Mientras el gobierno de Javier Milei promueve un discurso de «ajuste necesario», General Motors se suma a Nissan en la reducción de personal. Con 300 despidos en Santa Fe y una caída del 57% en la producción, la crisis laboral se profundiza, dejando a miles de familias en la incertidumbre.
La industria automotriz argentina atraviesa uno de sus momentos más críticos en décadas. En medio de un escenario económico desolador, General Motors (GM) anunció un plan de retiros voluntarios que afectará a 300 trabajadores de su planta en Alvear, Santa Fe. Esta medida, disfrazada de «voluntaria», no es más que el reflejo de una política de ajuste que el gobierno de Javier Milei ha normalizado bajo el argumento de la «racionalización» y la «eficiencia». Sin embargo, detrás de estos eufemismos se esconde una realidad cruda: miles de familias quedan al borde del abismo, mientras las empresas multinacionales priorizan sus ganancias sobre el bienestar de sus empleados.
La planta de Alvear, donde se produce la SUV Chevrolet Tracker, ha visto caer su producción en un 57%, pasando de 21 unidades diarias a apenas 12. Este declive no es casualidad, sino el resultado directo de un mercado interno deprimido y de políticas económicas que han ahogado la capacidad de consumo de los argentinos. GM, como otras automotrices, ha optado por reducir costos a expensas de sus trabajadores, una estrategia que no solo afecta a los empleados directos, sino que también tiene un impacto devastador en las pymes proveedoras y en la economía regional.
El Sindicato de Mecánicos (SMATA) ha denunciado esta situación, pero sus reclamos parecen caer en oídos sordos. Mientras tanto, el gobierno de Milei sigue promoviendo un discurso que justifica estos despidos como parte de un «ajuste necesario» para alcanzar la estabilidad económica. Pero, ¿a qué costo? La realidad es que estas medidas no solo no resuelven los problemas estructurales de la economía argentina, sino que los agravan, generando más desempleo, más pobreza y más desesperanza.
La situación de GM no es un caso aislado. Nissan, otra gigante de la industria automotriz, también ha anunciado recortes en su planta de Córdoba, donde 120 de sus 180 operarios están suspendidos. La empresa japonesa incluso evalúa cerrar su producción local para dedicarse exclusivamente a la importación de vehículos desde México. Este panorama desolador es el resultado de una política económica que prioriza los intereses de las grandes corporaciones por encima de los derechos de los trabajadores.
El gobierno de Milei ha sido cómplice silencioso de esta crisis. En lugar de implementar medidas que fomenten la producción y el empleo, ha optado por un ajuste fiscal que ha llevado a la industria automotriz al borde del colapso. Las exportaciones de vehículos cayeron un 3,4% en 2024, mientras que la producción local se redujo en un 17,1%. Estos números no son solo estadísticas; representan puestos de trabajo perdidos, familias afectadas y un futuro incierto para miles de argentinos.
Mientras tanto, las automotrices continúan beneficiándose de políticas que les permiten operar con impunidad. GM, por ejemplo, ha renovado su modelo Montana en Brasil, pero en Argentina solo ofrece despidos y recortes. Esta dualidad es una muestra más de la desigualdad que caracteriza al sistema económico global, donde los países periféricos como Argentina son tratados como meros mercados de explotación, sin importar el costo social.
Fuentes:
- https://www.pagina12.com.ar/801839-la-agenda-de-la-que-milei-no-quiere-que-se-hable-general-mot
- https://urgente24.com/dinero/general-motors-otro-grande-afectado-retiros-voluntarios-y-temor-despidos-n595155
- https://www.eldestapeweb.com/sociedad/industria-automotriz/rosario-general-motors-activo-los-retiros-voluntarios-y-300-trabajadores-podrian-ser-despedidos-en-alvear-202525133945
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