En una Argentina donde el asado era símbolo de unión y tradición, las políticas económicas actuales lo han transformado en un bien de lujo. Los aumentos de hasta un 40% en los cortes más populares y la caída del consumo interno reflejan el impacto directo de las decisiones gubernamentales que priorizan la exportación sobre el bienestar de su población.
La carne, emblema de la cultura y la identidad argentina, ha dejado de ser un alimento accesible para convertirse en un lujo reservado para pocos. Las políticas económicas implementadas por el gobierno de Javier Milei han provocado un aumento desmedido en los precios de los cortes más consumidos, afectando directamente la mesa de los argentinos.
Según un relevamiento realizado por Cristian Carrillo para El Destape, los precios de la carne han experimentado incrementos alarmantes. Por ejemplo, el roast beef pasó de $9.759 a $13.300, lo que representa un aumento del 36%. La carnaza común subió de $7.381 a $10.100, también un 36%, y el cuadril aumentó de $12.719 a $17.500, un 33% más. Estos incrementos se alinean con la devaluación de la moneda y la liberalización del mercado cárnico promovidas por el gobierno.
La eliminación de las restricciones a la exportación de cortes populares, como el asado, la falda y la paleta, ha permitido que estos productos se vendan al exterior, reduciendo la oferta en el mercado interno y elevando los precios. Esta medida, que prioriza las ganancias de los exportadores, ha tenido consecuencias devastadoras para el consumo interno.
El consumo de carne por habitante en 2024 se desplomó a 47,7 kilos anuales, el segundo registro más bajo desde 1914, superado solo por el de 1920. Esta caída del 9% respecto a 2023 refleja la pérdida del poder adquisitivo de la población y la inaccesibilidad de la carne para la mayoría de los argentinos.
Mientras tanto, las exportaciones de carne alcanzaron un récord de 936.100 toneladas en 2024, un 9,8% más que el año anterior. Este aumento en las ventas al exterior contrasta con la disminución del consumo interno, evidenciando una política que favorece los intereses del mercado internacional sobre las necesidades de la población local.
La situación se agrava con la posibilidad de que el precio del kilo de carne alcance los $20.000 si se equipara al valor internacional, como advirtió Alberto Williams, presidente de la Asociación de Propietarios de Carnicerías de la Ciudad de Buenos Aires. Esta perspectiva aleja aún más la posibilidad de que la carne vuelva a ser un alimento cotidiano en la mesa de los argentinos.
Las consecuencias de estas políticas no solo afectan la economía doméstica, sino también la salud y la cultura alimentaria del país. La carne, que históricamente ha sido una fuente importante de proteínas para la población, se está convirtiendo en un producto inaccesible, lo que podría tener implicaciones nutricionales significativas.
De esta manera, las decisiones del gobierno de Javier Milei han transformado la carne de un alimento esencial a un lujo inalcanzable para muchos argentinos. La priorización de las exportaciones y la desregulación del mercado han generado un aumento desmedido de los precios y una caída histórica en el consumo interno, reflejando una política que desatiende las necesidades básicas de su población.
Fuente: Artículo de Cristian Carrillo publicado en El Destape.
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