La docente e investigadora del Conicet Belén Almejún fue víctima de hostigamiento, amenazas y un ataque a su domicilio tras debatir con militantes libertarios en la UBA. La escalada de violencia se agravó cuando el propio presidente amplificó el escrache en redes sociales.
La investigadora y docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, Belén Almejún, vive en carne propia el hostigamiento político que se ha instalado en la Argentina. Tras participar en un debate con militantes libertarios, su imagen y datos personales fueron difundidos en redes sociales con el objetivo de amedrentarla. Horas después, su domicilio sufrió un ataque: desconocidos ingresaron a la vivienda de un familiar y cortaron el suministro de agua. Como si esto fuera poco, el propio presidente Javier Milei retuiteó la publicación que pedía sus datos personales, marcándola como blanco de una persecución que parece orquestada desde las más altas esferas del poder.
Todo comenzó cuando Almejún se acercó a debatir con un grupo de militantes libertarios que se encontraban en la UBA difundiendo sus ideas. «Nosotros, docentes, estudiantes e investigadores, queríamos debatir sobre la situación actual de la educación y la ciencia en Argentina, el brutal ajuste que sufrimos, el licuamiento de nuestros salarios y la paralización total de la investigación científica», relató la investigadora en una entrevista con Radio 10.
«Desde diciembre, este gobierno no entrega un peso para investigar. Yo trabajo en el diagnóstico molecular de enfermedades raras en niños y tengo más de 30 muestras de pacientes estancadas porque no hay fondos para procesarlas», denunció Almejún. El debate con los libertarios se volvió viral y, ante la falta de argumentos, la respuesta que recibió fue una embestida en redes sociales.
«Veinticuatro horas después, publicaron mi foto en redes sociales pidiendo mis datos, con la consigna de ‘doxearme’, un término que aprendí en estos días. No sabía que significaba publicar datos personales con la intención de hostigar y amenazar, pero lo aprendí en carne propia». Lo más grave llegó después: su domicilio, difundido en redes, fue atacado. «Entraron y cortaron el suministro de agua desde adentro. No puedo describir lo que sentí. Nunca imaginé que viviría algo así».
La investigadora radicó una denuncia penal en la Fiscalía de la Ciudad de Buenos Aires, pero la escalada de violencia no se detuvo. Mientras participaba de una entrevista radial, se enteró de que el propio presidente Javier Milei había retuiteado la publicación que pedía sus datos personales. «El presidente de la Nación retuiteó la amenaza contra mi persona. No es una suposición. Lo vi con mis propios ojos», denunció.
En un contexto de creciente persecución ideológica, Almejún destaca la importancia de la solidaridad. «Agradezco la contención de mis colegas, estudiantes, gremios y docentes que salieron a respaldarme. La solidaridad es un acto de resistencia. Pero también hay que denunciar estos ataques, porque hay muchas personas que no tienen esta red de apoyo y quedan completamente expuestas».
El caso de Almejún no es un hecho aislado. La maquinaria de hostigamiento digital contra voces críticas se ha convertido en un modus operandi del oficialismo y sus seguidores. La estrategia es clara: silenciar con el miedo, disciplinar con la violencia. La pregunta es hasta dónde llegará esta espiral de persecución en un país que alguna vez dijo «Nunca Más».
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