La pelea por la hegemonía en la derecha argentina sigue sumando capítulos, y esta vez, el protagonista es el ex presidente Mauricio Macri, quien busca a toda costa un lugar en el entramado de poder de Javier Milei. Sin embargo, desde el riñón del gobierno libertario son tajantes: ni Karina Milei ni Santiago Caputo están interesados en una alianza con el PRO.
El ex mandatario manifestó su frustración en un acto en Arrecifes, donde reveló con una curiosa operación matemática su nula incidencia en el esquema de poder mileísta. «Milei dice que quiere una alianza en 10 puntos, pero el triángulo de hierro le da cero. Diez más cero más cero es diez, dividido tres, nos da 3,33», calculó. La ecuación, lejos de ser una muestra de brillantez política, expone la marginalidad a la que ha sido relegado Macri dentro del oficialismo.
Desde que Milei llegó a la Casa Rosada, Macri intentó posicionarse como una especie de «mentor» de la administración libertaria, pero su presión por lograr espacios de poder no encontró eco. Por el contrario, Karina Milei y Santiago Caputo han dejado en claro que la Libertad Avanza no necesita acuerdos con el PRO, sino que los dirigentes que quieran sumarse deben hacerlo bajo sus reglas. «No vamos a ver un sello de ‘Juntos por la Libertad’. No va a pasar, no va a existir», afirmó Ayerdi en C5N, reflejando la postura del oficialismo.
El desconcierto macrista es comprensible. Desde el balotaje, el PRO ofreció su aparato electoral, fiscalizó los comicios y garantizó la gobernabilidad en el Congreso, frenando cualquier intento de investigación al gobierno libertario. Sin embargo, Milei no sólo no retribuyó esos gestos, sino que mantuvo a Macri y a su espacio en la periferia del poder.
La situación se volvió a tensar tras el escándalo de la criptomoneda «Libra», cuando el oficialismo salió a pegarle a su propio asesor estrella, Santiago Caputo. Macri vio en ese tembladeral una oportunidad para ofrecerse como «salvador» de un Milei supuestamente mal rodeado. «Vivimos con un presidente descuidado y mal rodeado», disparó, buscando debilitar el poder de los capitanes de la «libertad avanza».
Pero la jugada no le está saliendo bien. Mientras Macri insiste en que el «triángulo de hierro» fracasó, Milei sigue confiando en su hermana Karina y en Caputo, quienes a esta altura se convirtieron en los arquitectos de su poder. Incluso en plena crisis, Caputo no perdió influencia: hoy está en Estados Unidos, cerrando acuerdos con Karina Milei y manteniendo el control de la estrategia oficialista.
En este contexto, Macri vuelve a apelar a la confrontación pública para forzar su inclusión en el esquema libertario. Prometió «contestarle» a Caputo por la licitación fallida de la hidrovía, a la que calificó como «una comisión oscura con un pliego oscuro». Sus críticas, sin embargo, parecen más un berrinche de quien no encuentra su lugar en el nuevo oficialismo que una verdadera oposición.
Lo cierto es que la relación entre Macri y Milei está lejos de ser una sociedad consolidada. Aunque el presidente libertario siente cierta empatía personal con el ex mandatario, en la práctica lo mantiene a raya. Y el «triángulo de hierro», lejos de tambalear, sigue marcando el rumbo del gobierno.
La pregunta es hasta cuándo Macri seguirá insistiendo en ser parte de un proyecto que lo considera prescindible. Porque si hay algo claro en la Argentina de Milei, es que las alianzas no se negocian: se imponen.
Deja una respuesta