El propio presidente reconoce el atraso cambiario, pero sigue jugando con fuego mientras el ajuste golpea a los argentinos.
El ex presidente del Banco Central, Miguel Ángel Pesce, desnudó con crudeza la estrategia económica de Javier Milei y el inevitable desenlace que se avecina: una nueva devaluación. En una entrevista con el programa Toma y Daca, el economista analizó la presión del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la Argentina y la creciente incapacidad del Gobierno para sostener su política cambiaria sin acumular reservas.
La receta del FMI: ajuste, devaluación y miseria
El Fondo tiene una obsesión clara: la acumulación de reservas. «El Gobierno está teniendo resultados bajando la inflación, pero no los tiene acumulando reservas, entonces el FMI exige una devaluación», señaló Pesce. En otras palabras, la política de Milei de mantener un dólar oficial artificialmente bajo está chocando con los números rojos del Banco Central.
El ex titular del BCRA dejó en claro que la flexibilización del organismo financiero internacional tiene límites. «El FMI ha demostrado ductilidad política, ya lo vimos con Macri. Pero no creo que haya un acuerdo de largo plazo con este Gobierno en este contexto». La razón es evidente: sin un colchón de dólares, el ajuste eterno no es viable ni siquiera para los tecnócratas de Washington.
Un modelo que no cierra (ni con represión)
Pesce también remarcó la contradicción en la estrategia oficial. «Para que el FMI te dé más dólares necesitas hacer otras cosas, como devaluar, que el Gobierno no está dispuesto a hacer». El problema es que el modelo actual tampoco puede sostenerse en el tiempo. La falta de divisas pone en jaque el abastecimiento de insumos y amenaza con paralizar sectores productivos clave. No es casualidad que las importaciones, en lugar de normalizarse, sigan en un cuello de botella.
El propio Milei reconoce que el dólar oficial está retrasado. «Todos reconocen que hay atraso cambiario, hasta Javier Milei en su artículo. Pero el atraso cambiario tiene consecuencias», advirtió Pesce. Y esas consecuencias pueden ser devastadoras: la próxima devaluación, cuando llegue, impactará de lleno en los precios, licuando los salarios aún más y sumiendo a más argentinos en la pobreza.
El espejismo del «superávit» y el colapso en el horizonte
Mientras tanto, Milei se regodea en un «superávit» fiscal que es una farsa sostenida a fuerza de recortes brutales en jubilaciones, obra pública y subsidios. Pero la bomba de tiempo sigue tictaqueando. «Va a haber exigencias de parte del FMI y todo el mundo va a sospechar que si se llega a ese acuerdo es porque hay otro más adelante», alertó Pesce.
El problema es que no hay perspectivas de que la economía real repunte. «Todos esperábamos que para este año alguna parte de la infraestructura para exportar petróleo estuviera terminada y eso aportaría a la balanza cambiaria, pero la única estructura disponible es la que se hizo el Gobierno anterior». La falta de inversión y el desprecio por la planificación están sellando el destino de un país que se encamina hacia un nuevo colapso financiero.
Con una inflación reprimida, una economía estancada y una bomba cambiaria latente, el desenlace es previsible. Y cuando explote, Milei hará lo que mejor sabe: culpar a «la casta», a los «zurditos» o al Papa Francisco. Pero la realidad es que la economía no se maneja con memes ni con esloganes libertarios. Y el costo de esa irresponsabilidad lo pagará el pueblo argentino.
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