La Federación Agraria advierte: La invasión importadora asfixia a los productores argentinos

La invasión importadora que asfixia a los productores argentinos

La apertura de importaciones impuesta por el gobierno de Javier Milei está empujando a los pequeños productores a la ruina. Yerba, tomates y hasta el emblemático limón argentino ya no pueden competir con la avalancha de productos extranjeros que ingresan con costos mucho más bajos.

La estrategia de Milei de desregular y abrir la economía sin contemplaciones ha comenzado a mostrar su cara más brutal: el ahogo de las economías regionales. La Federación Agraria Argentina advierte que la competencia desleal de países vecinos está destruyendo a los productores locales.

Las políticas de apertura comercial del gobierno de Javier Milei han encendido las alarmas en las economías regionales. La Federación Agraria Argentina (FAA), encabezada por su primera presidenta mujer en más de un siglo de historia, Andrea Sarnari, denuncia que la eliminación de aranceles y la desprotección del mercado interno han puesto en jaque a pequeños y medianos productores. Mientras el oficialismo insiste en que Argentina está demasiado cara en dólares, el campo enfrenta una competencia feroz con productos de Brasil, Paraguay y Bolivia, que ingresan con costos de producción irrisoriamente más bajos.

Sarnari lo dejó claro en una entrevista con De Acá en Más (Urbana Play): la yerba mate argentina, un producto emblemático del país, está perdiendo terreno frente a la importación de yerba paraguaya y brasileña. “Los productores argentinos tienen un costo de producción mucho más alto que los países vecinos y eso los deja en una posición de desventaja absoluta”, alertó. No se trata solo de la yerba: los tomates, el limón y hasta el azúcar están siendo afectados por la apertura comercial indiscriminada. Mientras el gobierno libera importaciones y baja aranceles, el consumo interno se desploma y los productores quedan en el limbo.

El costo argentino, la gran trampa del mercado

Uno de los principales argumentos de los defensores de la apertura de importaciones es que Argentina es un país caro en dólares. Sin embargo, esta afirmación no toma en cuenta la estructura impositiva y la carga de costos internos que enfrentan los productores. “El problema no es solo el tipo de cambio. Es la asfixia impositiva”, explicó Sarnari. Si bien el gobierno eliminó retenciones para algunas economías regionales, como la papa, el arroz y el algodón, el alivio fiscal no ha sido suficiente. La matriz tributaria argentina sigue siendo un laberinto de costos que hacen inviable la producción nacional en comparación con la de los países vecinos.

El caso del limón es un ejemplo paradigmático. Tradicionalmente destinado a la exportación, hoy enfrenta obstáculos para ingresar a mercados internacionales. Estados Unidos, uno de los principales compradores, ha endurecido su política arancelaria, lo que reduce la competitividad del producto argentino. En el mercado interno, el problema se agrava: el poder adquisitivo en caída libre impacta en el consumo y deja a los productores con una ecuación económica cada vez más inviable.

El falso discurso de la competitividad

El ministro de Economía, Luis Caputo, ha asegurado que el camino hacia la recuperación económica pasa por la flexibilización del mercado laboral y la eliminación de lo que él denomina “industria del juicio”. Sin embargo, desde la Federación Agraria sostienen que el problema no es solo el costo de la mano de obra, sino la estructura impositiva que encarece artificialmente la producción nacional.

Milei y su equipo parecen obsesionados con una apertura comercial que no distingue entre grandes y pequeños productores, entre sectores industriales y economías regionales. Mientras las grandes empresas pueden sortear las dificultades con financiamiento o integración en cadenas de valor globales, los productores locales quedan completamente desprotegidos. “El gobierno se comprometió a revisar la legislación laboral, pero lo que realmente necesitamos es una política integral que contemple las diferencias entre sectores”, insistió Sarnari.

La paradoja del dólar y el consumo en crisis

Mientras el gobierno insiste en que Argentina está cara en dólares, la realidad para los consumidores es otra. “El salario es un costo de la economía, pero el consumo no se recupera”, señaló la periodista María O’Donnell en la entrevista con Sarnari. La caída del poder adquisitivo golpea directamente a los productores, que dependen de la demanda interna para sostener sus negocios. En otras palabras, no es solo un problema de competitividad externa: el mercado interno se está contrayendo peligrosamente.

La situación es aún más incierta de cara al futuro. En febrero, Milei viajará a Estados Unidos en busca de un acuerdo de libre comercio. Sin embargo, la administración de Donald Trump ha dado señales claras de proteccionismo y aranceles más altos. Si Argentina no puede competir en su propio mercado y tampoco tiene acceso garantizado a mercados externos, ¿qué futuro le espera a las economías regionales?

Un modelo que solo beneficia a unos pocos

La desregulación salvaje que impulsa el gobierno de Milei no es una política de desarrollo: es un ajuste brutal que deja en pie solo a los grandes jugadores del mercado. Los pequeños productores, que históricamente han sido el motor del interior del país, están siendo empujados al abismo.

El gobierno se jacta de abrir la economía, pero en los hechos lo que está haciendo es dejar desguarnecida a la producción nacional frente a una competencia desleal. Mientras el modelo sigue beneficiando a grandes importadores y grupos concentrados, el campo –ese mismo campo que Milei dice defender– se encuentra cada vez más asfixiado.

El libre mercado, tal como lo concibe este gobierno, no es sinónimo de desarrollo: es una sentencia de muerte para miles de pequeños productores argentinos.

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