Lejos de ser un error, la reciente estafa con criptomonedas en la que Javier Milei estuvo involucrado fue una maniobra deliberada, planificada durante meses. El análisis revelador de Roberto Navarro explicando los antecedentes de fraudes financieros y los vínculos con negocios turbios, demostrando que para el presidente argentino, la «libertad» que pregona, solo es un disfraz para el saqueo sistemático.
El periodista Roberto Navarro expresó en su editorial del día de hoy que el pasado fin de semana, mientras el gobierno intentaba vender la imagen de un Milei “ingenuo” que simplemente cometió un desliz promocionando una criptomoneda fraudulenta, la realidad expuesta por las pruebas indica lo contrario. No se trató de una simple equivocación, sino de una estafa meticulosamente planificada, con la participación activa del presidente de la Nación. Los hechos demuestran que no solo sabía lo que hacía, sino que utilizó su influencia para legitimar una operación que terminó defraudando a 44.000 personas por más de 107 millones de dólares.
La estrategia del oficialismo es clara: instalar la narrativa de que Milei fue “engañado”, que simplemente cayó en la trampa de inversores inescrupulosos. Sin embargo, los antecedentes lo contradicen. No es la primera vez que el actual presidente está ligado a fraudes financieros. Ya había promovido esquemas de inversión fraudulentos y cobrado por ello. Su defensa—admitiendo sin pudor que “mis opiniones las cobro”—no solo confirma que su participación fue activa, sino que refuerza la sospecha de que su gobierno no es más que una fachada para negociados oscuros.
El modus operandi de la estafa reciente sigue un patrón predecible. La criptomoneda fraudulenta fue creada apenas horas antes de su promoción oficial. El propio Milei fue quien lanzó la moneda en redes sociales, validando un negocio ficticio diseñado para desplumar inversores. La publicación del presidente no fue un simple retuit: él mismo difundió la página web del proyecto y el contrato inteligente de la criptomoneda, dando el puntapié inicial a una operación especulativa que explotó en pocas horas, dejando miles de víctimas sin su dinero.
No es casualidad, agregó Navarro, que el gobierno y sus operadores mediáticos estén desesperados por transformar esto en un “error” y no en lo que realmente es: un fraude deliberado. Porque si Milei no es un incompetente engañado, entonces es un estafador experimentado. Y las pruebas pesan demasiado como para sostener la versión de la torpeza. Su amplio conocimiento en mercados financieros y su historial de vínculos con esquemas fraudulentos desmontan cualquier intento de victimización.
El engaño no se limita a este último episodio. Desde que asumió la presidencia, Milei ha trabajado sistemáticamente para consolidar un modelo donde solo ganan los especuladores y los grandes capitales financieros. La dolarización encubierta, el ajuste brutal, la eliminación de derechos sociales y el empobrecimiento masivo no son fallas del sistema, sino el verdadero objetivo del plan. La estafa de las criptomonedas es apenas un capítulo más de la gran estafa libertaria.
Lo ocurrido deja una pregunta inevitable: ¿hasta cuándo los argentinos seguirán tolerando ser víctimas de un gobierno que solo busca saquear el país en nombre de una libertad que nunca fue para ellos? Porque la verdadera libertad que Milei defiende no es la del pueblo trabajador, sino la de los poderosos para seguir robando con total impunidad.
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