Nestlé paraliza su producción en Córdoba

Una victimas más del ajuste de Milei

La multinacional alimenticia detiene su planta en Villa Nueva, obligando a 183 empleados a tomar vacaciones forzadas. La caída del consumo y las políticas económicas del Gobierno nacional, en el centro de la escena.

En un contexto de baja demanda y sobrestock, Nestlé anunció la suspensión temporal de su producción en Villa Nueva, Córdoba. Los trabajadores, forzados a tomar vacaciones en marzo, enfrentan un futuro incierto. ¿Es este el resultado de las políticas de ajuste del Gobierno de Javier Milei?

La noticia sacudió a Villa Nueva, una localidad cordobesa que, paradójicamente, había votado masivamente a Javier Milei en las últimas elecciones. Nestlé, una de las empresas más emblemáticas del sector alimenticio, anunció la paralización temporal de su planta, dejando a 183 trabajadores en una situación de incertidumbre. La medida, justificada por la empresa como una respuesta al sobrestock y la caída de las ventas, no hace más que reflejar el deterioro del mercado interno y las consecuencias de un modelo económico que parece privilegiar la apertura de importaciones sobre la producción local.

Fernando Martín Páez, secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA), no dudó en señalar que la decisión de Nestlé es un claro indicio de la crisis que atraviesa el sector. “No están vendiendo, por ende están sobrestockeados y toman la decisión de parar la producción en marzo y parte de abril”, afirmó. Pero más allá de los números, lo que preocupa es el impacto humano: trabajadores que ven cómo sus condiciones laborales se precarizan, mientras el Gobierno nacional insiste en que el ajuste es el único camino posible.

Nestlé no es la única empresa que está sintiendo el golpe. Nissan, General Motors, Puma y Sancor son solo algunas de las firmas que han anunciado medidas de achique en los últimos meses. La caída del consumo interno, agravada por la inflación y la pérdida del poder adquisitivo, ha generado un escenario desolador para la industria nacional. Y en medio de este panorama, las políticas impulsadas por el Gobierno de Milei parecen más un obstáculo que una solución.

La apertura indiscriminada de las importaciones, una de las banderas del oficialismo, ha puesto en jaque a numerosas empresas locales. Mientras los productos extranjeros inundan el mercado, las fábricas argentinas luchan por mantenerse a flote. Nestlé, que en 2022 había anunciado una inversión de 120 millones de dólares para ampliar su infraestructura y aumentar sus exportaciones, hoy se ve obligada a cerrar temporalmente sus puertas. ¿Es este el “éxito” del modelo económico que prometía revitalizar la economía?

Lo más indignante de esta situación es que, una vez más, son los trabajadores quienes cargan con las consecuencias. Los empleados de Nestlé no solo enfrentan vacaciones forzadas en marzo, sino también la presión de firmar notificaciones que legitiman esta medida. “Siempre el ajuste lo pagan los trabajadores”, denunció Páez, quien además sugirió que la empresa debería implementar estrategias comerciales más agresivas, como la reducción de precios, para reactivar las ventas.

Pero en un contexto donde el consumo está por el suelo, incluso estas medidas parecen insuficientes. La pregunta que queda flotando en el aire es: ¿hasta cuándo podrán resistir las empresas y los trabajadores ante un modelo que parece ignorar las necesidades del mercado interno?

La paralización de la planta de Villa Nueva no solo afecta a los 183 empleados directos, sino que también tiene un impacto en la economía local. Nestlé es una de las principales productoras de marcas reconocidas como Nido y Nesquik, y su cierre temporal plantea interrogantes sobre el futuro del empleo en la región.

Mientras tanto, el conflicto laboral será tratado en el Ministerio de Trabajo de Córdoba, donde se espera que las partes lleguen a un acuerdo. Sin embargo, en un escenario donde las políticas nacionales parecen ir en contra de la producción local, cualquier solución parece ser solo un parche temporal.

La decisión de Nestlé de paralizar su producción en Villa Nueva es un síntoma más de una economía en crisis. Pero lejos de ser un problema aislado, refleja las consecuencias de un modelo económico que prioriza el ajuste sobre el crecimiento, las importaciones sobre la producción local y los intereses del mercado sobre las necesidades de los trabajadores.

En un país donde el consumo está en picada y las empresas luchan por mantenerse a flote, resulta difícil creer que el camino hacia la recuperación pase por más ajustes y menos protección para la industria nacional. Mientras el Gobierno de Milei insiste en que “no hay plata”, son los trabajadores quienes pagan el precio de una crisis que parece no tener fin.

Fuentes:

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