El fiscal Eduardo Taiano pidió levantar el secreto bancario del presidente Javier Milei y su hermana Karina por su implicancia en la fallida criptomoneda $Libra. La Justicia avanza y el discurso de pureza libertaria empieza a tambalear.
La causa que investiga el escándalo financiero vinculado a la promoción de una criptomoneda fraudulenta suma un nuevo capítulo. La decisión del fiscal Taiano de solicitar el levantamiento del secreto bancario de Javier y Karina Milei representa un hito explosivo en el proceso judicial que podría desnudar las verdaderas motivaciones detrás del show político libertario. Mientras se predica transparencia y meritocracia, las sombras de la especulación y el engaño emergen con fuerza.
La escena política argentina se ve sacudida por un episodio que no solo compromete al presidente de la Nación, Javier Milei, sino que expone, una vez más, la distancia abismal entre su retórica de «casta» y los hechos que empiezan a emerger desde los sótanos de su propia gestión. La causa judicial conocida como «Criptogate» ya no es una anécdota ni una simple polémica en redes sociales: se trata de una investigación penal en la que la figura del presidente y su hermana Karina, la todopoderosa secretaria general de la Presidencia, están directamente comprometidos por la promoción de la criptomoneda fallida $Libra.
El fiscal federal Eduardo Taiano, con la investigación delegada por la jueza María Servini, dio un paso trascendental al pedir el levantamiento del secreto bancario del presidente y su hermana. La medida no solo abarca a los hermanos Milei, sino también a los otros implicados: Manuel Terrones Godoy, Mauricio Novelli y Sergio Morales. El objetivo es claro y potente: analizar en detalle la evolución patrimonial de cada uno desde el año 2023 hasta el presente, y determinar si hubo enriquecimiento ilícito, lavado de activos o manejo fraudulento de capitales digitales.
El detonante fue un posteo de Javier Milei en la red social X (antes Twitter), el pasado 14 de febrero, donde promocionaba abiertamente $Libra, una criptomoneda que prometía rendimientos siderales y oportunidades únicas de inversión. La consecuencia inmediata fue una avalancha de incautos que confiaron en la palabra de un presidente que se dice economista y defensor de la libertad financiera. El final fue el habitual en estos casos: estafas, fuga de capitales y silencio oficial.
La denuncia presentada por el dirigente Juan Grabois en nombre de tres inversores estafados no sólo desnudó la operación, sino que rompió el blindaje mediático que suele acompañar las maniobras del oficialismo. En un tuit reciente, Grabois celebró la imputación de Karina Milei —a quien irónicamente llamó «la valijera»— y fue más allá al asegurar que la “pareja de garcas va a viajar en patrullero de la Quinta de Olivos a Marcos Paz”. Más allá del tono, la gravedad de la acusación no puede subestimarse.
Si el discurso libertario se construyó sobre el rechazo a la corrupción, la crítica a la casta política y la defensa de la transparencia institucional, este caso representa la demolición en tiempo real de todos esos pilares. ¿Qué tipo de ética puede sostener un gobierno cuyo presidente utilizó su altavoz institucional para promocionar un activo financiero fraudulento, beneficiando a un puñado de aventureros especulativos?
Pero la situación adquiere una dimensión aún más profunda cuando se examina la figura de Karina Milei. Elevada por su hermano al rol de «jefa» política del espacio, Karina ha manejado con puño de hierro los resortes más sensibles del gobierno: designaciones, alianzas, reparto de favores y blindaje mediático. Su inclusión en la causa no es solo un golpe a su imagen, sino al núcleo mismo del poder libertario, que se edifica como una dinastía en miniatura bajo el ropaje de una supuesta revolución antisistema.
En este sentido, el pedido de Taiano no solo busca esclarecer los movimientos bancarios: pretende arrancar el velo de opacidad que protege a los verdaderos beneficiarios del «negocio» de la criptomoneda. Porque si algo caracteriza a esta administración es el uso sistemático de la confusión discursiva, la espectacularización de la política y la manipulación emocional de sus seguidores para encubrir operaciones de acumulación económica de dudosa legalidad.
El problema no es sólo la criptomoneda fallida. Es la conducta sistemática de un gobierno que parece entender el Estado como una plataforma de negocios personales y el poder como un mecanismo para evitar el escrutinio público. La obsesión por destruir el aparato estatal y reemplazarlo por “el mercado” se convierte, en este contexto, en una estrategia de vaciamiento institucional que allana el camino para la impunidad.
Si el Poder Judicial actúa con la firmeza que el caso requiere, podríamos estar ante una de las causas más comprometedoras para un presidente en funciones desde el retorno de la democracia. La imagen de Javier Milei, que intenta posicionarse internacionalmente como un adalid del libre mercado, quedaría irremediablemente empañada por un escándalo financiero doméstico de proporciones que apenas empiezan a vislumbrarse.
Lo que está en juego no es solo una cuenta bancaria. Es la credibilidad de un proyecto político que se autoproclamó como la antítesis de la corrupción tradicional. Y, sin embargo, cae en sus propias trampas. Porque el mileísmo no es la nueva política. Es el reciclaje más grotesco de los viejos vicios con envoltorio de coaching, redes sociales y gritos en cadena nacional.
El caso $Libra no es un hecho aislado. Es la punta del iceberg de una administración que avanza con una lógica privatizadora mientras, puertas adentro, despliega prácticas que recuerdan a las peores épocas de la Argentina neoliberal: desregulación sin control, favoritismo empresarial, opacidad administrativa y enriquecimiento súbito.
La pregunta inevitable es: ¿cuántas otras operaciones como esta se están cocinando en los despachos oficiales mientras el país se hunde en la recesión y la desigualdad se profundiza día a día?
Hoy, la Justicia tiene una oportunidad histórica para demostrar que la ley no distingue ideologías, ni carismas mediáticos, ni delirios mesiánicos. Javier y Karina Milei deben rendir cuentas. Porque en una democracia madura, la transparencia no se predica: se practica. Y el que las hace, efectivamente, las paga.
Fuente
- https://www.tiempoar.com.ar/ta_article/fiscal-levantar-secreto-bancario-milei-y-karina/
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