Un exfiscal federal de Nueva York apunta contra Javier Milei por el fraude de $Libra, con una querella penal que lo expone a ser imputado en suelo estadounidense.
La sombra de una investigación internacional se cierne sobre el presidente argentino. El exfiscal Timothy Treanor ya lo considera imputable por delitos federales tras una operación con criptomonedas que dejó más de 75 mil damnificados en todo el mundo.
Cuando la estafa cripto llega a la Casa Rosada
El experimento libertario que prometía liberar al pueblo argentino del yugo del Estado comienza a desmoronarse bajo el peso de sus propias contradicciones. Javier Milei, el presidente que predica la pureza del mercado, podría enfrentar una acusación penal en Estados Unidos por estar implicado en una criptoestafa internacional que afectó a miles de personas. La causa, lejos de ser una mera disputa financiera, lo pone en el centro de un esquema de fraude masivo que trasciende fronteras.
Timothy Treanor, exfiscal federal ante la Corte de Nueva York y experto en delitos financieros, anunció públicamente que está preparando una demanda penal contra Milei por su rol en el lanzamiento de la criptomoneda $LIBRA. “El bufete Treanor anuncia investigación por fraude en el lanzamiento de la criptomoneda $LIBRA que involucra al presidente argentino Javier Milei”, comunicó su estudio legal, mientras busca sumar la mayor cantidad posible de víctimas mediante un formulario confidencial.
El caso no es menor: se trataría de una violación a la Ley de Prevención de la Extorsión en el Extranjero, un delito federal que puede implicar serias consecuencias judiciales para cualquier ciudadano… incluso si es jefe de Estado.
De tuitear a estafar: el día en que Milei se convirtió en promotor de una shitcoin
Todo comenzó el 14 de febrero de 2025, cuando Milei publicó un tuit elogiando las supuestas virtudes de invertir en la criptomoneda $LIBRA. Aunque luego intentó relativizarlo afirmando que “no promocionó, sino que difundió”, el daño ya estaba hecho. Ese tuit, fijado durante cuatro horas, generó una explosión artificial del valor del activo, que luego se desplomó abruptamente, dejando un tendal de inversores arruinados.
Los números son escalofriantes. Según un análisis de transacciones en blockchain, la moneda pasó de cotizar 0,216 dólares a 5,54 dólares, alcanzando una capitalización de mercado de 4.500 millones de dólares antes del colapso. El volumen de operaciones superó los 1.500 millones de dólares en apenas unas horas. Fue una burbuja inflada por la validación pública del propio presidente, y pinchada con la misma velocidad por quienes sabían que era solo humo.
Hoy se estima que al menos 75 mil personas fueron estafadas, por una cifra que ya roza los 280 millones de dólares, y que podría superar los 300 millones al contabilizar afectados en Europa, China y Singapur, donde también hay investigaciones judiciales en curso.
Los nombres que rodean a Milei y el silencio que incomoda
Dos hombres cercanos al presidente, Mauricio Novelli y Manuel Terrones Godoy, están directamente implicados en la maniobra. Ambos presentaron recursos para excluir a Juan Grabois como querellante, una jugada judicial que busca bloquear el acceso de las víctimas al expediente. La defensa es liderada por Daniel Rubinovich, y cuenta con el respaldo de nombres como Marcos Salt, Natalia Sergi, Ramiro Salaber y Karin Kozak, quienes representan a otros implicados, incluido Hayden Mark Davis, el supuesto cerebro financiero del operativo.
¿La estrategia? Dilatar, embarrar, dispersar la atención. Pero hay algo que no pueden ocultar: la participación directa del presidente. Como señala el abogado Nicolás Rechanik, “resulta extraño que el presidente, que manifestó que estaba a disposición de la Justicia, busque hacer lo imposible (a través de su socio Novelli) para que las víctimas no puedan siquiera acceder al expediente”.
Por si fuera poco, la causa también alcanza a la hermana de Milei, quien figura en las pruebas revisadas por el bufete Treanor. La imagen pública del presidente se desdibuja mientras aparecen registros de su participación en eventos del mundo cripto, incluyendo una reunión con el empresario Julian Peh, de Kip Protocol, cuya entrada a la Argentina desde Singapur todavía está siendo investigada por el fiscal Eduardo Taiano.
Fugas, cajas vacías y arrepentidos en potencia
El 15 de febrero, apenas un día después del estallido del escándalo, Mauricio Novelli volvió de Estados Unidos. El 17, su madre y su hermana vaciaron la caja de seguridad de un banco. ¿Un reflejo de pánico o una maniobra para ocultar evidencia? La Justicia federal ya está peritando el celular y la computadora personal de Novelli.
En paralelo, se baraja la posibilidad de que algunos implicados se conviertan en “arrepentidos” ante el FBI. Los hermanos Martín y Marcelo Aranda, estafados por Davis, ya iniciaron contacto con abogados, y la pérdida de 50 mil dólares de la esposa de uno de ellos encendió la chispa de una nueva querella, esta vez encabezada por Daniel Llermanos.
Mientras tanto, en la Argentina, el expediente se debate entre dos juezas federales: Sandra Arroyo Salgado y María Servini, en una puja por la competencia que aún debe resolver la Cámara de San Martín. Todo mientras la credibilidad institucional se ve arrastrada por las sombras de una operatoria ilegal con sello presidencial.
Un presidente imputable
Timothy Treanor fue claro: Javier Milei puede ser imputado en Estados Unidos por delitos relacionados con fraude y extorsión internacional. Esta no es una causa menor, ni un ataque político ni una fake news. Se trata de una denuncia penal en uno de los sistemas judiciales más poderosos del mundo, impulsada por un exfiscal con experiencia en delitos financieros complejos.
La imagen de Milei como “outsider” libertario empieza a resquebrajarse no por sus enemigos ideológicos, sino por sus propias acciones en el corazón del sistema que dice venerar: el mercado. Si la libertad de empresa incluye estafas impunes, si la responsabilidad individual se esfuma cuando hay ganancias personales, entonces su proyecto político no es una revolución, sino una estafa con timing de campaña.
El globo libertario está por estallar. Esta vez, no será por culpa del “colectivismo” ni de “la casta”, sino por la justicia de un país que no tolera que un presidente tuitee su camino a una criptoestafa internacional.
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