Humillante: Los gendarmes cruzan a Bolivia para comprar sus propios uniformes por la diferencia de precio

Mientras el gobierno promete eficiencia y austeridad, los uniformes de Gendarmería Nacional son más baratos en Bolivia que en Argentina. Una paradoja que expone la crisis económica y la falta de apoyo a las fuerzas de seguridad.

En un escenario donde la inflación y la devaluación golpean el bolsillo de los argentinos, los gendarmes cruzan la frontera para adquirir sus uniformes a precios más bajos. Una situación que cuestiona las políticas económicas del gobierno de Javier Milei.

En un país donde la inflación parece no tener techo y el poder adquisitivo de los salarios se desvanece día a día, hasta los uniformes de los gendarmes argentinos se han convertido en un lujo inalcanzable. La paradoja es tan absurda como reveladora: los miembros de la Gendarmería Nacional cruzan la frontera hacia Bolivia para comprar sus propios uniformes a precios significativamente más bajos.

En la ciudad de Bermejo, Bolivia, a pocos kilómetros de la frontera con Argentina, los comercios locales ofrecen uniformes completos de Gendarmería a un precio que ronda los 40.000 pesos argentinos. En comparación, adquirir el mismo uniforme en Argentina puede costar hasta un 50% más. Esta diferencia de precios no es un dato menor en un contexto donde los salarios de los gendarmes no han logrado mantenerse a la par de la inflación galopante.

El gobierno de Javier Milei, que llegó al poder con promesas de austeridad y eficiencia, no ha logrado contener la crisis económica que afecta a todos los sectores, incluyendo a las fuerzas de seguridad. Mientras el presidente insiste en recortar gastos y reducir el tamaño del Estado, los gendarmes se ven obligados a buscar soluciones por su cuenta, incluso si eso implica cruzar la frontera para comprar sus propios equipos.

La situación no solo es humillante para los uniformados, sino que también expone la falta de apoyo del gobierno a quienes están en la primera línea de defensa de la soberanía nacional. ¿Cómo puede un gobierno que prometió «poner la casa en orden» permitir que sus fuerzas de seguridad dependan de comercios extranjeros para vestirse?

Pero el problema no termina ahí. La compra de uniformes en Bolivia no es solo una cuestión de ahorro, sino también de calidad. Según testimonios de los propios gendarmes, los uniformes adquiridos en el vecino país son de igual o mejor calidad que los que se consiguen en Argentina. Esto plantea una pregunta incómoda: ¿por qué el Estado argentino no puede ofrecer a sus fuerzas de seguridad equipos de calidad a precios accesibles?

La respuesta, como suele ocurrir en Argentina, parece estar ligada a la corrupción y la ineficiencia. Los contratos para la provisión de uniformes y equipos a las fuerzas de seguridad han estado históricamente plagados de sobreprecios y favoritismos. En lugar de resolver estos problemas, el gobierno de Milei ha optado por recortar presupuestos y dejar que los gendarmes resuelvan por su cuenta.

Esta situación no solo afecta la moral de las fuerzas de seguridad, sino que también tiene implicancias estratégicas. Un gendarme que debe preocuparse por cómo pagar su uniforme difícilmente estará en condiciones de enfocarse plenamente en su labor de proteger las fronteras y mantener el orden interno.

El gobierno de Milei, que se presenta como defensor de la libertad y la eficiencia, parece haber olvidado que la seguridad es una de las funciones básicas del Estado. Si ni siquiera puede garantizar que sus fuerzas de seguridad tengan los uniformes que necesitan, ¿qué esperanza hay de que pueda resolver problemas más complejos como la inflación, la pobreza o la inseguridad?

La imagen de los gendarmes cruzando la frontera para comprar sus uniformes en Bolivia es un símbolo poderoso de la crisis que atraviesa Argentina. Es una muestra de cómo las políticas económicas del gobierno, lejos de resolver los problemas, los agravan. Y es, sobre todo, un recordatorio de que, en un país donde hasta los uniformes son más baratos en el extranjero, la soberanía nacional es poco más que una palabra vacía.

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