En una entrevista explosiva en La Red, el constitucionalista Andrés Gil Domínguez desnudó el «modelo autocrático» de Milei: decretos que pisotean la Constitución, un Congreso convertido en fantasma y una Justicia amordazada. Advertencias sobre neofascismo, retrocesos en derechos humanos y un sistema político que mira para otro lado mientras el país se aleja del derecho internacional. ¿Hacia dónde marcha Argentina?
El diagnóstico de un constitucionalista: «Milei gobierna como si la democracia fuera un estorbo»
En un estudio de radio cargado de tensiones, el abogado Andrés Gil Domínguez no midió adjetivos: «Este gobierno no es republicano ni en forma ni en sustancia. Es un sistema autocrático que fabrica sus propias reglas mientras escupe sobre la Constitución». La frase, lanzada en Foja Cero (La Red), sintetiza su análisis crudo sobre la administración de Javier Milei: un régimen que opera con lógica endogámica, donde los DNU reemplazan al Congreso y los tratados internacionales se rompen como servilletas.
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La arquitectura del autoritarismo
Gil Domínguez, doctor en Derecho y voz crítica del libertarismo en redes, detalló los pilares de lo que llama «el experimento autonormado»:
- Gobierno por decreto: «Usan DNU para cambiar leyes y decretos reglamentarios para vaciarlas. Hasta el presupuesto nacional, base de cualquier república, lo manejan como si fuera una billetera personal», disparó.
- Justicia cómplice: «¿Dónde está la Corte que antes frenaba excesos? Hoy calla cuando Milei ignora fallos o amenaza con ‘meter mano’ en el Consejo de la Magistratura».
- Diplomacia kamikaze: «Retirarse de la OMS sin seguir protocolos internacionales es la punta del iceberg. Vienen por todo el sistema de derechos humanos», advirtió, en alusión a rumores sobre abandonar pactos contra la tortura o desapariciones forzadas.
Neofascismo siglo XXI: líder, pueblo y enemigos
El constitucionalista fue más lejos: «No digo que sean fascistas, pero hay elementos reconfigurados: el líder que habla directo a las masas por redes, el desprecio a intermediarios como el Congreso, la construcción de un relato donde ‘la casta’ reemplaza al judío o al comunista como chivo expiatorio». Para Gil Domínguez, el objetivo es claro: «Milei quiere ser el centro único de poder. Sin contrapesos, sin leyes, sin esa democracia ‘molesta’ que limita sus caprichos».
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La oposición: entre la diáspora y el miedo
Si el oficialismo avanza, ¿dónde está la resistencia? «El sistema político está desconcertado o cómplice», sentenció. Ejemplos no le faltan: radicales que lloran en TV pero votan leyes clave del Ejecutivo, sectores del PRO que «soportan exabruptos republicanos» (en clara alusión a Patricia Bullrich), y una izquierda más ocupada en pelear por siglas que en articular un frente común. «Las marchas universitarias o las protestas por la Ley de Identidad de Género fueron heroicidades sin impacto real. Hasta que la oposición no se defina como tal, Milei seguirá legislando por Twitter», ironizó.
Derechos humanos: ¿el próximo blanco?
Uno de los pasajes más alarmantes fue su advertencia sobre el «desmantelamiento silencioso» de conquistas sociales: «Las leyes de matrimonio igualitario, identidad de género o reproducción asistida no fueron caprichos de ‘la grieta’. Las votó una sociedad que quería ser diversa. Ahora, un decreto basta para borrarlas». Gil Domínguez vinculó esto con el retiro de organismos internacionales: «Sin la OMS o tratados de derechos humanos, ¿quién fiscalizará al Gobierno cuando persiga disidentes o recorte salud pública?».
El rol de la sociedad: ¿indiferencia o resistencia?
Frente a este panorama, el entrevistado evitó el optimismo fácil: «La cuarentena reconfiguró cabezas, y muchos jóvenes hoy priorizan el ‘que se vayan todos’ sobre defender instituciones. Pero cuidado: cuando caigan los últimos diques (prensa independiente, universidades, sindicatos), despertaremos en una Argentina donde protestar será ‘terrorismo’ y pensar distinto, ‘traición a la patria’».
La pregunta incómoda: ¿cómo llegamos aquí?
Gil Domínguez no eludió la autocrítica: «La democracia post-83 falló en lo económico y social. Eso explica parte del apoyo a Milei. Pero lo que está en juego ahora es más profundo: el ‘Nunca Más’, la idea de una sociedad abierta. Esa batalla no se gana con memes».
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