Milei pierde brillo: la imagen presidencial se resquebraja y la oposición busca capitalizar el desgaste

La estrategia comunicacional del gobierno enfrenta sus primeros tropiezos, con una oposición fragmentada pero expectante. El impacto del escándalo Libra y la incertidumbre económica comienzan a horadar la base de apoyo libertaria, en un escenario donde la calle no se enciende pero el malestar crece.


El fenómeno Milei, que irrumpió como un huracán en la política argentina, empieza a mostrar signos de fatiga. Si bien conserva un núcleo duro de seguidores, su imagen se deteriora. La consultora Proyección registró una caída de cuatro puntos en su popularidad en el último mes, un descenso que no responde a una crisis económica fulminante sino a grietas en su propio relato.

Según Manuel Zunino, socólogo y analista político, el escándalo Libra marcó el primer golpe serio a la credibilidad del presidente. «Le pegó en la honestidad, la credibilidad y en la idea de que es un tipo muy capaz en economía», sostuvo. Este caso, sumado a la volatilidad cambiaria y a las tensiones con el FMI, ha sembrado dudas incluso entre sus votantes más convencidos.

CABA: el primer ring político del año

Mientras Milei intenta contener el desgaste, la atención política se centra en la Ciudad de Buenos Aires, donde las elecciones legislativas funcionarán como un barómetro clave. En un país hipercentralista, CABA se convierte en el escenario donde medirán fuerzas el PRO, la Libertad Avanza y la oposición peronista.

Según Zunino, el mapa porteño está dividido en «cuatro cuartos»: el PRO, la Libertad Avanza, la Unión por la Patria con Leandro Santoro y un sector disperso que agrupa radicales, izquierda y otros partidos menores. «El hecho de que el PRO y la Libertad Avanza vayan separados perjudica al macrismo, que necesita sostener su dominio en la Ciudad», explicó. Este escenario beneficia a Santoro, quien podría capitalizar la fragmentación de la derecha.

El desgaste de Milei: entre la economía y la calle

Si bien la inflación no se ha disparado abruptamente en las últimas semanas, el alza del dólar generó inquietud en los mercados y en la opinión pública. «Todo lo que desacomode la economía impacta en la imagen de Milei», advirtió Zunino.

En paralelo, el gobierno intenta mostrar control del espacio público. La reciente marcha del 12 de marzo, con una fuerte presencia policial y sin incidentes, demostró su capacidad de orden, algo que busca proyectar a los mercados y al FMI. Sin embargo, la calle sigue siendo un interrogante. «Un ajuste de esta magnitud debería tener la calle prendida fuego», indicó el socólogo, subrayando el carácter inusual del actual contexto social.

En este marco, el próximo paro general será un test crucial para medir la capacidad de movilización sindical y el nivel de descontento real. «La marcha universitaria fue un punto de inflexión, porque fue espontánea y mostró un rechazo genuino», señaló Zunino, sugiriendo que podrían darse nuevas expresiones de protesta con mayor impacto que las organizadas por el sindicalismo tradicional.

Un oficialismo sin anclaje y una oposición fragmentada

El retroceso de Milei no se traduce, por ahora, en un crecimiento significativo de la oposición. «La principal fortaleza de Milei sigue siendo la debilidad de sus adversarios», afirmó Zunino. A pesar de la caída en su imagen, no hay una figura clara que logre capitalizar el descontento.

En la provincia de Buenos Aires, Cristina Kirchner conserva un piso de alrededor del 40%, suficiente para ser una jugadora clave, pero insuficiente para disputar con garantías una presidencial. Mientras tanto, la Unión Cívica Radical y el PRO siguen sin definir un liderazgo fuerte, lo que podría derivar en una reconfiguración del tablero opositor en los próximos meses.

Conclusión: un 2025 impredecible

Con un Milei menos eufórico y más cauteloso en sus expectativas electorales, el panorama político sigue siendo incierto. «Sabemos que no es lo mismo Milei que los candidatos de Milei», advirtió Zunino, recordando que la imagen presidencial no se traslada automáticamente a las boletas legislativas.

Las elecciones en CABA marcarán el ritmo del año político, mientras el gobierno busca sostener su base de apoyo en medio de una economía frágil y una oposición que, aunque dividida, sigue al acecho. La gran pregunta es si el malestar latente se convertirá en un factor de movilización real o si Milei logrará sortear la tormenta con su ya habitual discurso confrontativo.


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