Mientras el Banco Central pierde reservas a velocidad récord el Gobierno de Milei reza por un nuevo salvavidas del FMI


El Fondo manda, Milei obedece: otra vez deuda, ajuste y saqueo. El precio ya lo pagan los argentinos.

El Presidente convocó a todo su gabinete en Casa Rosada para esperar el visto bueno del Fondo Monetario Internacional a un préstamo de 20 mil millones de dólares. Sin embargo, el verdadero trasfondo del acuerdo es una nueva entrega de soberanía económica, marcada por exigencias brutales: devaluación, eliminación de beneficios cambiarios y liberalización salvaje del dólar. En medio de esta crisis autoinfligida, Milei y Caputo exponen su falta de rumbo, mientras los mercados saquean las reservas y la economía real sigue en caída libre.

Javier Milei volvió a poner todas sus fichas en el altar del Fondo Monetario Internacional. Convocó con premura a su gabinete a la Casa Rosada, como si esperara una revelación celestial, pero lo que en realidad se aguarda no es otra cosa que el aval formal del FMI a un nuevo préstamo por 20 mil millones de dólares. Otra deuda monstruosa que se suma al historial trágico de la dependencia argentina con los organismos multilaterales, y que refuerza una lógica perversa: pedir prestado para sostener una economía en estado de coma inducido por las propias políticas del gobierno.

La puesta en escena fue digna de una tragicomedia: mientras Caputo y Milei rezan por la aprobación del board del Fondo, el mercado le asesta un golpe feroz a las reservas del Banco Central, que perdieron en una sola jornada cerca de 400 millones de dólares. La presión dolarizadora se multiplica y las cuevas y traders del dólar MEP celebran: el volumen operado tocó los 1.000 millones de dólares, un récord que no marca dinamismo financiero sino pánico anticipado.

El Gobierno intenta minimizar la gravedad de la situación, pero las contradicciones emergen por todas partes. El propio ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, tuvo que admitir —en un sincericidio de alto voltaje— que el actual esquema cambiario “no es consistente ni sostenible”. La confesión es demoledora: después de meses insultando a economistas que advertían lo mismo, el oficialismo termina reconociendo que el modelo está quebrado, sin plan de salida y sostenido por alfileres ideológicos.

¿Y cuál es el plan B? Según fuentes del propio Gobierno, el FMI exige un salto devaluatorio inmediato como condición para liberar el dinero. No sólo eso: también pide avanzar hacia la “libre flotación” del dólar, lo que en la práctica implicaría desmantelar el “dólar blend” —una mezcla de cotizaciones que otorga un tipo de cambio especial para exportadores— y abrir la puerta a una escalada inflacionaria brutal. Milei y Caputo intentan ganar tiempo y postergar la devaluación hasta después de las elecciones de octubre, pero es evidente que no manejan los tiempos: el mercado lo sabe y opera en consecuencia.

Este nivel de improvisación y sumisión ante el FMI no es gratuito. Cada movimiento del Gobierno es leído con voracidad especulativa. Cada gesto de debilidad alimenta un proceso de fuga de divisas que se agudiza día a día. Mientras tanto, el relato libertario se desmorona: ya no hay épica anti-casta, ni lucha contra el “curro de la política”, ni promesas de equilibrio fiscal mágico. Hay, en cambio, una rendición abierta ante los intereses financieros transnacionales, disfrazada de estrategia de estabilización.

En este contexto, surgen nuevas versiones sobre un eventual cambio en el gabinete económico. El nombre de Caputo aparece nuevamente en el radar de salida, una vez que se rubrique el acuerdo con el Fondo. En su lugar, podría asumir alguien más afín a las demandas del organismo y con mayor credibilidad ante los inversores internacionales. Pero el problema no es Caputo, ni su reemplazo: el problema es el dogma delirante de Milei y la dependencia estructural que su política profundiza.

La Argentina de Milei no está en guerra contra el FMI, sino en una luna de miel autodestructiva. La promesa de “salir del cepo” se transforma en un nuevo corset que aprieta al pueblo argentino y libera a los capitales especulativos. Los 20 mil millones de dólares que el Gobierno espera recibir no van a dinamizar la producción ni a mejorar el poder adquisitivo. Serán utilizados para sostener un tipo de cambio artificial, pagar vencimientos de deuda y, eventualmente, financiar una salida desordenada del cepo que puede desembocar en una megadevaluación con consecuencias sociales devastadoras.

Mientras la gestión libertaria improvisa frente a una situación que ya se les fue de las manos, las consecuencias las pagan los sectores populares. Los precios no bajan, los salarios se pulverizan y el desempleo comienza a asomar con fuerza en sectores sensibles. La economía real se achica al ritmo del ajuste, pero la bicicleta financiera acelera: el verdadero “plan motosierra” se aplica sobre los jubilados, los trabajadores, los estudiantes y los pequeños empresarios, mientras el capital financiero cobra dividendos en dólares a costa del hambre nacional.

La discusión ya no es si habrá devaluación, sino cuándo y con qué consecuencias. Todo indica que se avecina una nueva etapa de shock, impuesta por el FMI y acatada sin resistencia por un Gobierno que se dice libertario pero actúa como un gerente dócil de intereses ajenos. Y en ese escenario, la única certeza es que los próximos meses serán aún más duros para una sociedad que ya viene acumulando golpes desde diciembre.

Milei llegó con la promesa de “dinamitar el sistema”, pero lo único que está destruyendo es el entramado económico y social de la Argentina. Su discurso antisistema choca contra la realidad de un país cada vez más subordinado al poder del FMI y a las decisiones de los grandes jugadores del mercado. Cada día que pasa sin un rumbo claro, cada concesión al capital financiero, cada mentira tecnocrática disfrazada de sinceridad brutal, alejan un poco más la posibilidad de una recuperación real.

El problema no es técnico, es político. Y mientras el Presidente siga esperando milagros en Washington en lugar de construir soberanía económica en Buenos Aires, el futuro inmediato no será otra cosa que más deuda, más ajuste y más sufrimiento para los de abajo.

Fuente:

  • https://www.lapoliticaonline.com/politica/milei-convoco-al-gabinete-a-la-espera-del-acuerdo-con-el-fmi-y-hablan-de-anuncios/

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