La UTA se baja del paro general: entre conciliaciones, excusas y una CGT sin cohesión
El gremio del transporte, clave en la dinámica de cualquier medida de fuerza nacional, se desmarca del paro general convocado por la CGT. Lo hace invocando el respeto al «Estado de Derecho», pero suena más a obediencia patronal que a compromiso con los trabajadores.
Mientras millones de trabajadores y trabajadoras en todo el país se preparan para paralizar sus actividades en rechazo al brutal ajuste del gobierno de Javier Milei, el gremio de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) decide no sumarse al paro general convocado por la Confederación General del Trabajo (CGT). Lo hace mediante un comunicado donde intenta justificarse apelando al “respeto de la conciliación obligatoria”, pero lo cierto es que la decisión se alinea más con la lógica del poder que con la lógica de la lucha.
En su comunicado del 9 de abril, la conducción nacional de la UTA —encabezada por Roberto Fernández— señala que “comprende y apoya” los reclamos de la CGT, pero decide “respetar el espacio conciliatorio creado para sostener la Paz Social”. ¿Cuál paz social? ¿La del desempleo creciente, la licuación de los salarios, el desguace del Estado, los despidos masivos y la persecución a organizaciones sindicales? ¿Es esa la paz que justifica desmovilizar?
La UTA no es un gremio menor. Su rol en cualquier medida de fuerza nacional es determinante: sin transporte, el país literalmente se detiene. Por eso, cada vez que decide correrse de un paro, actúa como un dique de contención del conflicto. Su no adhesión debilita el frente sindical y —aunque lo disfracen de institucionalidad— representa una forma de desmovilización funcional al Gobierno.
La “legalidad” como excusa
El gremio sostiene que no puede actuar “sin las herramientas legales” que la conciliación les niega. Sin embargo, la historia del movimiento obrero argentino demuestra que, cuando hay voluntad política y compromiso con la clase trabajadora, la legalidad se enfrenta y se disputa. ¿O acaso los ferroviarios del ‘45, los metalúrgicos del ‘69, los docentes del ‘88 o los movimientos piqueteros del 2001 se detuvieron ante un dictamen ministerial?
Hoy, el país necesita sindicatos valientes, no obedientes. La decisión de la UTA puede ser legal, pero es profundamente ilegítima. Porque mientras dice respetar la ley, legitima con su pasividad el saqueo institucionalizado de Milei, que convirtió al Ministerio de Trabajo en una oficina de Recursos Humanos de las patronales.
Una CGT fragmentada y una UTA alineada al poder
La fractura interna de la CGT se hace cada vez más evidente. La UTA representa un sector del sindicalismo que, lejos de confrontar con el modelo de entrega nacional y exclusión social que lleva adelante el Gobierno, prefiere la “moderación” negociadora. Pero en contextos extremos como el actual, la moderación es complicidad.
El comunicado finaliza con una plegaria: “Que Dios ilumine a todos los gobernantes y dirigentes”. Pero el pueblo trabajador no necesita rezos; necesita acción. Necesita sindicatos que lo representen, no que lo entreguen. Que se planten, no que se excusen. Que movilicen, no que se bajen del colectivo de la lucha.
En definitiva, la UTA hoy eligió quedarse en la vereda opuesta al resto del movimiento obrero. Se bajó del paro, pero también de la historia. Porque la historia, tarde o temprano, juzga a quienes prefieren la paz del cementerio antes que el conflicto de la dignidad.
El Comunicado

Hugo
La pseudo dirigencia de la UTA fue funcional a mugrisio Macri y ahora continúa siendo unos lacayos al servicio de mierdei, eso se llama TRAIDORES