.Javier Milei, con toda la investidura presidencial, impulsó una criptomoneda que colapsó en cuestión de horas. Las consecuencias: inversores estafados, 4.300 millones de dólares evaporados y la sombra de una nueva maniobra fraudulenta.
El escándalo está servido. En un episodio digno de un manual de estafas financieras, el presidente argentino Javier Milei vuelve a estar en el ojo de la tormenta por su vinculación con la promoción de una criptomoneda que, tras su intervención, se desplomó abruptamente. En cuestión de horas, la moneda digital pasó de tocar un pico de 4,58 dólares a desplomarse por debajo de los 50 centavos, dejando un saldo de inversores arruinados y una fuga de 4.300 millones de dólares del mercado. La pregunta es inevitable: ¿otra jugada especulativa con conocimiento previo?
Carlos Riello, economista y socólogo, alertó sobre esta maniobra en el programa Secreto de Sumario de Radio 10, conducido por Darío Villarruel. Riello recordó que no es la primera vez que Milei está involucrado en el mundo de las criptomonedas de forma turbia. Durante su etapa como diputado, promovió CoinX, una plataforma que terminó en escándalo y cuyos responsables fueron condenados por estafas múltiples. Ahora, con la banda presidencial puesta, la historia se repite, pero con cifras mucho más alarmantes.
La cronología de los hechos expone la gravedad del caso. A las 17:03, Milei emitió un mensaje en el que, de manera directa o indirecta, impulsaba la compra de la criptomoneda. La respuesta del mercado fue inmediata: la moneda trepó a 4,58 dólares en minutos. Pero a las 17:40, en un derrumbe en línea recta, su valor cayó en picada. Para las 23:00, valía menos de 50 centavos. La operación generó un vaciamiento fulminante: en apenas un minuto, 87 millones de dólares fueron retirados del mercado, y en total, se evaporaron 4.300 millones.
El mecanismo es claro y ya conocido en el mundo de las criptomonedas: una estrategia de «pump and dump» (inflar y desinflar), donde un activo es promocionado para elevar su valor artificialmente y luego se produce una venta masiva, desplomando su precio y dejando a los pequeños inversores en la ruina. Pero aquí hay un agravante: el principal promotor de esta maniobra fue el presidente de la Nación. La utilización de su figura para manipular el mercado es un escándalo de dimensiones internacionales.
Las consecuencias no tardaron en llegar. Medios especializados comenzaron a cubrir la historia, y el impacto trasciende las fronteras argentinas. El mundo de las criptomonedas, ya de por sí plagado de estafas, se sacude con esta nueva operación que involucra a un jefe de Estado. ¿Podrá Milei alegar ignorancia? Difícil. Su historial con CoinX y su repetida defensa de estos esquemas lo dejan en una posición insostenible.
Pero la pregunta más inquietante es: ¿quiénes se beneficiaron? El repentino vaciamiento del mercado sugiere que ciertos actores sabían exactamente cuándo salir. Los grandes jugadores aprovecharon la suba impulsada por Milei y retiraron sus inversiones en el momento justo, dejando el derrumbe para los inversores minoristas. Un patrón que, más que una simple mala praxis, se asemeja a una operación de fraude deliberada.
En un país donde la economía está en estado crítico, con recortes brutales y una población cada vez más empobrecida, el hecho de que el presidente participe en maniobras financieras dudosas no es solo escandaloso, sino criminal. Mientras el gobierno insiste en su discurso de «moralidad y transparencia», la realidad muestra que el libertarianismo de Milei está más cerca de la estafa piramidal que de la economía de mercado.
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