Ficha Sucia: Lospennato agita el fantasma K para rascar votos y tapar su fracaso en CABA

Mientras la campaña del PRO tambalea en la Ciudad, Silvia Lospennato apuesta a la polarización con el kirchnerismo y sugiere pactos oscuros para maquillar su retroceso en las encuestas.

Silvia Lospennato, la candidata del PRO en la Ciudad de Buenos Aires, intenta desesperadamente resucitar su campaña apelando al recurso más viejo del manual macrista: agitar el espantapájaros del kirchnerismo. En declaraciones radiales, insinuó un supuesto “pacto” entre el gobierno de Javier Milei y el peronismo para frenar el tratamiento de la ley de Ficha Limpia, un proyecto que ella misma convirtió en una cruzada personal y que ahora utiliza como salvavidas electoral.

El objetivo es claro: instalar que su espacio es el único “históricamente opositor” al kirchnerismo y pescar en el río revuelto del voto anti K, tratando de desplazar a Manuel Adorni, el vocero presidencial devenido candidato libertario, al tercer lugar en la Ciudad. Pero la movida, más que una estrategia política, parece una pataleta ante la evidencia de que Lospennato no logra despegar y corre el riesgo de ser otra víctima del colapso del PRO.

Las encuestas internas que maneja el entorno de los Macri muestran a Leandro Santoro, de Unión por la Patria, liderando la intención de voto, aunque sin alcanzar aún un margen cómodo. En ese contexto, el “voto útil” anti K vuelve a ser un botín codiciado por macristas y libertarios. Pero mientras Adorni endurece su discurso contra el kirchnerismo, Lospennato apuesta al show mediático: llanto en el recinto, acusaciones sin pruebas y un tono que oscila entre la víctima indignada y la fiscal moral del Congreso.

La excusa esta vez es Ficha Limpia, una iniciativa para impedir que personas con condenas judiciales puedan ser candidatas. Un proyecto con fundamentos debatibles, que en manos de Lospennato se ha convertido en una herramienta de oportunismo electoral. Esta semana, volvió a la carga con la teoría de un “pacto” entre el oficialismo libertario y el peronismo para no tratar la ley en el Senado, sugiriendo que la intención es beneficiar a Cristina Fernández de Kirchner.

Lo curioso es que, lejos de aportar pruebas concretas, Lospennato se apoya en rumores y filtraciones anónimas. Según su versión, el senador Ezequiel Atauche —mano derecha de Karina Milei en la Cámara Alta— habría reconocido que no podían avanzar con Ficha Limpia antes del 7 de mayo porque eso fortalecería la candidatura de la diputada del PRO. En otras palabras: su reclamo de transparencia depende, paradójicamente, de versiones sin transparencia alguna.

Desde el entorno de Atauche desmintieron rotundamente los dichos y no dudaron en señalar la jugada electoral detrás de las acusaciones. “Lospennato está perdiendo en la Ciudad, por eso se sube a un rumor inexistente”, dispararon. Incluso senadores patagónicos como Natalia Gadano y José María Carambia, usualmente críticos del oficialismo, cuestionaron a la candidata del PRO por manipular políticamente el debate parlamentario.

Mientras tanto, en Casa Rosada tomaron nota del escándalo y lo atribuyeron a internas cruzadas: un senador disconforme habría usado la polémica como moneda de cambio tras no recibir favores para su provincia. La trama se ensucia aún más si se considera que tanto libertarios como peronistas han evitado interpelar a funcionarios como Karina Milei o Adorni en el escándalo del caso Libra, alimentando aún más las especulaciones sobre “pactos de conveniencia”.

Pero detrás del ruido mediático, lo que queda expuesto es la fragilidad del discurso de Lospennato. Una figura que construyó su carrera política bajo el paraguas del macrismo, pero que hoy parece carecer de agenda propia más allá de atacar a Cristina y reciclar viejos slogans de la “ética republicana”. Su campaña se ha limitado a repetir una y otra vez el mantra de la Ficha Limpia, como si de eso dependiera el destino democrático del país.

En un escenario político donde el PRO ya no es el eje de la oposición y donde los libertarios se disputan con éxito el electorado más radicalizado, Lospennato queda atrapada en una campaña sin norte, sin relato y sin conexión real con las urgencias de la ciudadanía porteña. La estrategia del miedo puede haber funcionado en otras épocas, pero hoy, en el ocaso del macrismo, suena más a manotazo de ahogada que a propuesta política seria.


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