La prohibición de Milo J: un escándalo de censura en democracia por el gobierno «Libertad Avanza» de Milei

Censura y represión: el gobierno de Milei prohíbe un show gratuito de Milo J en la ex ESMA

El escándalo estalló apenas dos horas antes de que comenzara el show. Miles de jóvenes se congregaban en la ex ESMA para ver a Milo J, uno de los artistas más convocantes del género urbano, en un recital gratuito y de acceso abierto. Sin embargo, la máquina de la censura se puso en marcha: una jueza ordenó la suspensión del evento tras un amparo presentado por el gobierno de Javier Milei.

La decisión judicial desató la indignación y generó una escena de represión preventiva. Decenas de patrulleros, un camión hidrante y efectivos de la Policía de la Ciudad y Prefectura se desplegaron en la puerta del Espacio Memoria, donde funcionó el mayor centro clandestino de detención de la última dictadura. «Nunca había pasado algo así en 20 años», denunció Charly Pisoni, referente de HIJOS. «Ni siquiera el gobierno de Mauricio Macri se atrevió a censurar actividades en este lugar».

La suspensión del recital no es un hecho aislado: se da en un contexto de avance del negacionismo impulsado por la gestión libertaria. Horas antes de la prohibición, también se ordenó retirar una imagen emblemática de Néstor Kirchner bajando el cuadro de Videla. La intención de borrar la memoria histórica es evidente, y en este caso, la censura se extendió a la cultura popular.

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El evento había sido organizado por el colectivo Nietes y contaba con todas las habilitaciones necesarias. «Tuvimos en cuenta el aforo, los seguros, el plan de evacuación. Todo estaba en regla», explicó Pisoni. Sin embargo, el secretario de Derechos Humanos, Alberto Baños, impulsó la medida judicial para frenar el show con el argumento de que no tenía autorización.

Milo J, que iba a presentarse de manera gratuita y sin cobrar un peso, manifestó su bronca en redes sociales: «Nos volaron el escenario a la mierda. Parece que al gobierno no le gusta juntar 20.000 personas en un espacio de memoria». Su mensaje fue contundente y expuso lo que realmente molestó al oficialismo: el significado político del evento, un acto cultural que revalorizaba la memoria en un contexto de avance reaccionario.

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La respuesta del gobierno fue un intento de justificación burocrática. «Nadie tiene el privilegio de hacer actos políticos al margen de la ley», tuiteó el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona. Sin embargo, la censura a un recital gratuito, con miles de entradas ya emitidas y en un espacio público destinado a la memoria colectiva, revela que el trasfondo es ideológico.

El operativo de seguridad también generó alerta. «No era una concentración política, eran pibes de 12, 16 años que venían a ver a su artista favorito. Y nos llenaron de camiones hidrantes, patrulleros y policías», describió Pisoni. La presión de las fuerzas de seguridad sobre una multitud de adolescentes suma otro elemento preocupante a la decisión del gobierno.

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Este episodio se inscribe en una larga tradición de censura que, lejos de silenciar, amplifica el mensaje prohibido. Ocurrió con «La torre de cubos» de Laura Devetach durante la dictadura, con la obra de León Ferrari en tiempos de Menem, con la prohibición a los Redondos en Olavarría. Ahora, el intento de invisibilizar la memoria y la cultura popular tiene un nuevo capítulo con el veto al recital de Milo J.

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La jornada cerró con una conferencia de prensa y un mensaje de resistencia. «Las nuevas generaciones no se van a olvidar de este atropello», afirmaron desde HIJOS. La historia demuestra que cada acto de censura se convierte en un boomerang. Esta vez, el intento de Milei de silenciar una canción se convirtió en un grito de denuncia nacional.

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