La ultraderecha y sus «influencers» fantasma: Usan avatares generados por IA para difundir mensajes de odio y manipular el discurso político

Mujeres virtuales, creadas con inteligencia artificial, están siendo utilizadas por partidos de ultraderecha en Alemania para difundir discursos xenófobos y homofóbicos. Estas «influencers» falsas, con miles de seguidores, plantean una pregunta incómoda: ¿estamos preparados para enfrentar la manipulación digital en la política?


En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, la política no se queda atrás. Pero no siempre para bien. En Alemania, partidos de ultraderecha como la AfD (Alternativa para Alemania) están utilizando «influencers» generadas con inteligencia artificial para difundir mensajes de odio y manipular el discurso público. Estas figuras virtuales, que parecen sacadas de un videojuego, tienen un objetivo claro: polarizar a la sociedad y ganar adeptos para su causa. Esta información fue revelada por la televisión pública alemana.

Uno de los casos más llamativos es el de Larisa Wagner, una supuesta influencer que acumula miles de visualizaciones en sus publicaciones. Larisa no existe. Fue creada con IA, y su piel borrosa, su voz mecánica y sus movimientos poco naturales delatan su origen artificial. Sin embargo, eso no impide que algunos usuarios interactúen con ella como si fuera real. Larisa promueve abiertamente la «remigración», un concepto político de la ultraderecha que aboga por la deportación de personas con antecedentes migratorios. Además, utiliza un lenguaje homofóbico y despectivo hacia las mujeres de izquierda, describiéndolas como «asquerosas».

Pero Larisa no está sola. Otra figura virtual, Sofía, comparte mensajes prorrusos y apoya a la candidata de la AfD, Alice Weidel, y al político ultraderechista Björn Höcke. Ambas representan un estereotipo de belleza europea: delgadas, de ojos azules y con un discurso que apela a los miedos y prejuicios de ciertos sectores de la población. ¿Por qué mujeres? Según expertos, las figuras femeninas generan más confianza y son más efectivas para transmitir mensajes polarizadores, especialmente en temas relacionados con la familia y la identidad nacional.

El uso de estas influencers virtuales no es casual. Forma parte de una estrategia bien calculada para amplificar narrativas de odio y desinformación. Aunque muchos usuarios identifican rápidamente que no son reales, su impacto no debe subestimarse. Estas cuentas logran llegar a potenciales votantes y normalizar discursos que, en otro contexto, serían rechazados. Además, la AfD utiliza imágenes generadas por IA para retratar a los migrantes de forma negativa y agresiva, mientras que a los alemanes sin antecedentes migratorios se les otorga una imagen pacífica y positiva. Es una distorsión de la realidad que busca alimentar el miedo y la división.

Pero el problema no se limita a Alemania. En un contexto global donde la desinformación y la polarización están en auge, estas tácticas podrían replicarse en otros países. De hecho, el gobierno de Javier Milei es fuertemente criticado por su cercanía con sectores de ultraderecha y su uso de discursos de odios y la utilizacións de bots en las redes sociales. ¿Estaremos viendo pronto influencers virtuales promoviendo agendas similares en América Latina?

La pregunta que debemos hacernos es: ¿hasta qué punto estas figuras virtuales pueden influir en las elecciones y en la intención de voto? Aunque su alcance aún es limitado, su capacidad para amplificar narrativas peligrosas es innegable. Y lo más preocupante es que, en muchos casos, los usuarios no dedican más de unos segundos a verificar la veracidad de lo que consumen en redes sociales. Esto nos hace vulnerables a la manipulación.

El uso de inteligencia artificial en la política no es solo una cuestión tecnológica, sino también ética. Estas «influencers» fantasma son una herramienta más en el arsenal de la ultraderecha para distorsionar la realidad y socavar la democracia. Ante este panorama, es crucial que los ciudadanos estemos alerta y cuestionemos todo lo que vemos en internet. La democracia depende de ello.


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