La maniobra de Telecom y el dominio absoluto del Grupo Clarín: Un monopolio disfrazado de libre mercado
La reciente adquisición de Telefónica Móviles Argentina por parte de Telecom, el brazo de telecomunicaciones del Grupo Clarín, no es solo una transacción financiera de alto calibre. Representa el golpe final de una estrategia de acumulación de poder que lleva décadas gestándose y que amenaza con consolidar un monopolio absoluto sobre las telecomunicaciones en Argentina. Con esta operación, Clarín concentra el 79% del mercado de telefonía fija, el 61% del mercado de telefonía móvil, el 48% de internet por banda ancha y el 42% de la televisión por suscripción. La pregunta no es si esto vulnera la Ley de Defensa de la Competencia, sino si alguien tendrá el valor de frenar la voracidad de un grupo que ha sabido torcer la voluntad de los gobiernos y doblegar las leyes a su favor.
La compra de Telefónica por parte de Telecom se realizó sin la debida aprobación de los organismos regulatorios, como la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) y el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM). La operación, valuada en más de 1.240 millones de dólares, evidencia la impunidad con la que el Grupo Clarín actúa: primero toma el control, y luego impone su poder mediático para legitimar lo que ya es un hecho consumado. Este modus operandi no es nuevo, pero sí es el más ambicioso de todos los llevados a cabo hasta ahora.
El propio presidente Javier Milei, en un gesto inusual, reconoció públicamente la gravedad del asunto. «Quieren quedarse con el 70% de las telecomunicaciones argentinas. Eso implica que tu celular, tu internet, tu teléfono, todo lo controlaría el mismo grupo económico, que por su posición dominante podría cobrarte cualquier precio porque no habría competencia», escribió en su cuenta de X. Sin embargo, la pregunta que sigue es si el gobierno está dispuesto a enfrentar realmente a Clarín o si esta denuncia pública no es más que una pose para simular independencia.
La Ley de Defensa de la Competencia (27.442) es clara en su articulado: cualquier concentración económica que restrinja, distorsione o elimine la competencia es ilegal. Y eso es exactamente lo que hace esta operación. Con la absorción de Telefónica, Telecom se convierte en la dueña absoluta de las comunicaciones en Argentina, lo que no solo atenta contra el libre mercado, sino que también pone en peligro la soberanía comunicacional del país.
En un mercado en el que una sola empresa controla la mayoría de los servicios de telefonía fija, móvil e internet, las reglas del juego cambian. Los precios pueden manipularse sin competencia, los usuarios quedan cautivos de una sola compañía, y el acceso a la información y la comunicación se transforman en un bien regulado por los intereses de un grupo económico que, además, posee la hegemonía de los medios de comunicación en Argentina.
La denuncia de Telecentro ante la CNDC no solo es válida, sino urgente. La concentración de Clarín en el sector de las telecomunicaciones afecta directamente a millones de argentinos, limitando la pluralidad de voces y el acceso a servicios esenciales. A pesar de ello, el silencio de la oposición política y de otras empresas del sector demuestra el nivel de influencia que el Grupo Clarín ha logrado imponer en la economía y la política nacional.
Lo más grave de esta situación es la pasividad del Estado ante un atropello de semejante magnitud. Las instituciones encargadas de regular el mercado de las telecomunicaciones han demostrado ser poco más que estructuras burocráticas incapaces de enfrentar el poder real de Clarín. El hecho de que Telecom haya avanzado con la compra sin la aprobación de los organismos correspondientes es la prueba más evidente de la impunidad con la que opera.
La historia nos ha enseñado que cuando Clarín quiere algo, lo consigue. Ya lo hizo con Papel Prensa durante la dictadura militar, con la ley de medios en la década pasada y ahora con el sector de telecomunicaciones. Su estrategia siempre es la misma: presionar al gobierno de turno con su poder mediático hasta obtener el resultado deseado. La pregunta es si esta vez alguien estará dispuesto a frenarlo.
Si esta operación se consolida sin intervención alguna, Argentina estará ante el monopolio de telecomunicaciones más grande de su historia. Un solo grupo manejará la infraestructura de comunicaciones del país, con el poder de fijar precios, condicionar servicios y definir qué contenido se difunde y cuál se censura.
La concentración del poder económico y mediático en una sola empresa no solo es peligrosa para el mercado, sino también para la democracia. Sin diversidad de opciones y sin una regulación efectiva, la libertad de expresión y el acceso a la información quedan a merced de los intereses de un grupo corporativo que ha demostrado estar dispuesto a cualquier cosa con tal de seguir acumulando poder.
El Grupo Clarín no solo controla lo que los argentinos leen, ven y escuchan, sino que ahora también controlará la infraestructura que permite la comunicación. La gran estafa argentina no es solo un negocio multimillonario, es un atentado contra la soberanía informativa y el derecho de los ciudadanos a elegir libremente. Si nadie detiene esta avanzada, la Argentina de mañana será un país donde la información, las telecomunicaciones y la opinión pública estarán en manos de un solo jugador: Clarín.
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