Mercedes-Benz abandona Argentina: Vendieron la planta a un grupo empresarial local, alerta por posibles despidos. En un movimiento que sacude al sector automotriz, Mercedes-Benz deja de ser fabricante directo en el país. Mientras el gobierno celebra la «argentinización» de la empresa, trabajadores y analistas advierten sobre el riesgo de despidos y el impacto en la ya golpeada economía.
El anuncio de la venta de la planta de Mercedes-Benz en Virrey del Pino, Buenos Aires, a un grupo empresarial argentino marca un punto de inflexión en la historia industrial del país. Los alemanes, que por décadas fueron sinónimo de calidad y empleo estable, dejan de ser los fabricantes directos en Argentina. Este hecho no solo refleja la crisis del sector automotriz, sino que también pone en evidencia las tensiones económicas y políticas que atraviesa el país bajo el gobierno de Javier Milei.
Según informaron fuentes cercanas a la operación, el grupo local involucrado en la compra promete mantener la producción y los puestos de trabajo. Sin embargo, los sindicatos ya han levantado la voz, advirtiendo que este tipo de transacciones suelen ser el preludio de reestructuraciones y despidos masivos. «No nos vamos a quedar de brazos cruzados mientras nos dejan en la calle», declaró un representante de los trabajadores en una entrevista para Página 12.
El gobierno de Milei, por su parte, ha intentado presentar la venta como una victoria de su política de «argentinización» de la economía. En un comunicado oficial, el Ministerio de Economía destacó que la operación «demuestra la confianza de los empresarios locales en el futuro del país». No obstante, críticos como el analista económico José Natanson, en una columna para Infobae, cuestionan esta narrativa: «Lo que estamos viendo no es una muestra de confianza, sino el resultado de una economía que ahuyenta a las inversiones extranjeras».
Las redes sociales no tardaron en reaccionar. Bajo el hashtag #MercedesSeVa, usuarios expresaron su preocupación por el futuro de los trabajadores y criticaron la falta de políticas claras para proteger el empleo. «Milei habla de libertad, pero la única libertad que veo es la de las empresas para irse cuando quieran», escribió un usuario en Twitter.
El caso de Mercedes-Benz no es aislado. En los últimos años, varias multinacionales han reducido su presencia en Argentina, citando la inestabilidad económica y las dificultades para importar insumos. Según un informe de Clarín, el sector automotriz ha perdido más de 20.000 puestos de trabajo desde 2019. La pregunta que muchos se hacen es si esta venta es el principio del fin para la industria automotriz argentina o si, por el contrario, podría abrir una nueva etapa bajo gestión local.
Sin embargo, los antecedentes no son alentadores. Como recordó La Nación en un editorial reciente, experiencias similares en otros sectores han terminado en cierres masivos y despidos. «La historia nos enseña que cuando una multinacional se va, rara vez es reemplazada por algo mejor», señaló el medio.
En este contexto, el gobierno de Milei enfrenta un doble desafío: por un lado, debe convencer a la ciudadanía de que esta operación no es un retroceso, sino un avance; por otro, debe demostrar que tiene un plan concreto para evitar que la crisis se profundice. Hasta ahora, sin embargo, las medidas anunciadas parecen insuficientes.
Mientras tanto, los trabajadores de Mercedes-Benz esperan. Con la incertidumbre como única certeza, muchos temen que este sea el principio de un nuevo capítulo de desempleo y precarización laboral. Y en las redes sociales, el debate continúa: ¿Es esta la Argentina que queremos?
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