Trump abre la puerta al festín de la corrupción global
El magnate republicano modifica la ley anticorrupción estadounidense para favorecer a las grandes corporaciones y deja en el limbo las investigaciones sobre coimas en Argentina y el mundo.
La sombra del dinero sucio vuelve a recorrer el planeta de la mano de Donald Trump. El ex presidente y candidato republicano ordenó una reformulación de la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero (FCPA, por sus siglas en inglés), el principal instrumento legal de Estados Unidos para combatir el pago de sobornos por parte de sus empresas en otros países. Lejos de reforzar los controles, la nueva doctrina permite a las compañías estadounidenses operar con mayor impunidad, mientras que concentra los recursos de investigación sólo en carteles de la droga y clanes criminales transnacionales.
El giro que propone Trump es una señal de alerta para América Latina y, en particular, para Argentina. La historia reciente está plagada de ejemplos donde las multinacionales admitieron en tribunales estadounidenses haber pagado coimas en el país, sin que la justicia argentina moviera un dedo. Siemens, Odebrecht, IBM y Techint, entre otras, han estado en el centro de estas denuncias. Pero con la nueva directriz del Departamento de Justicia de EE.UU., esos casos ya no tendrán el mismo peso en la agenda de investigación norteamericana, lo que equivale a un salvoconducto para el lavado de dinero y la corrupción empresarial.
La decisión de Trump también impacta en la competencia internacional. Hasta ahora, la FCPA imponía sanciones tanto a empresas estadounidenses como extranjeras que cotizan en la bolsa de EE.UU. Pero la reformulación podría implicar una aplicación sesgada contra compañías chinas, dejando en libertad de acción a las estadounidenses. «Esto va a significar muchos más negocios para Estados Unidos», justificó Trump, con la crudeza de quien sabe que su mensaje está dirigido a las grandes corporaciones y no a los ciudadanos de a pie.
En paralelo, el gobierno republicano desmanteló la Iniciativa de Recupero de Activos de la Cleptocracia, un equipo especial del FBI que investigaba los grandes casos de saqueo de dinero en el mundo. Esta decisión fue celebrada por regímenes señalados por corrupción sistémica, como el de Venezuela, y deja a muchos países sin un resguardo fundamental contra el robo de fondos públicos.
El precedente que impone Trump podría tener consecuencias nefastas para Argentina. Si la justicia local ya mostraba una preocupante inacción en los casos de corrupción empresarial, la falta de presión internacional podría profundizar la impunidad. Históricamente, los expedientes judiciales en EE.UU. fueron una de las pocas fuentes donde quedaba expuesta la mecánica de los sobornos en el país, desde los escándalos de las privatizaciones menemistas hasta las licitaciones de obra pública de las últimas décadas.
Con este nuevo escenario, la ruta del dinero sucio quedará aún más difusa. En Argentina, donde los delitos de corrupción prescriben con llamativa facilidad y las condenas a grandes empresarios son una rareza, la modificación de la FCPA podría sellar un ciclo de impunidad total. Sin controles desde el norte, el sur seguirá siendo un territorio propicio para que las grandes compañías compren voluntades, financien políticas a medida y sigan dibujando sus balances con números manchados de coimas.
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