Tras 33 años de historia, el icónico acuario marplatense cierra sus puertas. La falta de acuerdo con los propietarios del predio condena a la desocupación a 200 empleados en un contexto económico devastador.
El Aquarium de Mar del Plata, referente del turismo y la recreación desde 1993, cesará sus actividades el 31 de marzo. La decisión responde a la imposibilidad de renovar el contrato de alquiler, dejando a su personal sin certezas laborales. Mientras los animales serán reubicados, las familias de los trabajadores quedan a la deriva en plena crisis económica.
La postal de Mar del Plata cambiará para siempre: el Aquarium, histórico centro de atracción turística y educativa, cerrará definitivamente sus puertas. La noticia golpea a la ciudad y deja en el aire a 200 trabajadores que perderán sus empleos en un contexto de ajuste brutal. La administración del acuario, que funcionó durante tres décadas bajo un contrato de alquiler, confirmó que no logró llegar a un acuerdo con los propietarios del predio, quienes decidieron destinar la propiedad a otros fines.
El cierre del Aquarium no es solo una pérdida para el turismo y la cultura marplatense, sino también un reflejo de la crisis estructural que atraviesa el país. En una economía asfixiada por la recesión y la caída del consumo, la decisión de los dueños del predio parece responder a lógicas especulativas que priorizan el negocio inmobiliario sobre la continuidad de un espacio de recreación y conservación de la fauna marina.
El impacto social es devastador. 200 familias se verán directamente afectadas, sumándose a la creciente ola de despidos en distintos sectores. La falta de políticas públicas que protejan el empleo y la actividad turística queda expuesta con una crudeza alarmante. En un país donde el Estado se repliega, la decisión de cerrar el Aquarium muestra cómo el mercado desregulado deja a cientos de personas sin futuro.
La administración del acuario anunció que los animales serán reubicados en zoológicos y acuarios nacionales e internacionales, incluyendo un oceanario en el Caribe para los delfines y la liberación de la tortuga «Jorge» tras su rehabilitación. Sin embargo, el fin del Centro de Rehabilitación de Fauna Marina es otro golpe: la institución que durante años rescató y cuidó a animales heridos en la costa bonaerense desaparecerá, dejando un vacío en la conservación ambiental.
El gobierno de Javier Milei, que se vanagloria de su «libertad de mercado», deja en evidencia cómo la desregulación y el abandono del Estado provocan consecuencias desastrosas para los trabajadores y la comunidad. La inacción gubernamental ante el cierre del Aquarium es una muestra más de su desprecio por la protección del empleo y el patrimonio turístico nacional. Mientras el país se sumerge en una crisis sin precedentes, Milei sigue apostando a la ley del más fuerte, donde los trabajadores siempre pierden.
El cierre del Aquarium de Mar del Plata no es un hecho aislado, sino un símbolo de un país que se desmorona bajo las políticas de ajuste, la desprotección laboral y la especulación inmobiliaria. La incertidumbre para los 200 empleados es solo una muestra del futuro que nos espera si la desregulación y el abandono estatal siguen marcando el rumbo del país.
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