Protesta de trabajadores despedidos en Praxair se manifestaron en Panamericana

Trabajadores de una multinacional de gases industriales cortó la Panamericana en reclamo de reincorporaciones, mientras el gobierno mira hacia otro lado.


En un contexto de ajustes y despidos, empleados de Praxair, proveedora de gigantes como Toyota y Ford, protestan en General Pacheco. ¿Hasta cuándo el gobierno de Javier Milei seguirá ignorando el impacto social de sus medidas económicas?

El panorama laboral en Argentina sigue en caída libre. Esta mañana, la Autopista Panamericana y la ruta 197 en General Pacheco fueron testigos de un nuevo capítulo en la crisis laboral que atraviesa el país. Decenas de trabajadores de Praxair, una multinacional líder en gases industriales y medicinales, cortaron el tránsito en reclamo por despidos injustificados. La protesta, que comenzó en las primeras horas del día, dejó en evidencia no solo la desesperación de los empleados, sino también la indiferencia del gobierno de Javier Milei ante el creciente malestar social.

Los números son contundentes: en diciembre, Praxair despidió a 10 trabajadores, un 20% de su planta. Aunque en enero reincorporaron a cuatro, seis empleados siguen fuera de sus puestos. La empresa, que provee a empresas como YPF, Volkswagen, Ford y Toyota, argumentó que los despidos responden a una «reestructuración». Sin embargo, los trabajadores denuncian que se trata de una medida arbitraria, carente de justificación y que vulnera sus derechos laborales.

La protesta, que se extendió por horas, generó demoras significativas en una de las autopistas más transitadas del país. Los manifestantes, acompañados por sindicatos y vecinos, exigieron la reincorporación inmediata de sus compañeros. A pesar de la presencia policial, el corte se mantuvo pacífico, aunque con un mensaje claro: no están dispuestos a ser el eslabón más débil en la cadena de ajustes que impulsa el gobierno.

Este no es un caso aislado. Desde que Javier Milei asumió la presidencia, los despidos masivos se han convertido en una constante. Su discurso de «reforma económica» y «ajuste necesario» choca frontalmente con la realidad de miles de familias que ven cómo sus ingresos se evaporan. La falta de políticas concretas para proteger el empleo y la insistencia en medidas que benefician a las grandes corporaciones en detrimento de los trabajadores han generado un clima de incertidumbre y descontento.

Mientras los trabajadores de Praxair cortaban la Panamericana, el gobierno permaneció en silencio. Ni un pronunciamiento, ni una propuesta, ni siquiera un gesto de empatía. La pregunta es inevitable: ¿hasta cuándo el gobierno de Milei seguirá ignorando el costo humano de sus políticas? ¿Cuántos despidos más tendrán que ocurrir para que el Ejecutivo tome cartas en el asunto?

La protesta de hoy no es solo un reclamo laboral; es un grito desesperado de quienes sienten que el sistema los ha dejado atrás. En un país donde el desempleo y la precarización laboral avanzan a pasos agigantados, el gobierno tiene la obligación de escuchar y actuar. De lo contrario, las calles seguirán siendo el único espacio donde los trabajadores puedan hacer oír su voz.

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