La crisis del Acero: Paralización en Acerbrag y despidos masivos en Acindar, mientras Trump impone aranceles, Milei elige sumisión

La industria metalúrgica argentina enfrenta su peor crisis en décadas. Acerbrag detuvo su producción y podría despedir a 500 empleados, sumándose a las 1.000 suspensiones de Acindar. Mientras tanto, el gobierno de Javier Milei no toma medidas y se niega a interceder ante Donald Trump, cuya política proteccionista golpea de lleno al sector.

(Por Osvaldo Peralta) La industria siderúrgica argentina está al borde del colapso. La crisis se profundiza con la paralización de la planta de Acerbrag en Bragado, provincia de Buenos Aires, que amenaza con despedir a 500 trabajadores. Este escenario se suma a la situación crítica de Acindar, que ya suspendió a casi 1.000 empleados. El detonante inmediato de esta debacle es la decisión de Donald Trump de imponer un arancel del 25% a las importaciones de acero y aluminio. Sin embargo, la crisis estructural responde a una política de desindustrialización impulsada por el propio gobierno de Javier Milei.

Milei y Trump: sumisión antes que soberanía

Frente a la medida proteccionista de Trump, las empresas del sector esperaban una reacción del gobierno argentino. No obstante, la respuesta de Milei ha sido el silencio. Fiel a su alineamiento irrestricto con la extrema derecha norteamericana, el presidente argentino evita cualquier confrontación con su líder ideológico. Prefiere sostener su narrativa de «libre mercado» y «cero intervención estatal», aunque esto implique la destrucción de miles de empleos y el cierre de plantas estratégicas.

La decisión de Milei de no interceder ante Trump se traduce en una mayor dependencia de las importaciones, principalmente de China y Brasil. Paradójicamente, mientras el presidente argentino denuesta al gigante asiático en sus discursos, su falta de acción facilita la penetración del acero chino en el mercado local, desplazando a la industria nacional.

La crisis de Acerbrag y el colapso del modelo industrial

Acerbrag, la tercera productora de aceros largos y la segunda de hierro redondo en Argentina, ya había atravesado una crisis similar en agosto de 2024. En ese momento, la empresa aplicó despidos y redujo su producción, pero ahora la situación es más grave. La combinación de los aranceles de Trump, el desplome del mercado interno y la competencia desleal con productos extranjeros ha llevado a la siderúrgica a un punto límite.

El intendente de Bragado, Sergio Barenghi, alertó sobre el impacto social y económico de la crisis. «Es un alerta importante para la comunidad que una empresa de esa magnitud esté envuelta en una crisis que tiene que ver prácticamente con el modelo económico», señaló. Según el jefe comunal, la política de importaciones irrestrictas, sumada al freno absoluto de la obra pública, ha generado un contexto en el que la industria local no puede ser competitiva.

El modelo Milei: un presente de suspensiones y un futuro de despidos

El parate de la construcción, provocado por el desmantelamiento de la obra pública, ha golpeado de lleno a las siderúrgicas, que dependen en gran medida de la demanda de materiales para infraestructura. Sin proyectos estatales y con una economía en recesión, la industria nacional se enfrenta a una crisis de demanda sin precedentes.

La Unión Obrera Metalúrgica (UOM) ya había advertido que las importaciones de acero de China y Brasil estaban desplazando a la producción local. Ahora, con las medidas de Trump y la inacción del gobierno, el panorama es aún más sombrío. El gremio denunció que «el gobierno de Milei está destruyendo la industria nacional» y exigió medidas urgentes para proteger el empleo.

Un gobierno que abandona a su industria

El caso de Acerbrag es sólo un síntoma de un problema más profundo. La falta de una estrategia industrial, la apertura indiscriminada de importaciones y la sumisión ante las decisiones de Trump están llevando al sector metalúrgico a una situación límite. Sin políticas de incentivo a la producción nacional, sin obra pública y sin una defensa activa de los intereses del país, el futuro de la siderurgia argentina está en peligro.

La crisis de Acerbrag y Acindar expone la contradicción central del modelo libertario de Milei: en su afán de desmantelar el Estado, está destruyendo el aparato productivo y condenando a miles de trabajadores al desempleo. Mientras el presidente se aferra a su dogmatismo, la realidad golpea con crudeza a la industria nacional. El resultado es un país sin soberanía económica, dependiente de las decisiones de potencias extranjeras y con una clase trabajadora cada vez más castigada.

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