“Nos va a ir mal”: el sincericidio electoral que expone el derrumbe libertario en Santa Fe

Mientras Milei insiste en que lidera “el mejor gobierno de la historia”, su entorno ya anticipa la derrota en las elecciones santafesinas, revelando fracturas internas, falta de estructura territorial y el desgaste acelerado del relato oficialista.

Este domingo, Santa Fe abre el calendario electoral 2025 con una elección clave para la reforma constitucional y las PASO en 139 localidades. Entre el silencio oficial y los chats filtrados que revelan desesperanza, se desploma el espejismo libertario. ¿Qué hay detrás del pesimismo que recorre los pasillos de la Casa Rosada?

Este domingo 13 de abril, Santa Fe se convierte en el epicentro del calendario electoral 2025, con una jornada que promete no solo renovar cargos locales y convencionales constituyentes, sino también exponer en carne viva el grado de desgaste político del gobierno nacional. En un giro tan paradójico como revelador, el autodenominado “mejor gobierno de la historia” —en palabras del propio Javier Milei— ya anticipa una derrota que, aunque se quiera disimular, quedó expuesta en una filtración que ningún operativo de control comunicacional pudo tapar.

“Este domingo en las elecciones en Santa Fe nos va a ir mal.” La frase, brutal y seca, pertenece a un chat privado del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, filtrado por el canal de noticias TN. En cualquier otro contexto, podría leerse como una evaluación pesimista más. Pero en este escenario, donde la maquinaria libertaria ha construido su narrativa sobre la supuesta infalibilidad mesiánica del Presidente, el sincericidio no solo suena a alarma interna, sino a confesión pública del fracaso.

La cita no es un simple descuido, sino un síntoma de algo mucho más profundo: el derrumbe de una fuerza que, lejos de consolidarse como alternativa de poder territorial, ha demostrado no tener ni estructura, ni liderazgo, ni la más mínima conexión con las necesidades concretas de las provincias. El caso Santa Fe es apenas el prólogo de una saga que amenaza con extenderse domingo tras domingo en cada rincón del país.

Mientras los libertarios se esfuerzan en redes sociales por mantener una épica virtual basada en memes, bots y trolls, la realidad avanza sin filtro en el territorio. En Santa Fe, se elegirán 69 convencionales constituyentes —50 por distrito único y 19 por departamentos— que tendrán en sus manos la posibilidad de reformar la Constitución Provincial. Entre los temas a debatir figuran la reelección del gobernador, la autonomía municipal, la transparencia judicial y la incorporación de mecanismos de control ciudadano. Un menú institucional clave para el futuro santafesino, del que el oficialismo nacional apenas participa como espectador de segunda fila.

Además, en 139 localidades se desarrollarán elecciones PASO para cargos comunales y municipales, que definirán candidatos a intendentes, concejales y miembros de comisiones comunales. Es una oportunidad inmejorable para cualquier fuerza con ambiciones federales. Pero Milei y los suyos, en vez de disputarla, la dan por perdida antes de empezar.

El desinterés es tan evidente como preocupante. Lejos de desplegar cuadros políticos, presentar propuestas o debatir los temas que importan a la ciudadanía, el gobierno libertario parece más interesado en sostener una ficción mediática que no resiste el más mínimo contacto con la realidad provincial. ¿Dónde están los candidatos de La Libertad Avanza? ¿Cuál es su proyecto para Santa Fe? ¿Qué propuestas tienen para la reforma constitucional o el desarrollo municipal? La respuesta, dolorosamente simple, es ninguna.

El propio gobernador Maximiliano Pullaro, de origen radical pero hoy alineado con sectores de Juntos por el Cambio, parece tener la cancha libre para avanzar sin obstáculos ante un oficialismo nacional ausente, desorientado y sin respaldo territorial. Sus candidatos dominan las encuestas, mientras los libertarios apenas aspiran a hacer “un papel digno”, como reconocen en voz baja incluso los más entusiastas.

La desazón libertaria en Santa Fe no es un fenómeno aislado, sino la expresión territorial de un fracaso político más profundo. A casi un año de asumir, Javier Milei no ha logrado construir una fuerza orgánica, no tiene intendentes, ni gobernadores, ni estructura partidaria sólida fuera del microclima digital. Su gobierno ha concentrado todas las energías en la represión presupuestaria, el ajuste brutal y la subordinación total al poder financiero, dejando a las provincias libradas a su suerte.

Y esa ausencia se paga en las urnas.

El operativo electoral santafesino es robusto: más de 2.8 millones de electores nacionales y casi 24 mil extranjeros están habilitados para votar en más de 8.300 mesas, distribuidas en 1.458 locales. Habrá boletas únicas diferenciadas por color y una avanzada infraestructura tecnológica para garantizar transparencia. Pero nada de eso parece importarle a un gobierno nacional que ha decidido mirar hacia otro lado, como si la derrota se resolviera con cinismo y silencio.

El resultado del domingo no solo definirá el rumbo institucional de Santa Fe, sino que marcará un termómetro nacional. Lo que está en juego no es apenas una elección provincial, sino la legitimidad de un gobierno que se autoproclama revolucionario pero naufraga en cada contienda real.

La paradoja es evidente: Milei dice que lidera el mejor gobierno de la historia, pero sus propios ministros no creen en su capacidad de competir en una provincia clave. La disonancia entre el relato y la realidad es tan evidente que ya ni siquiera intentan disimularla. Y si Santa Fe es el primer capítulo de una serie de domingos electorales en todo el país, la pregunta que empieza a rondar en el oficialismo es más temida que nunca: ¿cuántas derrotas más puede soportar una fuerza que jamás ganó fuera del AMBA?

El sincericidio de Cúneo Libarona es más que una filtración incómoda. Es el síntoma de un modelo que empieza a resquebrajarse desde adentro, víctima de su propia soberbia, su desconexión con los territorios y su desprecio por la política real. Es el primer temblor de un edificio construido sobre promesas huecas, dogmas de papel y marketing de redes sociales.

Este domingo, Santa Fe vota. Pero el que realmente se pone a prueba es el proyecto libertario. Y todo indica que no solo “les va a ir mal”, sino que ya empezaron a asumirlo.

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