La caída de reservas: El Banco Central dilapidó USD 700 millones y el riesgo cambiario se vuelve incontrolable

En una nueva señal de inestabilidad, las reservas brutas cayeron USD 700 millones, exponiendo la fragilidad del plan económico del gobierno de Javier Milei. Con la incertidumbre cambiaria en ascenso, los inversores desconfían de la capacidad oficial para estabilizar la economía y buscan refugio en el dólar. La presión sobre el tipo de cambio y la falta de confianza en el acuerdo con el FMI agravan el cuadro de crisis latente.

El modelo económico de Javier Milei comienza a mostrar signos evidentes de agotamiento. La pérdida de USD 700 millones en reservas en apenas unas jornadas desnuda la precariedad de una política que prometía orden pero está conduciendo al país a un abismo cambiario. La situación se agravó con una venta neta de USD 474 millones en el mercado oficial, reflejando el drenaje imparable de divisas y la creciente demanda de dólares por parte de los inversores que ya no creen en la sostenibilidad del plan del gobierno.

El economista Gabriel Caamaño fue tajante al respecto: «Lo más relevante es la caída de las reservas brutas. Ahí impactan las ventas del viernes, y tiene que haber habido caída de encajes. A mitad de mes, es difícil no asignarla a una baja de depósitos en dólares y algo de costo de intervención en CCL y MEP». En otras palabras, el esquema de Milei no logra evitar el desplome de los activos en moneda extranjera, mientras la desconfianza se expande entre los operadores financieros.

El plan de ajuste extremo impulsado por el gobierno ha generado una contracción brutal en la economía, pero no ha logrado contener la presión cambiaria ni consolidar la confianza de los mercados. En este contexto, la negociación con el Fondo Monetario Internacional se convierte en una carrera contra reloj. Mientras desde el oficialismo intentan transmitir calma, en Wall Street y en los círculos financieros internacionales la preocupación es evidente.

«Riesgo al rojo vivo. Los inversores piden un plus para quedarse en activos argentinos», advierte una fuente del sector financiero. «Las luces rojas se encendieron cuando el mercado desconfió del timing de los desembolsos del FMI. Los activos en dólares volaron y la plaza cambiaria no vislumbra una sobreoferta de dólares. Esto que ocurre sirve como una suerte de simulación a lo que ocurriría si hoy se levantara el cepo». Dicho en términos simples, la economía argentina está sometida a un test de resistencia y, por el momento, lo está perdiendo.

El dólar blue reaccionó con fuerza a esta incertidumbre y cerró en $1.255, marcando un incremento de $15 en solo una jornada. Mientras tanto, el MEP y el contado con liquidación (CCL) treparon a $1.254 y $1.255 respectivamente. El mercado de futuros también refleja el descontento: los contratos de dólar hasta agosto de 2025 descuentan una devaluación superior al 2% mensual. El giro dolarizador es imparable, reflejando que los tenedores de Bopreal prefieren deshacerse de sus títulos en lugar de seguir apostando por la estabilidad del gobierno libertario.

El paquete de asistencia del FMI, que el gobierno presenta como una tabla de salvación, es visto con escepticismo por los analistas financieros. La consultora estadounidense TCW, especializada en mercados emergentes, advirtió que «el programa con el FMI ya está descontado» y que «los inversores no ven el próximo catalizador positivo». En otras palabras, ni siquiera los dólares que podrían ingresar desde Washington calman la sed del mercado, que sigue buscando refugio en moneda dura ante el temor de una crisis mayor.

Desde Wall Street, las expectativas son cada vez más pesimistas: «Se descuenta una generosa asistencia del FMI. Sin embargo, eso no bastaría para despegar. Podría ser algo similar al ‘Blindaje’ de De la Rúa, con participación del BID, el Banco Mundial y la CAF», señala otra fuente. La referencia a la crisis del 2001 no es casual: la Argentina ya conoce de memoria las consecuencias de financiar su estabilidad con endeudamiento externo sin respaldo productivo.

La posibilidad de que otros organismos multilaterales intervengan en la crisis también está en el aire, pero con un serio inconveniente: el BID y la Corporación Andina de Fomento (CAF) no ofrecen financiamiento de libre disponibilidad, sino que entregan créditos con asignación específica. «Si le dan fondos a la Argentina para intervenir el precio del dólar, atentan contra la naturaleza de esos propios organismos, que en teoría financian el desarrollo», explican desde el mercado. Esto significa que, aún en el improbable caso de que se consigan dólares frescos por esta vía, no podrían utilizarse para frenar la corrida cambiaria.

El gobierno de Milei enfrenta una tormenta perfecta: un mercado que ya no le cree, un FMI que exige resultados concretos y una población que sigue sufriendo el ajuste. La caída de reservas es solo un síntoma más de un modelo económico que está dejando de sostenerse sobre sus propios pilares. La falta de dólares, el desarme de la deuda en pesos y la creciente presión sobre el tipo de cambio empujan al país a una situación de extrema fragilidad.

Mientras tanto, el discurso oficial sigue apelando a la retórica del «cambio» y la «libertad» económica, pero los hechos muestran una realidad muy diferente. La Argentina de Milei no está encaminada hacia la estabilidad, sino hacia una nueva crisis de confianza que amenaza con repetir los errores del pasado. Con cada día que pasa, la promesa de orden se diluye, y el mercado ya lo sabe: la paciencia se acabó, y la cuenta regresiva para el estallido ya comenzó.

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