Se desmarca del fraude y evade responsabilidades
El escándalo de la criptoestafa global que vinculó a Javier Milei con el fraude de $LIBRA sigue creciendo, pero el mandatario optó por un camino previsible: lavarse las manos. En una reciente entrevista, intentó desentenderse de las acusaciones y minimizar la magnitud del desastre, repitiendo que fue “un problema entre privados”. La estrategia es clara: negar su rol activo en la promoción del esquema y evitar cualquier disculpa. Sin embargo, las preguntas sin respuesta y la creciente cantidad de denunciantes lo acorralan.
“Yo no lo promocioné, solo lo difundí”: la débil defensa de Milei
En su aparición en TN, Milei afirmó que no había promocionado $LIBRA, sino que solo la difundió. Sin embargo, su defensa se desmorona con los hechos: fue su tuit inicial el que disparó la fiebre de inversión, generando un esquema especulativo que en pocas horas atrapó a miles de personas. Sin ese respaldo presidencial, el proyecto probablemente habría pasado desapercibido. La omisión de este detalle es clave en su narrativa: eludir el impacto de su acción y evitar consecuencias judiciales.
A pesar de que la estafa ya ha llevado a la presentación de denuncias tanto en Argentina como en Estados Unidos, donde incluso el FBI está investigando, Milei insiste en que no tiene nada que ocultar. “Yo no estoy sucio como la casta política miserable”, espetó. La pregunta que surge es: si realmente no hay nada que ocultar, ¿por qué se esfuerza tanto en despegarse del escándalo?
La conexión con Hayden Davis y el silencio sobre las coimas
Uno de los aspectos más oscuros del caso es la relación entre Milei y Hayden Davis, el supuesto cerebro detrás de la estafa. El Presidente admitió haber dialogado con él en octubre de 2024 durante el Tech Forum, con Mauricio Novelli como intermediario. Sin embargo, lo que no explicó es por qué promovió un activo financiero vinculado a una firma que nunca tuvo autorización para operar legalmente en Estados Unidos.
También ignoró las denuncias de Charles Hoskinson, ingeniero norteamericano que aseguró que funcionarios del gobierno de Milei le exigieron coimas para impulsar negocios similares. La estrategia del mandatario fue simple: dejar sin respuesta lo que podría incriminarlo y concentrarse en una supuesta ignorancia sobre el tema. “Por querer dar una mano a los argentinos, me comí un cachetazo”, se excusó.
Del entusiasmo a la negación: un giro conveniente
Desde su campaña, Milei se presentó como un entusiasta de las criptomonedas y defensor de la descentralización financiera. Sin embargo, ahora que la estafa explotó, intenta desmarcarse con una postura radicalmente distinta. En su entrevista, comparó la inversión en criptomonedas con “ir al casino” y aseguró que quienes participaron en $LIBRA lo hicieron “bajo su propio riesgo”.
Esta postura contrasta con la realidad: su aval fue clave para generar confianza en el proyecto. No se trató de un simple comentario aislado, sino de un respaldo presidencial que influyó en miles de inversores. Ahora, sin embargo, Milei prefiere fingir que todo se limitó a un malentendido.
La minimización del daño: “Sólo 5 mil afectados”
Otra estrategia utilizada por el Presidente fue restarle gravedad al caso. Aseguró que “solo” hubo 5 mil damnificados y que apenas “capaz que 5 son argentinos”. La intención es evidente: instalar la idea de que el impacto fue menor y que las denuncias en su contra no tienen fundamento. Sin embargo, las cifras reales indican que al menos 44 mil personas resultaron perjudicadas, con pérdidas millonarias.
El gobierno también apeló a la estrategia de victimizar a Milei, asegurando que él también fue engañado. Pero esta narrativa es débil: si realmente había dudas sobre la legitimidad del proyecto, ¿por qué el Presidente decidió borrar el tuit solo cuando la estafa ya se había consumado?
Dardos a la oposición y el intento de desviar la atención
Para desviar el foco, Milei recurrió a un clásico de su repertorio: atacar a la oposición. Sin presentar ninguna prueba, aseguró que detrás de las denuncias en su contra hay una operación de los “corruptos de siempre”. “A mí no me van a encontrar cuentas en el exterior, como a los políticos de la casta”, afirmó, desviando la atención de las acusaciones reales.
El problema para Milei es que las denuncias no provienen solo de la oposición. También se presentaron acciones judiciales en el exterior y organismos de investigación internacional están involucrados. Con cada nuevo dato que emerge, su defensa se vuelve más insostenible.
Un presidente sin autocrítica ni disculpas
A pesar de la magnitud del escándalo, Milei no pidió disculpas. Su estrategia fue la negación, el descarte y la minimización de los hechos. Lejos de asumir responsabilidades, intentó convertir su rol en el de una víctima ingenua, asegurando que fue «manipulado» y que todo se trató de una «operación mediática» en su contra. Sin embargo, las pruebas en su contra son contundentes y las investigaciones continúan, con organismos internacionales siguiendo de cerca el caso. La pregunta no es si este escándalo lo afectará, sino cuándo, hasta dónde y qué impacto tendrá en su ya debilitada credibilidad política.
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