó de 512.357 a 499.719, un descenso del 2,5%. Aunque el gobierno intentó vender una leve recuperación en el bimestre agosto-septiembre, con un aumento de 941 empleadores, esta tendencia se revirtió abruptamente en octubre y noviembre, con una pérdida neta de 707 empresas en solo dos meses. Este retroceso no es casual: es el resultado de políticas económicas que han priorizado el ajuste fiscal y la reducción del gasto público, sin considerar el impacto en el sector privado.
El sector más golpeado en términos absolutos fue el de transporte y almacenamiento, con 2.564 empleadores menos. Le siguen el comercio mayorista y minorista, con 2.262 empresas cerradas, y la construcción, con 1.515 empleadores desaparecidos. En términos relativos, la construcción lidera la debacle, con una caída del 7% en el número de empleadores. Estos números no solo reflejan la contracción de la actividad económica, sino también la falta de políticas específicas para sostener a los sectores más vulnerables.
El empleo en picada: ¿quiénes son los más afectados?
La pérdida de 242.896 puestos de trabajo registrados en unidades productivas es, quizás, el dato más alarmante. Esto representa una caída del 2,46% en el empleo formal, un retroceso que no se veía en décadas. El sector público, históricamente un amortiguador en tiempos de crisis, fue el más afectado, con una reducción de 99.612 trabajadores en administración pública, defensa y seguridad social. La construcción, por su parte, perdió 78.506 puestos, seguida por el transporte y almacenamiento, con 55.321 despidos.
En términos relativos, la construcción vuelve a ser el sector más golpeado, con una caída del 16,4% en su fuerza laboral. Esto no solo refleja la paralización de obras públicas y privadas, sino también la falta de crédito y la incertidumbre que ha caracterizado al primer año de gestión de Milei. El transporte y almacenamiento, con una reducción del 10,3%, y los servicios personales, con un 4,4%, completan el triste podio de los sectores más afectados.
Las pymes, las grandes perdedoras
Uno de los aspectos más preocupantes del informe es el impacto desproporcionado en las pequeñas y medianas empresas (pymes). El 99,6% de las empresas que cerraron (12.591) tenían hasta 500 trabajadores. Estas empresas, que son el corazón de la economía argentina, han sido las principales víctimas de un modelo que parece diseñado para beneficiar a los grandes conglomerados. Mientras las pymes luchan por sobrevivir, las empresas de más de 500 trabajadores representaron solo el 0,4% de las pérdidas (47 casos).
Sin embargo, cuando se analiza la caída del empleo por tamaño de empresa, el panorama es aún más desalentador. El 72,3% de los puestos de trabajo perdidos (175.685) corresponden a empresas de más de 500 empleados. Esto sugiere que, aunque las grandes empresas han resistido mejor en términos de cierres, han sido las más agresivas en reducir su dotación de personal. En contraste, las empresas más pequeñas, aunque menos propensas a despedir, han sido las más vulnerables a la quiebra.
Un modelo que no suma, resta
Las conclusiones del informe son contundentes: el primer año de gestión de Javier Milei ha sido un desastre para el mercado laboral argentino. La pérdida de empleadores y trabajadores registrados no solo refleja una contracción económica, sino también la ausencia de políticas efectivas para estimular la creación de empleo y sostener a las empresas en crisis. El ajuste fiscal, lejos de ser una solución, ha exacerbado los problemas estructurales de la economía, profundizando la desigualdad y la precarización.
El gobierno insiste en que estas medidas son necesarias para sanear la economía, pero los datos muestran que el costo social es insostenible. La construcción, el transporte y las pymes, pilares fundamentales de la economía real, están en terapia intensiva. Mientras tanto, el sector financiero y las grandes corporaciones parecen ser los únicos beneficiarios de un modelo que, en lugar de generar crecimiento, está destruyendo el tejido productivo del país.
¿Hacia dónde vamos?
El informe de la SRT es una advertencia clara: si no se revierten las políticas actuales, el futuro laboral de Argentina será aún más sombrío. La pérdida de empleo y empresas no es solo un número en un informe; son familias que pierden su sustento, emprendedores que ven desaparecer sus sueños y un país que se desangra. El gobierno de Milei tiene la responsabilidad de corregir el rumbo antes de que sea demasiado tarde. De lo contrario, el ajuste no será solo económico, sino también social y humano. Y ese es un costo que Argentina no puede permitirse pagar.
Este análisis no solo expone las cifras, sino que cuestiona el modelo económico implementado por el gobierno de Milei, invitando a la reflexión sobre sus consecuencias a largo plazo. ¿Es este el camino que queremos seguir? La respuesta, más que en los números, está en las calles.
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