Caputo, el incendiario del mercado: quema reservas, confunde y agota el plan Milei

El plan económico de Javier Milei se tambalea. Luis Caputo, su ministro de Economía y verdadero conductor de la política económica, intentó aclarar el rumbo en una entrevista, pero terminó sumiendo al mercado en el desconcierto. Sus palabras, lejos de generar confianza, desataron un martes negro para el país: desplome de la Bolsa, caída de bonos, disparada del dólar futuro y un Banco Central quemando reservas como si no hubiera un mañana. ¿El resultado? Un gobierno acorralado por sus propias contradicciones y un mercado que sentencia el final de la primera etapa del plan.

La clave de la debacle radica en la entrevista que Caputo brindó, en la que abordó el régimen cambiario. El ministro intentó explicar que Argentina sí puede «flotar» su tipo de cambio, siempre y cuando tenga una economía sana. Pero en su discurso se enredó en tecnicismos y terminó admitiendo, sin querer, la fragilidad del esquema actual. «Argentina siempre tuvo déficit y lo financió con emisión», sostuvo, y acto seguido deslizó que la economía necesita dólares que simplemente no están. El mercado leyó el mensaje entre líneas: una devaluación es inminente.

El efecto fue inmediato. Los contratos de dólar futuro saltaron un 5% en una sola jornada, la mayor suba del año. La Bolsa porteña se desplomó y el Banco Central tuvo que salir a vender reservas para contener la corrida. En apenas tres días, el gobierno dilapidó 730 millones de dólares, casi todo el dinero que había conseguido del famoso «repo» con los bancos internacionales. En total, ya quemaron más de 40.000 millones de dólares entre superávit comercial y blanqueo de capitales solo para sostener la ilusión de un dólar estable.

El mercado ya no cree en el plan. «La primera etapa del programa de Caputo está agotada», advierten los expertos. El esquema basado en el ancla cambiaria y un crawling peg del 1% mensual no se sostiene más. La falta de dólares, la inflación reprimida y el atraso del tipo de cambio son una bomba de tiempo. En este contexto, el gobierno se enfrenta a una decisión ineludible: o devalúa o el mercado lo hace por él.

El propio Caputo parece haber perdido la brújula. «No hay imposibilidad de flotar», dijo, pero al mismo tiempo reconoció que para hacerlo se necesita un Banco Central capitalizado, inflación controlada y un mercado de dinero ordenado. Ninguna de esas condiciones se cumple hoy en Argentina. La realidad es que el gobierno apostó todo a una estrategia que ya no da resultados y ahora se enfrenta al dilema de cómo seguir sin hundirse definitivamente.

El mercado ya no le tiene paciencia

El martes negro no solo expuso las inconsistencias del gobierno, sino que también anticipó lo que viene: más turbulencias. «El mercado te tiene paciencia hasta que un día se levanta enojado», sintetizó un analista. Y ese día llegó. Los inversores ya no compran el discurso de que el ajuste fiscal es suficiente para estabilizar la economía. La ortodoxia de Milei se estrella contra la realidad: el déficit cero no alcanza si no hay dólares para sostener el modelo.

En este contexto, el gobierno busca desesperadamente un salvavidas. Planea endeudarse en 20.000 millones de dólares con bancos internacionales para estirar la agonía. Pero las condiciones del préstamo son un misterio. «Confidencial», dijo Caputo cuando le preguntaron por los términos del acuerdo. Una respuesta insólita, que generó aún más desconfianza. ¿Cómo puede ser confidencial un acuerdo de deuda que compromete el futuro del país?

¿Y ahora qué?

El panorama es desolador. Con la política en pie de guerra por el DNU, una marcha masiva en puerta y un mercado que olfatea la debacle, el margen de maniobra se reduce. Si el peronismo logra rechazar el DNU, el gobierno culpará a la oposición por la crisis. Si el decreto sigue en pie, el colapso llegará por la vía económica. En cualquier caso, el desenlace parece inevitable: Milei y Caputo ya se gastaron todo su margen de acción y el barco económico empieza a hundirse sin salvavidas a la vista.

La gran pregunta es cuánto más podrá resistir el relato oficial. Hasta ahora, el gobierno ocultó la inflación real con un tipo de cambio pisado, pero la olla a presión está a punto de estallar. Si devalúan, la inflación se disparará. Si no lo hacen, el mercado los arrastrará al mismo desenlace, pero de forma aún más caótica. Como en toda crisis argentina, el final de la película parece escrito de antemano. Solo queda por ver si el gobierno intentará cambiar el guion o si simplemente se resignará a ver cómo el mercado se lo lleva puesto.

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