Múnich se levanta: Más de 200.000 personas protestan contra la ultraderecha y la cooperación con la AfD

En una de las manifestaciones más grandes de los últimos años, los alemanes salieron a las calles para rechazar el avance de la extrema derecha y la reciente alianza entre los cristianodemócratas y el partido AfD. ¿Es este el inicio de un movimiento antifascista masivo?

Con más de 200.000 personas en las calles, Múnich se convirtió en el epicentro de la resistencia contra la AfD y su agenda antiinmigración. La protesta, que sigue a manifestaciones en Berlín y Hamburgo, expone la creciente preocupación por el avance de la ultraderecha en Alemania.


Múnich, una de las ciudades más emblemáticas de Alemania, fue testigo este fin de semana de una de las manifestaciones más grandes y significativas de los últimos años. Más de 200.000 personas, según cifras de la policía, salieron a las calles para protestar contra el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) y su reciente cooperación con los cristianodemócratas (CDU) en el parlamento. La movilización, que se suma a las protestas en Berlín y Hamburgo, refleja el creciente rechazo de la sociedad alemana hacia la agenda antiinmigración y el discurso xenófobo que promueve la AfD.

La chispa que encendió la protesta fue la reciente alianza entre la CDU, liderada por Friedrich Merz, y la AfD para impulsar un endurecimiento de la ley de asilo en el parlamento. La moción, que buscaba rechazar a todos los migrantes sin papeles en la frontera, incluidos los solicitantes de asilo, fue finalmente rechazada como proyecto de ley. Sin embargo, el hecho de que los cristianodemócratas hayan roto el «cortafuegos» (cordón sanitario) que tradicionalmente aislaba a la extrema derecha en la política alemana ha generado una ola de indignación y preocupación.

«Esto no es solo una protesta contra la AfD, es una defensa de los valores democráticos y humanitarios que han definido a Alemania desde la posguerra», afirmó un manifestante en declaraciones recogidas por medios locales. La AfD, un partido que ha sido acusado de promover discursos racistas y xenófobos, ha ganado terreno en los últimos años, posicionándose como la segunda fuerza política en las encuestas con un 20% de intención de voto. Este avance ha alarmado a muchos alemanes, quienes temen que el partido pueda salir del ostracismo y ganar aún más influencia después de las elecciones federales del 23 de febrero.

Las manifestaciones en Múnich no son un hecho aislado. El fin de semana pasado, 16.000 personas salieron a las calles de Berlín para expresar su rechazo a la AfD y su agenda antiinmigración. Estas protestas, que han sido calificadas como las más grandes desde la reunificación alemana, reflejan un sentimiento generalizado de preocupación por el futuro de la democracia en el país. «No podemos permitir que la extrema derecha normalice su discurso de odio», señaló una manifestante en Berlín.

Pero más allá de las protestas, lo que está en juego es el futuro de la política alemana. La CDU, tradicionalmente un partido de centro-derecha, ha sido criticada por su acercamiento a la AfD. Friedrich Merz, líder de los cristianodemócratas, ha insistido en que no cooperará con la extrema derecha bajo ningún concepto. Sin embargo, su reciente alianza con la AfD en el parlamento ha generado dudas sobre su compromiso con los valores democráticos. «Merz ha roto un tabú al cooperar con la AfD, y eso tiene consecuencias», afirmó el canciller Olaf Scholz, líder de los socialdemócratas (SPD).

El debate sobre la cooperación con la AfD ha dividido a la sociedad alemana. Por un lado, están aquellos que creen que cualquier acercamiento a la extrema derecha es una traición a los valores democráticos. Por otro, están quienes argumentan que es necesario dialogar con todos los sectores de la sociedad, incluso con aquellos cuyas ideas son controvertidas. Sin embargo, lo que queda claro es que la mayoría de los alemanes no están dispuestos a normalizar el discurso de odio y la xenofobia.

Las próximas elecciones federales, programadas para el 23 de febrero, serán un momento crucial para definir el futuro de Alemania. Con la AfD en ascenso y los partidos tradicionales en crisis, muchos temen que el país pueda dar un giro hacia la derecha. Sin embargo, las masivas manifestaciones en Múnich, Berlín y Hamburgo son una señal clara de que la sociedad alemana no está dispuesta a ceder ante el avance de la extrema derecha. «Estamos aquí para defender nuestra democracia y nuestros valores», afirmó un manifestante en Múnich.

En un contexto global donde la ultraderecha gana terreno en varios países, las protestas en Alemania son un recordatorio de que la lucha por la democracia y los derechos humanos no ha terminado. Mientras la AfD intenta normalizar su discurso de odio, los alemanes han salido a las calles para decir «basta». ¿Será esto el inicio de un movimiento antifascista masivo? El tiempo lo dirá, pero por ahora, Múnich ha dado una lección al mundo.

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