Kicillof exige investigar a Kristalina Georgieva: «Viola el reglamento del FMI y su deber de imparcialidad»

El gobernador bonaerense apuntó contra la directora del Fondo Monetario Internacional por su respaldo explícito a Javier Milei, en medio de una Argentina asfixiada por el ajuste y la dependencia financiera.

Axel Kicillof lanzó una dura denuncia contra Kristalina Georgieva por su apoyo político al presidente argentino, en una clara ruptura de las normas de imparcialidad que debería respetar el FMI. Mientras la economía nacional se desmorona bajo el peso del ajuste y la recesión, la complicidad internacional refuerza un modelo de saqueo.

El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, pidió formalmente que se investigue a Kristalina Georgieva, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), a quien acusó de «violar el reglamento del organismo y su deber de imparcialidad» por expresar su respaldo público al presidente Javier Milei. La denuncia, realizada en el marco de la 18ª edición del Foro de Puebla, sacudió el tablero político y encendió un debate que va más allá de la política doméstica: pone en evidencia el entramado geopolítico que sostiene, financia y legitima proyectos de empobrecimiento masivo como el de La Libertad Avanza.

Desde el mismo momento en que Georgieva elogió el rumbo económico del gobierno de Milei —durante una entrevista con Bloomberg en Washington, en la que afirmó que «está haciendo lo correcto»—, la reacción no tardó en explotar en redes sociales y medios críticos como Página/12 y Ámbito Financiero. “Esto no solo constituye una falta de respeto al pueblo argentino, sino una gravísima injerencia que demuestra la verdadera naturaleza política del FMI”, lanzó Kicillof, acompañado por dirigentes latinoamericanos y europeos que denunciaron la creciente instrumentalización del Fondo como brazo financiero del neoliberalismo más salvaje.

Las declaraciones de Kicillof encontraron eco inmediato en redes como X (ex Twitter), donde hashtags como #KristalinaComplice y #MileiTítereDelFMI se ubicaron entre las principales tendencias. Dirigentes como Juan Grabois y periodistas como Ari Lijalad señalaron que “el respaldo del FMI no es casual: es una estrategia de disciplinamiento económico y social”. Incluso el economista Alfredo Zaiat, desde sus columnas en Página/12, subrayó que el apoyo de Georgieva a Milei rompe los principios básicos del Fondo, que prohíben expresamente favoritismos o injerencias en la política interna de los países miembros.

La crítica de Kicillof no se queda en el plano moral. Señala que, mientras Milei se jacta de haber evitado la hiperinflación «gracias al apoyo internacional», la realidad cotidiana muestra otra cara: desplome del consumo, recesión brutal, aumento de la pobreza y una deuda externa que crece al ritmo del ajuste. Según datos del propio INDEC, la actividad económica cayó un 5,5% interanual en febrero, la peor cifra desde la pandemia. En paralelo, el gobierno de Milei negocia nuevas condiciones con el Fondo que implican más recortes, más sufrimiento y más entrega de soberanía.

«El FMI ya no es solamente un organismo técnico: es un actor político que toma partido por los gobiernos que aplican sus recetas de hambre», denunció Kicillof, recordando que en 2018, durante la gestión de Mauricio Macri, el Fondo violó sus estatutos para otorgar un préstamo récord destinado a sostener la fuga de capitales, según revelaron investigaciones posteriores, incluyendo informes del Congreso argentino y del propio auditor interno del FMI.

El apoyo explícito de Georgieva, entonces, no es un hecho aislado. Responde a una lógica de intervención económica y política para sostener modelos extractivistas y financieros que benefician a una minoría de especuladores a costa de las grandes mayorías. «¿Desde cuándo un director del FMI puede decir abiertamente a qué presidente apoya? ¿Qué garantía de imparcialidad pueden tener ahora los países que negocian con este organismo?», se preguntó Kicillof, en una crítica que apunta también a desnudar la matriz colonial que aún persiste en las relaciones entre el norte global y América Latina.

La complicidad entre el FMI y Milei, cada vez más evidente, refuerza la tesis de que el ajuste no es una opción «técnica» para ordenar la economía, sino una imposición ideológica para destruir derechos, desmantelar el Estado y abrir los recursos naturales del país al saqueo de las multinacionales. Mientras Milei festeja los «superávits» obtenidos a costa de jubilados, trabajadores y pequeños empresarios, el hambre y la desesperanza se expanden en los barrios, en las provincias, en cada rincón del país que no llega a las tapas de los grandes diarios oficialistas.

En este contexto, la denuncia de Kicillof pone el dedo en la llaga: el Fondo Monetario Internacional no solo impone sus condiciones económicas, sino que también legitima políticamente a gobiernos que destruyen el tejido social, bajo la fachada de la «responsabilidad fiscal» y la «apertura al mundo». Georgieva dejó de ser una funcionaria técnica para convertirse en una operadora política. Y el pueblo argentino es, una vez más, rehén de un juego de intereses que no eligió.

La historia reciente enseña que los respaldos del FMI no son garantía de éxito económico. Al contrario: son el prólogo de crisis más profundas, de rescates eternos, de sufrimientos innecesarios. La pregunta ahora es si la denuncia de Kicillof logrará abrir una grieta en ese blindaje mediático y financiero que protege a Milei o si, como tantas otras veces, el poder internacional seguirá negando su responsabilidad en el desastre que ayuda a provocar.

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