Para el analista político Gustavo Córdoba, la estrategia de Javier Milei para sostener la economía y la gobernabilidad empieza a mostrar grietas cada vez más evidentes. A pesar del blindaje mediático y la maquinaria comunicacional que intenta instalar un optimismo forzado, el malestar social y las inconsistencias del modelo libertario empiezan a desbordar el relato oficial. Entre un ajuste feroz, una crisis de reservas y un Fondo Monetario Internacional que impone sus condiciones, el gobierno se enfrenta a un dilema sin salida: si cede ante el FMI, corre el riesgo de traicionar su discurso antisistema; si se enfrenta, podría quedar aislado y sin financiamiento.
Karina Milei, la mano que empuña la guillotina del poder
Desde su mirada, la escena política también está en ebullición. La oposición peronista sigue reconfigurándose y, mientras algunos sectores intentan despegarse de Cristina Kirchner, su presencia en la escena sigue siendo innegable. Los carteles con la consigna «Cristina presente» que aparecieron en distintos puntos del país son síntoma de que el kirchnerismo mantiene una base militante activa y que, a pesar de los intentos por correrla del centro de la discusión, su peso político sigue vigente.
Un plan sin plan B
Uno de los puntos más críticos del actual gobierno, según Córdoba, es la falta de un plan alternativo si su estrategia económica fracasa. Milei apostó todo al ajuste y la ortodoxia fiscal, pero el gran problema es que los tiempos económicos no se alinean con los tiempos políticos. Como ya ocurrió en el gobierno de Mauricio Macri, las PASO pueden convertirse en una primera advertencia del malestar social, algo que el oficialismo busca evitar a toda costa.
El principal problema es que los «brotes verdes» que el gobierno promete nunca terminan de aparecer. La inflación sigue descontrolada y los aumentos en productos básicos como la carne (un 25% en lo que va de febrero) reflejan una situación que está lejos de estabilizarse. Mientras tanto, el agro retiene sus cosechas en silobolsas y no liquida divisas, a la espera de mejores condiciones. Sin esos dólares, el gobierno enfrenta un cuello de botella financiero que podría derivar en un salto cambiario.
El Milei que se enfrenta al FMI
El enigma más grande dentro del esquema libertario es su relación con el Fondo Monetario Internacional. Para Córdoba, Luis Caputo, ministro de Economía, es visto como la “garganta profunda” del mercado dentro del gobierno, pero incluso dentro del oficialismo se empiezan a notar tensiones. La nota que Milei publicó en La Nación, donde reivindicó su postura ultraortodoxa y dejó en claro que no hará concesiones, fue tomada como un mensaje directo al organismo internacional.
Las críticas del FMI sobre la viabilidad del ajuste y la falta de un plan de crecimiento podrían terminar empujando a Milei a una contradicción insalvable: el libertario que llegó al poder denunciando la «casta» podría terminar enfrentado con el mismo organismo que le exige más ajuste. Algo que, paradójicamente, lo acercaría al lugar que en su momento ocupó Cristina Kirchner, enemistada con el FMI por las condiciones del préstamo de 2018.
El gobierno del blindaje mediático y las fake news
Un dato que no pasa desapercibido, según el analista, es la presencia casi omnipresente de los funcionarios del gobierno en los medios. En las últimas 72 horas, una tras otra, las figuras del gabinete han copado las pantallas para repetir un mismo mantra: «todo está bien». Sin embargo, como señala Córdoba, ningún gobierno que esté realmente bien necesita salir de forma desesperada a aclararlo.
La estrategia comunicacional de Milei es efectiva en la instalación de temas, pero también muestra signos de agotamiento. El recurso de la fake news no es nuevo, pero el libertarismo lo ha llevado a niveles industriales. La lógica del «miente, miente, que algo quedará» se repite con cada dato falseado, cada promesa de inversión que nunca llega y cada operación de prensa que busca desviar la atención de los problemas reales. Sin embargo, la realidad económica es mucho más difícil de maquillar y, tarde o temprano, se impone por sobre cualquier relato.
Para Córdoba, el gobierno de Milei se encuentra en una encrucijada. No hay plan B, las tensiones con el FMI crecen, la economía no mejora y la oposición empieza a reorganizarse. El espejismo del control empieza a desvanecerse y la incertidumbre se instala como el nuevo escenario político.
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