El consumo de alimentos básicos cayó 4,5% en marzo y alarma a todos, menos al Gobierno

La inflación sigue erosionando el poder de compra y arrastra a millones de hogares a una dieta de emergencia. Ni ofertas, ni promociones logran revertir el derrumbe. Mientras tanto, Milei celebra una “guerra de precios” entre empresarios que deja a las familias al borde del hambre.

El consumo de alimentos básicos se contrajo un 4,5% en marzo, profundizando el deterioro del poder adquisitivo de los hogares argentinos. Según datos recientes de la consultora Focus Market, el consumo masivo se desplomó un 19% interanual, con una caída mensual del 2,5%. La retracción afecta a todos los canales de comercialización: desde grandes cadenas de supermercados hasta almacenes de barrio.

El informe de la consultora Scentia confirma esta tendencia: las ventas en supermercados acumulan 15 meses consecutivos en baja, con una caída del 10,2% solo desde enero. Lo que antes era un changuito lleno ahora se reduce a lo mínimo indispensable. La clase media achica su consumo y los sectores populares directamente dejan de comprar.



Inflación que devora bolsillos

Aunque el Índice de Precios al Consumidor (IPC) general fue del 3,7% en marzo, el rubro de alimentos y bebidas no alcohólicas subió 5,9%. Esto implica que los productos esenciales siguen aumentando muy por encima del promedio. La consultora LCG detectó que solo en la tercera semana de marzo los alimentos subieron un 2,4%, lo que proyectado en términos anuales sería una inflación del 243%.

Entre los productos que más aumentaron están las bebidas (+5%), el azúcar (+4,2%) y la carne (+3,5%). El escenario es asfixiante: los precios suben, los ingresos están congelados, y el Gobierno insiste en que «el ajuste lo paga la casta».



La dieta de la crisis: saltear comidas o directamente dejar de comer

Un informe de NEA Hoy advierte que 6 de cada 10 argentinos dejaron de comprar alimentos básicos por falta de ingresos. No se trata solo de reducir porciones o cambiar marcas: millones directamente están dejando de comer. Las góndolas se miran como vitrinas inalcanzables.

Las estrategias de supervivencia se multiplican: uso extremo de promociones, compra por unidad, marcas alternativas, ferias comunitarias. Sin embargo, ni el ingenio ni la solidaridad logran compensar un modelo económico que expulsa a los más vulnerables del sistema.



Empresas entre la espada y la góndola vacía

Incluso desde el sector empresarial se admite que ya no hay margen para seguir subiendo precios sin profundizar la caída del consumo. Las empresas priorizan sostener el volumen de ventas antes que aumentar márgenes que se están diluyendo. Si la gente no compra, no hay negocio que aguante.

El mercado, ese dios al que Milei le reza, está comenzando a marcarle los límites. Sin recomposición del salario real, sin medidas que contengan la inflación, la recesión se profundiza y el consumo sigue en picada.



Milei celebra desde el palco del ajuste

Lejos de mostrar preocupación, el presidente Javier Milei celebró públicamente la «guerra de precios» entre proveedores y supermercados, con una frase desafortunada: “Se van a meter los productos en el orto”. La declaración, además de grosera, desconoce el drama cotidiano de millones que no llegan a fin de mes ni pueden acceder a una canasta básica.

Milei repite que la inflación está bajando. Pero mientras los gráficos le sonríen a los libertarios, la heladera de la gente está cada vez más vacía. Las estadísticas oficiales podrán mostrar una desaceleración de los precios, pero la calle dice otra cosa: hambre, angustia y una sensación creciente de que esto no tiene piso.


Ajuste brutal, hambre real

El desplome del consumo de alimentos básicos es una señal de alarma que debería preocupar al conjunto de la dirigencia política. Sin embargo, en la Casa Rosada prima el fanatismo ideológico por sobre la sensibilidad social.

Mientras el gobierno festeja ajustes fiscales y aplausos en foros internacionales, en los barrios se multiplican las ollas populares. Si el rumbo no cambia, el «milagro libertario» terminará convertido en una pesadilla para las mayorías populares.

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