La historia de “Quito”, el tiktoker libertario que terminó en prisión por tenencia y distribución de material de explotación sexual infantil

En abril de 2024, un tiktoker libertario fue arrestado en Eldorado, Misiones. Se hacía llamar “Quito”, se filmaba con una motosierra como Javier Milei y acumulaba seguidores a puro insulto. Pero su historia escondía algo más turbio que un simple activismo digital.

(Por Walter Onorato) Durante semanas, la imagen de un gomero desprolijo, con acento litoraleño y una motosierra encendida, se viralizaba en TikTok al ritmo de arengas libertarias, insultos al gobierno provincial y una devoción casi religiosa por Javier Milei. Se trataba de Ramiro Eduardo Barrionuevo, conocido como “Quito”, un misionero de 32 años que desde su humilde taller en Eldorado se había transformado en una especie de influencer libertario del interior profundo.

Su fama virtual no era menor: en TikTok acumulaba decenas de miles de seguidores que celebraban su retórica violenta contra la política tradicional. Usaba la misma motosierra que Milei convirtió en símbolo, pero la suya cortaba con bronca: insultaba al gobernador Hugo Passalacqua, a la “casta política misionera”, al peronismo entero. Se decía “soldado de Milei” y firmaba cada uno de sus videos como si fuera un parte de guerra digital.

El 12 de abril de 2024, esa historia tuvo un giro abrupto. Agentes de la policía de Misiones allanaron su casa y lo detuvieron por «intimidación pública y amenazas». La noticia se esparció rápidamente. “Mirá cómo se llevan a tu soldado, Milei”, gritó mientras transmitía en vivo su detención. El video no tardó en circular por todas las redes. Para muchos, se trataba de una víctima de persecución ideológica. Para otros, simplemente un loco más envalentonado por el odio legitimado desde arriba.

Pero el caso fue más allá del show libertario. Durante el allanamiento, las fuerzas de seguridad secuestraron dispositivos electrónicos con información sensible. Lo que se halló dentro —según revelaron algunos medios locales como Misiones Online— abrió una puerta inesperada: presuntos vínculos con redes internacionales de pedofilia y otras actividades delictivas. El tono cambió. La caricatura del tiktoker gritón empezó a desdibujarse y dio lugar a una figura mucho más oscura.

Mientras tanto, los referentes libertarios, aquellos que habían celebrado su fanatismo como una expresión genuina de apoyo al proyecto mileísta, eligieron el silencio. Ni Karina Milei, ni los influencers cercanos al espacio, ni el propio presidente, dijeron una palabra sobre Barrionuevo. La motosierra ya no era una bandera. Era una evidencia incómoda.

El tenebroso hilo conductor de los libertarios

El loco misionero de la motosierra tiene un hilo conductor con el caso de Germán Kiczka. El exdiputado provincial de Misiones por el partido libertario Activar, aliado de La Libertad Avanza. Recordemos que Kiczka fue detenido en agosto de 2024, acusado de tenencia y distribución de material de explotación sexual infantil. En sus dispositivos se encontraron más de 600 archivos con contenido explícito, incluyendo imágenes de abuso infantil, incesto y zoofilia .​

Este caso generó un escándalo político, ya que Kiczka era un referente cercano al espacio liderado por Javier Milei. Tras el hallazgo, la Legislatura de Misiones aprobó su expulsión.

La detención de Kiczka se enmarca en una serie de operativos internacionales contra la pornografía infantil, como «Guardianes Digitales por la Niñez», que evidenciaron la magnitud de estas redes en Argentina .​

Otro caso de pedofilia en las líneas del partido conducido por Javier Milei es de Sixto Omar Fernández. De otra generación pero con la misma aterradora inclinación. Conocido en Corrientes como «Yacaré», estuvo al frente del Partido Liberal de la localidad correntina de Ituzaingó durante 20 años.

Desde ese puesto de poder, Fernández hizo y deshizo involucrándose con menores de edad a las que abusó sistemáticamente por décadas. La causa se inició con la denuncia de una de sus víctimas que se acercó a la Comisaría de la Mujer y el Menor y confesó a sus 28 años de edad que, cuando sólo tenía 14 años, el funcionario político empezó a abusar de ella.

Ahora bien, esto lleva a pensar que la vinculación de figuras del ámbito libertario con delitos de esta índole plantea serios interrogantes sobre el entorno y las conexiones dentro de este espacio político. Estos casos resaltan la necesidad de un replanteo serio por parte de la sociedad ante hechos de semejante magnitud.

«Mirá Milei como se llevan a un León, se llevan a un soldado de Milei»

De soldado virtual de Milei al frío silencio de la cárcel

La historia de “Quito” no fue la de un preso político, como intentaron instalar algunas voces en redes sociales. Fue la de un emergente lógico en el ecosistema libertario: un sujeto marginalizado, furioso, abandonado por el Estado, que encontró en el discurso de Milei un espejo para canalizar su odio. Un caso extremo, pero no excepcional. Un reflejo distorsionado —y acaso revelador— de lo que pasa cuando la violencia simbólica se legitima desde el poder.

El gobierno de Javier Milei, tan comprometido con la idea de “libertad de expresión”, tampoco mostró preocupación por el uso de sus símbolos para alimentar discursos de odio o justificar amenazas. Tampoco repudió los posibles delitos que salieron a la luz. No hubo desmentidas, ni aclaraciones, ni distancias. Solo el mismo silencio oportunista con el que suele blindar a sus soldados útiles… hasta que dejan de serlo.

La historia de “Quito” terminó, al menos por ahora, en los archivos judiciales y en el olvido virtual. Pero su ascenso y caída deja una advertencia clara: cuando un gobierno alimenta discursos extremos, lo que crece no es la libertad, sino la impunidad. Y tarde o temprano, esa motosierra simbólica termina cortando para el lado que nadie quería.

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