Con una devaluación del 30%, la liberalización parcial del cepo y tasas al 6% para tentar especuladores, el Gobierno juega su última carta: una economía colador sin ingresos genuinos y un futuro hipotecado.
Sin respaldo real del FMI, con una inflación en alza y una economía en fuga de capitales, Javier Milei apuesta todo al carry trade y a la ficción monetaria para maquillar cifras hasta octubre. Pero la realidad se impone: la devaluación no frena la inflación, la pobreza se profundiza y los dólares se evaporan antes de llegar.
Hay momentos donde un gobierno muestra, sin querer, su verdadero rostro. No a través de un discurso ideológico ni en una cadena nacional ensayada hasta el último gesto, sino en los detalles técnicos, en las decisiones tomadas entre gallos y medianoche. La última movida del gobierno de Javier Milei, anunciada sin claridad y sin confirmación explícita del FMI, exhibe ese rostro: un rostro desesperado, sin plan sustentable, que apuesta a la timba financiera mientras millones caen en la indigencia.
Alejandro Banoli, economista y expresidente del Banco Central, lo sintetiza con crudeza: «se están jugando la vida al carry trade». Es decir, se intenta atraer especuladores con una tasa de interés de corto plazo (que algunos adelantan en torno al 6%) para frenar la demanda de dólares que el propio Gobierno provocó. Pero esa apuesta es pan para hoy y hambre para mañana. Es el revival del modelo macrista en versión más salvaje y menos disimulada: endeudamiento externo, fuga de capitales y fantasías de estabilización que chocan, una y otra vez, con la inflación descontrolada y la economía real pulverizada.
La flamante devaluación del 30%, lejos de generar confianza o recomponer reservas genuinas, parece más una jugada desesperada para ganar tiempo. Milei devaluó un 114% en diciembre, lo que se trasladó de forma brutal a los precios. Esta nueva devaluación solo puede anticipar una nueva ola de remarcaciones. “¿Qué garantía hay de que esta devaluación no tenga una remarcación fenomenal?”, se pregunta Banoli. Ninguna. Porque el modelo económico de Milei no genera dólares, los gasta. No crea riqueza, la destruye.
El propio esquema del anuncio es desconcertante. Se habla de “20 mil millones de dólares”, pero solo 15 mil estarían disponibles en 2025. ¿Y ahora? ¿Con qué se enfrenta la altísima demanda de dólares que se viene tras el anuncio? El Gobierno apuesta a la especulación, a que el mercado compre pesos para luego irse, otra vez, con ganancias extraordinarias. Un esquema de financiamiento que no solo es efímero, sino suicida.
Milei no elimina el cepo, apenas lo flexibiliza para algunas operaciones puntuales. Pero el mensaje político fue otro: se levanta el cepo. El mercado reaccionó con la lógica previsible de un país sin anclas: el dólar cripto ya roza los 1.400 pesos. La economía, como siempre, se adelanta al relato. Los comerciantes ya remarcan precios pensando en el dólar que vendrá, no en el que fue. Porque nadie sabe a cuánto repondrá la mercadería, y porque nadie cree en las promesas de estabilidad de un gobierno que ajusta sin freno, pero no resuelve ninguna de las causas estructurales de la inflación.
Ni siquiera el anuncio de que el dólar oficial se moverá 1% por mes genera confianza. Es una cifra simbólica que nadie cree, menos aún en un contexto de tasas al 6% para tentar capitales golondrina. Como señala Banoli, “un plan económico que nace con una tasa del 6% está destinado al fracaso”. Es simple: si la tasa tiene que ganarle a una inflación que no baja del 5% mensual, entonces el Estado se convierte en garante de la bicicleta financiera. El mismo Estado que Milei quiere reducir a cenizas, hoy es el soporte de los fondos especulativos.
Lo más preocupante no es solo el contenido de las medidas, sino su lógica de fondo. Milei busca mostrar una “foto mejor” de la economía para octubre. No hay proyecto de país, ni desarrollo industrial, ni impulso a las exportaciones, ni incentivo al consumo interno. Todo está subordinado a una lógica electoralista: llegar como sea al último trimestre del año. Mientras tanto, la recesión profundiza, la pobreza se dispara, la indigencia se multiplica y la inflación —esa que decían que era solo culpa de la emisión— sigue escalando.
¿Qué pasará con los alimentos, la educación, los medicamentos? Con una devaluación del 30%, todo subirá. Y lo hará en un país donde el salario real ya se pulverizó, donde las tarifas aumentan mes a mes, y donde la mayoría apenas sobrevive. No hay política antiinflacionaria, no hay plan de estabilización, no hay protección para los sectores vulnerables. Hay, sí, un gobierno que juega a la ruleta rusa con el bolsillo de los argentinos.
Banoli no se anda con rodeos: “vivimos en Argentina, y cualquier comerciante ya está remarcando”. Porque el país funciona por expectativas, y el mensaje del gobierno es claro: no hay ancla. El tipo de cambio, como la inflación, queda a merced de las fuerzas del mercado. Y el mercado, en una economía bimonetaria y semidolarizada, solo conoce una lógica: comprar dólares y fugar.
La pregunta que sobrevuela todo el análisis es la más temida: ¿cuántos dólares reales tiene el gobierno para sostener esta fantasía? Porque sin ingreso genuino de divisas, sin exportaciones dinámicas, sin confianza interna ni externa, toda la estructura se sostiene con hilos. Con la palabra de Caputo. Con supuestos desembolsos del FMI que no están confirmados. Con tasas impagables para los sectores productivos. Y con una sociedad que, cada vez más, deja de creer.
La única certeza es el daño. Daño al tejido social, al aparato productivo, al futuro del país. Milei prometió un nuevo orden, pero solo ofrece una versión extrema del peor pasado reciente. No es la casta, es el capital financiero quien gobierna. No es la libertad, es la fuga. Y no es el ajuste sobre la política, es el ajuste sobre la gente.
Este plan económico no resuelve nada, solo agrava todo. Es una bomba de tiempo disfrazada de plan. Y si el objetivo era maquillar la decadencia hasta octubre, los costos sociales serán tan altos que, llegado ese mes, ni siquiera la foto servirá. La película será una tragedia.
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