El presidente Javier Milei despidió a Sonia Cavallo de la Embajada argentina ante la OEA. Una decisión que expone las tensiones internas y la fragilidad del gobierno frente a las críticas. La destitución de Sonia Cavallo Runde como embajadora ante la OEA marca un nuevo capítulo en la tormentosa relación entre Javier Milei y Domingo Cavallo.
En un movimiento que no pasó desapercibido, el presidente Javier Milei decidió despedir a Sonia Cavallo Runde de su cargo como embajadora argentina ante la Organización de Estados Americanos (OEA). La decisión, tomada de manera fulminante, llegó tras una serie de críticas públicas que Domingo Cavallo, padre de Sonia y exministro de Economía durante la presidencia de Carlos Menem, lanzó contra la política económica del gobierno actual.
Sonia Cavallo, quien había sido designada en el cargo en mayo del año pasado, vivía en Estados Unidos desde hace más de una década y llegó a la embajada gracias al vínculo que Milei mantenía con su padre, a quien en su momento calificó como «el mejor ministro de Economía de la historia». Sin embargo, esa relación de admiración mutua se quebró cuando Cavallo comenzó a cuestionar abiertamente las medidas económicas del gobierno, especialmente en temas sensibles como el tipo de cambio y la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
MILEI ECHÓ A LA HIJA DE CAVALLO DE EMBAJADORA tras esta advertencia de su padre: “Si no devaluás ahora, es probable que tengas serios problemas antes de las elecciones. Si devaluás, es probable que las pierdas, pero al menos no tendrás los serios problemas que tuve yo en 2001.” pic.twitter.com/FsFQJkWRnp
— Juan Enrique (@juanenriqueUBA) February 10, 2025
El detonante final ocurrió esta mañana, cuando Milei, en una entrevista con Antonio Laje en A24, arremetió contra Cavallo llamándolo «impresentable» y recordando que, durante la Convertibilidad, el tipo de cambio equivaldría hoy a 700 pesos. Horas después, el vocero presidencial, Manuel Adorni, confirmó el despido de Sonia Cavallo a través de redes sociales: «Por decisión del Presidente de la Nación, Sonia Cavallo deja de ser la embajadora argentina ante la OEA».
La decisión no sorprende si se tiene en cuenta el estilo confrontativo de Milei, quien no tolera disidencias, especialmente cuando provienen de figuras con peso político como Cavallo. Sin embargo, el despido de Sonia Cavallo plantea varias preguntas incómodas: ¿Fue una decisión basada en méritos o simplemente un acto de retaliación contra su padre? ¿Qué mensaje envía el gobierno al despedir a una funcionaria que, según fuentes oficiales, mantenía un perfil bajo y estaba alineada con las políticas exteriores de Milei?
Lo cierto es que el gobierno atraviesa un momento delicado. Las críticas de Cavallo no son menores. El exministro ha señalado que el atraso cambiario y el cepo al dólar son medidas insostenibles que podrían llevar a una crisis económica aún mayor. Estas declaraciones, sumadas a la presión de la negociación con el FMI, han puesto al gobierno en una posición incómoda, donde cualquier crítica interna es percibida como una amenaza.
Sonia Cavallo, por su parte, había mantenido un perfil bajo durante su gestión. Economista de formación, con una maestría en Políticas Públicas de Harvard y una larga trayectoria académica en Estados Unidos, su designación como embajadora fue vista como un gesto de acercamiento entre Milei y Cavallo. Sin embargo, ese gesto se desvaneció rápidamente cuando las diferencias políticas y económicas entre ambos salieron a la luz.
El despido de Sonia Cavallo no solo expone las tensiones internas del gobierno, sino también la fragilidad de un presidente que parece no tolerar críticas, incluso cuando estas provienen de figuras con experiencia y conocimiento en materia económica. En un contexto donde la economía argentina está al borde del colapso, la decisión de Milei de despedir a la hija de Cavallo parece más un acto de venganza política que una medida estratégica.
En definitiva, este episodio deja en evidencia que, para Milei, la lealtad parece ser más importante que la capacidad técnica o la experiencia. Una postura peligrosa en un momento en el que el país necesita soluciones concretas y no batallas personales.
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