Jefes comunales del peronismo alertaron sobre la inviabilidad de implementar dos sistemas de votación en simultáneo. «Es un despropósito técnico y político», advirtieron tras un encuentro con Axel Kicillof.
En una reunión encabezada por el gobernador Axel Kicillof, 38 intendentes de la provincia de Buenos Aires expresaron su preocupación por la posible imposición de la boleta única en combinación con el sistema tradicional. Advierten que la propuesta del gobierno de Javier Milei no solo es caótica desde lo logístico, sino que también pone en riesgo la transparencia del proceso electoral.
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El plan del gobierno de Javier Milei de modificar el sistema electoral en la provincia de Buenos Aires encendió las alarmas en el territorio bonaerense. En un encuentro con Axel Kicillof, 38 intendentes del peronismo manifestaron su profunda preocupación ante la posibilidad de llevar a cabo elecciones con dos sistemas de votación en simultáneo: la tradicional boleta partidaria y la boleta única de papel, una iniciativa que el oficialismo intenta imponer a nivel nacional.
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El intendente de Laprida, Alfredo Rubén Fisher, resumió el malestar generalizado: “Es una locura intentar mezclar dos formas de votación en una misma jornada. Es incompatible desde lo práctico y genera un desorden sin precedentes”. Fisher detalló que, a nivel territorial, la propuesta no solo es impracticable, sino que además atenta contra la voluntad popular. “Nos preocupa que esto termine en un proceso electoral desprolijo, lleno de irregularidades y con márgenes de fraude nunca antes vistos”, alertó.
El eje del reclamo de los intendentes no es solo político, sino también técnico y logístico. “Imaginemos el caos: en un aula se vota con el sistema tradicional, con cuarto oscuro y boletas en papel, y en otro espacio diferente, un gimnasio o un salón de actos, se vota con boleta única. Son dos circuitos de votación incompatibles que requieren infraestructura y organización diferentes”, explicó Fisher.
La preocupación se profundiza cuando se analiza el escrutinio: “No solo es un problema al momento de emitir el voto, sino que una vez cerrada la elección habrá que hacer dos conteos distintos, con sistemas de fiscalización diferentes, lo que inevitablemente generará confusión, retrasos y conflictos en las mesas electorales”, agregó el jefe comunal.
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En el encuentro con Kicillof, los intendentes dejaron en claro que la implementación de este sistema en Buenos Aires no es viable. “Solo uno de los 38 intendentes presentes había participado de una elección con boleta única, y fue en Santa Fe, donde ya estaba establecido el sistema. Aquí, en la provincia, querer imponerlo de manera improvisada es directamente un atropello institucional”, remarcó Fisher.
Desde la Gobernación bonaerense, Kicillof escuchó el reclamo y, aunque evitó pronunciarse de manera contundente, dejó entrever su preocupación. “El gobernador fue prudente, dijo que hay que esperar lo que pase en el Congreso”, relató Fisher. Sin embargo, el consenso entre los jefes comunales es que esta reforma no puede aplicarse sin generar un caos electoral.
El trasfondo político de la medida también es evidente. La provincia de Buenos Aires es el bastión electoral del peronismo y la imposición de un sistema que genera confusión podría traducirse en una merma de votos para la oposición a Milei. “Es evidente que buscan embarrar la cancha. No es una reforma para mejorar la democracia, es una maniobra para entorpecerla”, denunció un intendente presente en la reunión.
La boleta única ha sido una bandera de la derecha argentina desde hace años, con el argumento de que simplifica el voto y reduce el costo electoral. Sin embargo, la implementación improvisada en el territorio bonaerense genera más dudas que certezas. “Si el objetivo es mejorar el sistema, debe haber un debate serio, no una imposición forzada que pone en jaque la transparencia de las elecciones”, concluyó Fisher.
Con la incertidumbre en aumento, los intendentes dejaron en claro que resistirán cualquier intento de desestabilización electoral en la provincia. El desenlace, ahora, depende de lo que ocurra en el Congreso, donde el oficialismo intentará avanzar con una reforma que ya genera amplio rechazo en el territorio más populoso del país.
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