El Bolsón: El fuego llegó a tres cuadras del pueblo y el gobierno de Milei mira hacia otro lado

Mientras las llamas se acercan a tres cuadras del pueblo, la falta de recursos y la desidia estatal dejan a los vecinos librados a su suerte. La solidaridad ciudadana contrasta con la ausencia de políticas efectivas para combatir la emergencia.

En medio de una crisis ambiental sin precedentes, El Bolsón lucha contra el fuego que amenaza con devorarlo. La comunidad se organiza, pero la falta de apoyo estatal y la inacción del gobierno de Javier Milei exponen la fragilidad de un sistema que prioriza el ajuste sobre la vida.

El Bolsón, un rincón paradisíaco de la Patagonia argentina, hoy se encuentra al borde del colapso. El incendio que azota la región ya está a tres cuadras del pueblo, y las llamas parecen no dar tregua. Mientras los vecinos se organizan con mangueras, camionetas y botellas de agua, el gobierno de Javier Milei brilla por su ausencia. La emergencia no solo expone la vulnerabilidad de un ecosistema único, sino también la desidia de un Estado que parece más interesado en recortar gastos que en salvar vidas.


El fuego, que comenzó hace días, ha consumido miles de hectáreas y amenaza con arrasar todo a su paso. Los vecinos, desesperados, relatan cómo el humo y las cenizas hacen casi imposible respirar. «Estamos al borde del colapso», dice Karina, una residente local, mientras ayuda a cargar agua en su camioneta. Su voz, entrecortada por la emoción, refleja la angustia de una comunidad que siente que ha sido abandonada a su suerte.

La solidaridad ciudadana es, por ahora, el único recurso efectivo. Vecinos de todas las edades se han organizado para llevar agua, apagar pequeños focos y proteger sus hogares. Sin embargo, esta red de apoyo no es suficiente para detener un incendio de esta magnitud. Los medios aéreos, esenciales para combatir las llamas, llegan tarde y de forma insuficiente. Mientras tanto, el gobierno de Milei sigue sin anunciar medidas concretas para enfrentar la emergencia.

La situación es aún más grave si se considera que muchos de los focos de incendio parecen ser intencionales. «Están volviendo a prender fuego», denuncia Karina, quien recibió un mensaje de su hermana alertando sobre nuevos brotes en la zona de Maín. La falta de control y la impunidad con la que actúan los responsables de estos incendios reflejan una crisis de gobernabilidad que trasciende lo ambiental.

El gobierno de Milei, que llegó al poder prometiendo un «ajuste necesario», parece haber ajustado también su capacidad de respuesta ante las emergencias. La falta de inversión en prevención y combate de incendios, sumada a la desarticulación de programas ambientales, ha dejado a provincias como Río Negro en una situación de extrema vulnerabilidad. Mientras el fuego avanza, las declaraciones oficiales se limitan a generalidades y promesas vacías.

La crítica no es solo política, sino también moral. En un contexto de crisis climática global, la inacción del gobierno argentino es una irresponsabilidad que pone en riesgo no solo a El Bolsón, sino a todo el país. Los incendios forestales no son un problema aislado; son el resultado de décadas de desidia ambiental y políticas extractivistas que priorizan el beneficio económico sobre la preservación de la vida.

Mientras tanto, en El Bolsón, la comunidad sigue luchando. Con mangueras, baldes y una determinación inquebrantable, los vecinos intentan proteger lo que queda de su hogar. Pero no pueden hacerlo solos. Necesitan recursos, apoyo y, sobre todo, un gobierno que esté a la altura de las circunstancias. Hoy, más que nunca, es evidente que el verdadero incendio que debe apagarse es el de la indiferencia estatal.


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