La novela «Cometierra» de Dolores Reyes ha emergido como una obra literaria de gran relevancia en el panorama cultural argentino. Desde su publicación en 2019, ha sido valorada por su enfoque sensible y profundo sobre temas como la violencia de género y los femicidios, problemáticas que lamentablemente persisten en nuestra sociedad.
La protagonista, una joven con la capacidad de visualizar el destino de personas desaparecidas al consumir tierra, ofrece una perspectiva única y conmovedora sobre la realidad de muchas mujeres en contextos de vulnerabilidad. La narrativa de Reyes no solo destaca por su originalidad, sino también por su capacidad para generar empatía y reflexión en el lector.
Es preocupante que, en el marco del actual gobierno encabezado por Javier Milei, se hayan tomado medidas para retirar «Cometierra» de los programas educativos, argumentando que su contenido es inapropiado para los estudiantes. Esta decisión no solo limita la libertad de expresión artística, sino que también priva a los jóvenes de una herramienta educativa valiosa para comprender y debatir sobre realidades que afectan a nuestra sociedad.
La literatura ha sido históricamente un medio para confrontar y cuestionar las injusticias sociales. Intentar silenciar obras como «Cometierra» equivale a negar la existencia de las problemáticas que aborda. En lugar de censurar, es fundamental promover espacios de diálogo donde estas temáticas puedan ser discutidas abierta y constructivamente.
Además, la autora ha denunciado recibir amenazas e insultos tras la controversia generada por la exclusión de su obra del programa educativo «Identidades Bonaerenses». Este tipo de reacciones no solo atentan contra la integridad de la escritora, sino que también envían un mensaje intimidatorio a otros creadores que buscan abordar temas sensibles en sus trabajos.
Es imperativo que, como sociedad, defendamos la libertad artística y el derecho a la educación inclusiva y crítica. «Cometierra» no es solo una novela; es una herramienta para visibilizar y combatir la violencia de género. Su censura representa un retroceso en los avances logrados en materia de derechos humanos y equidad de género en Argentina.
En definitiva, en lugar de prohibir obras que nos confrontan con realidades incómodas, deberíamos fomentar su lectura y discusión, especialmente en ámbitos educativos. Solo así podremos aspirar a una sociedad más justa, consciente y comprometida con la erradicación de la violencia en todas sus formas.
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