La apertura indiscriminada de importaciones y la concentración de la materia prima asfixian a la industria nacional
La industria de la indumentaria en Argentina enfrenta una crisis devastadora. Mario Giambattistelli, presidente de la Cámara Industrial de la Indumentaria de Rosario, denuncia un escenario de desmantelamiento acelerado del sector textil, agravado por las políticas del gobierno de Javier Milei. «No nos sorprende, esto ya viene ocurriendo desde el primer día de su gestión», afirma con crudeza. Según sus datos, la producción se desplomó un 40% en el primer semestre de 2023 y alcanzó una caída del 60% hacia fin de año.
La situación es alarmante. La desregulación del mercado permitió el ingreso masivo de productos importados, que arrasan con la industria local. «Esto es la frutilla del postre en un proceso que llamo ‘industricidio’, que comenzó en 2015 con la pérdida de 200.000 puestos de trabajo y el cierre de miles de pymes», denuncia Giambattistelli. La concentración de la producción de materia prima en manos de cuatro grandes importadores impide a los fabricantes nacionales competir en precios, condenándolos al cierre.
Precios inalcanzables y consumo desplomado
El encarecimiento de la materia prima es uno de los principales factores que encarecen los productos fabricados en el país. Giambattistelli explica que el costo de la tela de jean alcanza los 11.000 pesos por metro, mientras que otros insumos como cierres, botones e hilos elevan el costo de producción a 42.000 pesos por prenda, sin contar la mano de obra, alquileres y servicios. En contraste, un jean importado llega al mercado a 25.000 pesos. «Lo que es caro en Argentina no es la fabricación, sino la materia prima, cuyo precio es impuesto por los importadores», sentencia.
El desplome del consumo agrava la crisis. Según el dirigente, las ventas minoristas de indumentaria cayeron un 70% a finales de 2024 y el 80% de los monotributistas dedicados al rubro desapareció. En la provincia de Santa Fe, ya cerraron 2.300 negocios textiles. «Es más de lo mismo, el 40% de lo que se vende es importado y el 60% restante entra por contrabando», señala, denunciando la presencia de gigantes como Amazon en la región, que operan con «mano de obra esclava» y destruyen el mercado interno.
Historia de un colapso anunciado
Para Giambattistelli, la destrucción de la industria textil es cíclica y responde a un mismo patrón de políticas neoliberales. «Nos pasó en los ’90, en 2015 con Macri, y ahora nuevamente. Cada vez que se abre la importación y se eliminan protecciones a la industria nacional, se pierden miles de empleos y desaparecen las pymes», advierte. Entre 2015 y 2019, con la liberalización de las importaciones, se cerraron 3.600 pymes y se esfumaron 200.000 puestos de trabajo. «Con Alberto Fernández logramos una recuperación parcial, con la reapertura de 1.300 pymes y el alta de 1.500 monotributistas, pero todo eso se está destruyendo otra vez a pasos acelerados», lamenta.
El dirigente advierte que las medidas del gobierno de Milei no beneficiarán a los consumidores, sino a los importadores. «Esto es como la baja del IVA: desaparece el impuesto, pero el precio final no baja. Los importadores son los que se quedan con la tajada, los comercios seguirán vendiendo al mismo precio y ganando más, mientras que nosotros desaparecemos», sentencia.
El panorama para la industria nacional es desolador. La falta de regulación, la concentración de insumos y el ingreso descontrolado de mercadería extranjera están arrasando con el sector textil, condenándolo a un destino que ya se vivió en otras décadas. «Lo que está pasando no es casualidad, es una decisión política», concluye Giambattistelli, con la amargura de quien ve el futuro de la industria nacional desvanecerse una vez más.
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