Narcogendarmes y complicidad interna: la trama que golpea la gestión de Patricia Bullrich

La Gendarmería, infiltrada por el narcotráfico, expone la debilidad estructural del Ministerio de Seguridad

El escándalo que sacude a la gestión Bullrich: efectivos en actividad y exmiembros de Gendarmería operaban una red de tráfico de cocaína mientras el gobierno promete «mano dura»

La promesa de una lucha frontal contra el narcotráfico, repetida hasta el hartazgo por Patricia Bullrich, se estrella contra una realidad incómoda: una organización criminal integrada por gendarmes y exmiembros de la fuerza operaba con total impunidad, transportando cientos de kilos de cocaína desde el norte del país hacia Buenos Aires. La red quedó al descubierto tras una investigación de la Unidad Fiscal de Salta, revelando la existencia de un grupo de efectivos que, lejos de combatir el crimen, lo facilitaban.

El caso no solo es un golpe para la credibilidad de la ministra de Seguridad, sino que expone fallas estructurales en los controles internos de las fuerzas federales. Mientras el gobierno de Javier Milei y Bullrich insiste en la necesidad de una política de “orden y disciplina”, la complicidad delictiva dentro de Gendarmería Nacional echa por tierra su discurso. ¿Cuántos otros efectivos están involucrados en negocios ilegales? ¿Cuán profunda es la infiltración del narcotráfico en las fuerzas de seguridad?

Narcos con uniforme: la banda dentro de Gendarmería

La trama quedó al descubierto en mayo de 2024, cuando fue detenido Diego Hernán Delgado, cabo de Gendarmería, mientras transportaba 303 kilos de cocaína en una camioneta Volkswagen Amarok. Su captura desató una investigación que permitió descubrir la existencia de una organización delictiva dentro de la fuerza, compuesta por efectivos en actividad, exgendarmes y aspirantes a ingresar a la institución.

A través del análisis de teléfonos incautados, se detectó un grupo de WhatsApp llamado “Los Peluches”, donde los involucrados compartían instrucciones sobre cómo ocultar droga en vehículos, con métodos que incluían esconderla en respaldos de asientos y otros compartimentos internos. La red también contaba con contactos dentro de Gendarmería que filtraban información sobre controles en rutas y operativos de seguridad, permitiendo que los cargamentos llegaran a destino sin inconvenientes.

Entre los implicados en la causa figuran:

  • Diego Hernán Delgado, cabo de Gendarmería en actividad.
  • Federico Rubén Batista, otro gendarme en funciones.
  • Gabriel Osvaldo Ruiz Apaza, involucrado en la logística.
  • Francisco Agustín Flores, aspirante a Gendarmería, parte del esquema delictivo.
  • Adrián Emilio Escarlata, exgendarme, clave en la organización.

La estructura mafiosa no solo transportaba droga, sino que contaba con un esquema interno de protección dentro de la propia Gendarmería. Las escuchas revelaron cómo los efectivos alertaban sobre operativos, compartían protocolos internos y daban indicaciones precisas sobre cómo evadir retenes. En otras palabras: el Estado estaba garantizando el éxito del narcotráfico.

¿Cuántos más? La pregunta que incomoda al gobierno

Este escándalo golpea de lleno la retórica de Bullrich, quien insiste en que su gestión persigue el delito con rigor. Sin embargo, la realidad muestra que, lejos de estar bajo control, las fuerzas de seguridad presentan serias fallas en sus mecanismos de depuración y control interno.

El problema no es menor. No se trata de un caso aislado de corrupción individual, sino de una estructura criminal dentro de una de las fuerzas federales más importantes del país. La implicación de efectivos en actividad pone en duda la capacidad del gobierno para garantizar que las fuerzas de seguridad no sean, en realidad, un actor más dentro del negocio del narcotráfico.

Las preguntas son inevitables:

  • ¿Cuántos otros efectivos están operando dentro de redes delictivas sin ser descubiertos?
  • ¿Qué medidas concretas ha tomado el Ministerio de Seguridad para evitar que casos como este se repitan?
  • ¿Cuán infiltrada está Gendarmería por organizaciones criminales y qué tan alto llega la complicidad?

El discurso de Bullrich y Milei se sostiene en la idea de que la “mano dura” y el “orden” son la solución a todos los problemas de seguridad del país. Pero cuando la corrupción es endémica dentro de las fuerzas que deben garantizar ese orden, el discurso se desmorona.

El doble discurso de Bullrich y el gobierno de Milei

El caso de los narcogendarmes se suma a una larga lista de escándalos que revelan la falta de control real sobre las fuerzas federales. Mientras se habla de combatir el crimen organizado, se premia con aumentos salariales y respaldo político a efectivos que, en muchos casos, terminan siendo parte del problema.

No es la primera vez que la gestión Bullrich queda en la mira por falta de transparencia y por el accionar irregular de las fuerzas de seguridad. Durante su anterior paso por el Ministerio, su política de “doctrina Chocobar” habilitó la impunidad para efectivos que actuaban fuera de la ley. Ahora, en su segundo mandato, el escándalo de los gendarmes narcos deja en evidencia que el problema no es la falta de mano dura, sino la ausencia total de control interno.

En lugar de plantear una estrategia seria para depurar las fuerzas de seguridad, el gobierno de Milei y Bullrich se limita a discursos efectistas y medidas cosméticas que no resuelven el problema de fondo. La connivencia entre agentes estatales y el crimen organizado no se combate con marketing político, sino con investigaciones profundas, sanciones reales y una transformación estructural que este gobierno ni siquiera parece considerar.

Un gobierno sin respuestas ante un problema estructural

El escándalo de los narcogendarmes plantea un dilema que el gobierno de Javier Milei no puede seguir ignorando. Mientras se habla de privatizar áreas del Estado y de reducir organismos de control, la corrupción dentro de las fuerzas de seguridad sigue operando con total impunidad.

Este caso es solo una muestra de un problema mucho más profundo: la degradación institucional de las fuerzas de seguridad y la falta de control sobre sus integrantes. La gestión Bullrich, lejos de ser una garantía de transparencia y lucha contra el delito, está demostrando ser un caldo de cultivo para la corrupción y la infiltración criminal.

La pregunta es si el gobierno está dispuesto a tomar medidas reales o si, como hasta ahora, seguirá mirando para otro lado mientras el narcotráfico se infiltra cada vez más en el corazón del Estado.

Fuente

  • https://noticiasargentinas.com/politica/narcogendarmes-y-complicidad-interna–la-trama-que-golpea-la-gestion-de-patricia-bullrich_a67c9f7bbe2ceba33384abc4d

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