La planta frigorífica, que se jacta de su compromiso con el empleo, dejó en la calle a decenas de familias. Fuerte malestar en la ciudad bonaerense.
Mientras la crisis golpea a la industria cárnica, Devesa, uno de los principales frigoríficos de Azul, echó a 40 trabajadores sin previo aviso. La situación revela el abismo entre los discursos de “compromiso” empresarial y la dura realidad que atraviesan los obreros.
El ajuste económico sigue dejando un tendal de familias en la calle. Esta vez, el golpe se sintió con fuerza en Azul, donde el frigorífico Devesa –uno de los principales motores de empleo de la región– decidió despedir a 40 trabajadores de manera abrupta.
La noticia se conoció este viernes a través de un video grabado dentro de la planta, en el que un operario visiblemente afectado confirmó que fueron informados de su desvinculación: «Nos dijeron que a partir del lunes no entramos más». El video, que rápidamente se viralizó en redes sociales, expone la angustia y la incertidumbre que atraviesan los trabajadores y sus familias. «Qué ciudad. Está Argentina, papi…», remató el obrero, en una frase cargada de resignación y bronca.
El frigorífico Devesa, que opera bajo la marca Azul Natural Beef, cuenta con una de las plantas más modernas de la región: una superficie de 15.000 m², corrales de 1.200 m², capacidad de faena de 900 animales diarios y un almacenamiento de hasta 3.000 toneladas de carne refrigerada. En su portal institucional, la empresa se presenta como un «referente de calidad» que emplea a 950 personas y que sostiene “el respeto, la honestidad y el compromiso” como valores centrales.
Sin embargo, los recientes despidos desnudan el brutal contraste entre el relato empresarial y la realidad que atraviesan los trabajadores. Mientras en su carta de presentación aseguran que su capital más valioso es su gente, la decisión de dejar a 40 familias en la calle sin explicación oficial pinta un cuadro muy diferente.
El impacto de esta medida no se limita a la planta: Azul es una ciudad con una economía altamente dependiente de industrias como la cárnica, y cualquier ajuste tiene efectos directos en el comercio local, los servicios y la estabilidad social. Por ahora, la empresa no emitió ningún comunicado explicando los motivos de los despidos, lo que alimenta aún más la indignación de los trabajadores y la preocupación de toda la comunidad.
Este episodio se suma a una larga lista de cierres, despidos y ajustes que se vienen registrando en el sector industrial de la provincia de Buenos Aires, en un contexto de crisis económica y ausencia de políticas de protección al empleo. Mientras tanto, en Azul, la incertidumbre reina, y cientos de familias esperan respuestas que, hasta ahora, brillan por su ausencia.
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