El experimento Milei fracasa en los mercados: desplome de bonos, riesgo país en alza y reservas en caída libre

El modelo libertario se estrella contra la realidad

Febrero fue un mes negro para los activos argentinos: el Merval se hundió, el riesgo país escaló un 26% y el Banco Central perdió reservas a un ritmo alarmante. El descalabro financiero expone el agotamiento del relato de Javier Milei y la fragilidad del ajuste sin rumbo.

La promesa de «estabilidad» que el gobierno de Javier Milei vendió a los mercados internacionales y al electorado argentino se desplomó con estrépito en febrero. Fue el peor mes en un año y medio para los activos financieros del país: el Merval cayó un 16,8% en dólares, el riesgo país trepó un 26,2% hasta los 780 puntos y el Banco Central perdió 1612 millones de dólares en reservas. Lejos de la «confianza» que Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, prometieron generar, los mercados dieron su veredicto: la desconfianza en el plan económico del gobierno es total.

Un ajuste que no cierra

El desmoronamiento de los activos locales es un reflejo del descalabro político y económico. Milei y Caputo insistieron en que el «ancla fiscal» lograría estabilizar el país, pero la realidad los golpeó con crudeza: el ajuste salvaje no sólo licuó salarios y jubilaciones, sino que también golpeó la actividad económica, minó la recaudación impositiva y dinamitó la confianza de los inversores. El resultado: un país más empobrecido, sin inversión genuina y con la expectativa de devaluación en ascenso.

El pésimo desempeño del Merval lo demuestra. Acciones clave como Sociedad Comercial del Plata (-27,9%), Transener (-27,5%) y Grupo Supervielle (-18,7%) sufrieron desplomes brutales. En Wall Street, los ADRs argentinos también se desangraron: Globant cayó un 30,3%, Central Puerto un 19,2% y Supervielle un 19,1%. El derrumbe de estos valores es la evidencia más cruda de que ni los grandes jugadores del mercado creen en la «nueva Argentina» que Milei promete desde su tribuna mediática.

La crisis cambiaria ya está aquí

Mientras los activos financieros argentinos colapsan, el gobierno tampoco puede contener la presión en el mercado cambiario. En febrero, el dólar MEP subió un 5,7%, cerrando en 1128,48 pesos, mientras que el «contado con liqui» quedó incluso por debajo, reflejando que los inversores prefieren fugar sus dólares al exterior en lugar de mantenerlos en el país.

El dólar blue también aumentó hasta los 1230 pesos, y las reservas del Banco Central sufrieron un derrumbe estrepitoso de 1612 millones de dólares en el mes. Si bien Caputo insiste en que «todo está bajo control», los números indican lo contrario: el plan de «estabilidad» se sostiene con alfileres y los inversores ya están apostando a una nueva devaluación.

El espejismo del FMI

Ante este panorama desolador, el gobierno de Milei sigue aferrado a la tabla de salvación del Fondo Monetario Internacional. Gita Gopinath, la número dos del organismo, mantuvo reuniones virtuales con Luis Caputo y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, para avanzar en un «nuevo programa» que le permita a la Argentina recibir más fondos y evitar un colapso cambiario. Sin embargo, más allá de los tweets optimistas del ministro de Economía, todavía no hay definiciones concretas sobre montos ni plazos.

El problema es que los mismos mercados que en algún momento celebraron la «ortodoxia» de Milei ahora desconfían de su capacidad para ejecutar un plan sustentable. La falta de certidumbre sobre el futuro económico del país genera un círculo vicioso: sin inversores confiando en el rumbo de la economía, la Argentina queda atrapada en una eterna negociación con el FMI, sin capacidad real de salir del pantano financiero.

El ajuste sin fin y la bomba de tiempo social

Mientras Milei se regodea en Twitter con su supuesta «revolución libertaria», la economía real se desmorona. La caída del poder adquisitivo, el parate del consumo y la suba de la inflación configuran un escenario explosivo. Los mercados ya empezaron a castigar el delirio económico del presidente, y es solo cuestión de tiempo para que el malestar social estalle con toda su furia.

La pregunta que queda en el aire es: ¿cuánto más aguantará la Argentina este experimento fallido antes de que la crisis estalle en las calles? Milei, atrapado en su burbuja ideológica, parece no tener la respuesta.

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