Nerviosismo: Milei y Caputo están desesperados por el frágil equilibrio económico

Alfredo Zaiat analiza la desesperada estrategia del gobierno de Javier Milei y Luis Caputo para sostener el tipo de cambio y la inflación, mientras el FMI y los mercados observan con escepticismo. La estabilidad económica de Argentina pende de un hilo, mientras el gobierno intenta mantener el control en medio de presiones internas y externas.

El gobierno de Javier Milei atraviesa uno de sus momentos más críticos. La estabilidad económica, que tanto se ha promocionado como un logro, parece sostenerse sobre bases cada vez más frágiles. Alfredo Zaiat, en su columna y en el programa Segurola y Habana en Futurock, desnuda la realidad: Milei y Caputo están desesperados. Y no es para menos. La economía argentina, lejos de consolidarse, muestra grietas que podrían desembocar en una crisis de proporciones impredecibles.

La estrategia del gobierno se centra en mantener el tipo de cambio estable y reducir la inflación, pero ambos objetivos parecen estar en riesgo. Zaiat señala que, si no llegan los fondos del FMI, los especuladores comenzarán a migrar masivamente al dólar, lo que pondría en jaque no solo el tipo de cambio, sino también la baja de la inflación y el riesgo país. La pregunta que flota en el aire es: ¿cuánto tiempo más podrán sostener este frágil equilibrio?

Milei y Caputo han mostrado señales de nerviosismo que no pasan desapercibidas. Desde la publicación de un artículo en La Nación —medio con el que Milei mantiene una relación tensa— hasta las apariciones públicas de Caputo en programas de streaming, todo indica que el gobierno está intentando enviar mensajes de calma a los mercados. Sin embargo, estas acciones, lejos de tranquilizar, han generado más incertidumbre. ¿Por qué un ministro de economía aparece en un programa de radio a las 4 de la tarde, en medio de una jornada de tensión en los mercados? Para Zaiat, la respuesta es clara: desesperación.

El tipo de cambio es el núcleo del problema. Mientras Milei insiste en que no está atrasado, Caputo advierte que podría llegar a 600 o 700 pesos. Esta discrepancia no solo refleja la falta de coordinación dentro del gobierno, sino también la fragilidad de la estrategia económica. La inflación, aunque ha mostrado una desaceleración, sigue siendo un problema estructural. Y aquí radica el dilema: si el tipo de cambio no se ajusta, la inflación seguirá erosionando el poder adquisitivo de los argentinos, especialmente de los sectores más vulnerables.

La relación con el FMI es otro punto crítico. El organismo internacional exige reformas profundas —como la eliminación del cepo cambiario y una devaluación— que el gobierno no está dispuesto a implementar antes de las elecciones de octubre. Milei y Caputo buscan un «puente» financiero que les permita llegar a las elecciones sin tomar medidas impopulares. Pero el FMI no parece dispuesto a ceder. Si no llegan los fondos frescos, la situación podría volverse insostenible.

El nerviosismo del gobierno también se refleja en sus ataques a figuras como Roberto Frenkel, un economista de prestigio académico y político. Estas descalificaciones, lejos de fortalecer la posición del gobierno, muestran una actitud defensiva y poco profesional. Zaiat destaca que, en lugar de enfrentar los problemas económicos con seriedad, Milei y Caputo optan por desviar la atención con polémicas innecesarias.

En este contexto, el riesgo país ha superado los 700 puntos, lo que dificulta aún más el acceso al financiamiento internacional. La estrategia de mantener el tipo de cambio estable mediante la venta de reservas no es sostenible a largo plazo. Y mientras el gobierno intenta convencer a los mercados de que todo está bajo control, las señales de desesperación y nerviosismo son cada vez más evidentes.

En definitiva, el gobierno de Milei enfrenta un desafío mayúsculo. La estabilidad económica que tanto pregona depende de factores que escapan a su control, como la llegada de fondos del FMI y la confianza de los mercados. Mientras tanto, la desesperación y el nerviosismo siguen creciendo, y con ellos, el riesgo de una crisis que podría tener consecuencias devastadoras para la economía argentina.

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